Burocracia en los controles de los puestos limítrofes

21 Agosto 2020

Tres situaciones complejas y sumamente molestas vividas por productores agropecuarios en sus traslados periódicos hacia localidades de Santiago del Estero por razones laborales, han sido expuestas en diferentes notas de las últimas semanas. En todas se puso en evidencia la pésima aplicación del protocolo para circulación en la emergencia de salud que sufrimos por el coronavirus, la cual causa enormes perjuicios al sector productivo, sobre el cual descansa, precisamente, la esperanza de que se vaya a morigerar los efectos destructores de la pandemia sobre la economía y la vida social.

La primera situación ha sido relatada por productores que tienen campos en Santiago del Estero (en el caso mencionado, San Pedro de Guasayán, si bien el problema se repite en otras localidades), que son víctimas de una banda de Taco Ralo que cruza por el monte, roba y faena las vacas o bien las trae a Tucumán, mientras los dueños del campo no pueden pasar por la ruta a sus predios. Según el presidente de la Sociedad Rural, Sebastián Murga, “los ladrones cruzan como si nada pero a nosotros ni con un hisopado nos dejan pasar el límite. Sabemos que seguramente los delincuentes esquivan los controles, pero se debería entender las necesidades de quienes necesitan cruzar con motivo”. Las trabas y desinteligencias entre los policías y las justicias de ambas provincias son tremendas, de acuerdo a lo relatado.

Por otra parte, en una carta publicada el domingo pasado, el lector Francisco Urueña relató la odisea que significa cruzar el límite entre provincias, debido a que, aunque se haya cumplido con el protocolo para circular, las autorizaciones se obtienen con consulta por whatsapp a anónimas autoridades que demoran mucho en contestar o directamente no responden. En su caso, en dos ocasiones debió quedar a la intemperie, en medio de la ruta, a pasar la noche junto al puesto policial, donde no hay baño ni agua para los viajeros. Se trata, por cierto, de productores que tienen autorización para circular, por lo que no se entiende que sean sometidos a una burocracia ciega que lesiona derechos personales básicos, como el acceso a la comida, el baño o el abrigo, además del daño económico que se les genera.

En el tercer caso ya no se trata de una serie de daños a individuos -sin que esto signifique minimizarlos- sino que hay un riesgo general. Ha sido relatado en nuestra sección Rural, a propósito de la preocupación del sector agrícola ganadero de Tucumán debido a las restricciones al tránsito de los productores y de los técnicos del Senasa, en momentos en que hay siete mangas de langosta que vienen de Paraguay, algunas de las cuales ya han sido detectadas en Santiago del Estero, y que podrían llegar a Catamarca y a nuestra provincia. Se reveló que hay más de 200 productores que viven en Tucumán pero que tienen campos en Santiago y no pueden viajar para realizar aplicaciones para proteger sus cultivos de los insectos.

Las tres situaciones deberían motivar urgente reflexión de las autoridades para que se elimine la burocracia. Los controles deben ser expeditivos, sin dejar de ser exigentes y sujetos al protocolo sanitario. Pero no puede ser que haya situaciones absurdas, en las que la discriminación parece ser la regla, como resalta en estas historias. Urge revisar lo que pasa en los controles limítrofes.

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