Entrevista a Jordi Puntí: “Quería escribir algo como consuelo para cuando Messi ya no juegue”

El año pasado entrevistamos al escritor catalán Jordi Puntí, quien se despachó con un librazo sobre su ídolo futbolero. En Todo Messi describe lo que genera el jugador en sus admiradores. El futbolista argentino no ha parado de ser noticias en las últimas semanas, entre la crisis del Barcelona, su intención de dejar el club y, finalmente, su anunció del viernes de que finalmente se queda. En ese contexto, creemos que vale la pena rescatar un fragmento de la charla con Puntí, una reseña y un fragmento de su libro. “Un deportista puede ser material literario… La ficción interpela muy directamente al lector en su propia experiencia. Mis relatos de fútbol tienen que ver con lo que sentía de niño. Cuando voy por la calle y veo niños jugado al fútbol, aún quiero que se les escape la pelota para patearla. Es instintivo. El gran misterio de Messi es no saber qué pasa por su cabeza. Messi es como un jugador de no ficción. Messi es más importante por lo que hace que por lo que es. Lo sacas del fútbol y su vida no tiene especial interés. Creo que está bien que sea así”, remata.

06 Septiembre 2020

Por Alejandro Duchini

PARA LA GACETA / BUENOS AIRES

- ¿Por qué un libro sobre lo que te genera Messi?

- Quería escribir algo como consuelo para cuando ya no juegue. Casi como un analgésico. Claro que estarán sus videos para ver sus goles, que serán muchos más. A veces me pregunto cómo será la vida sin Messi. Por eso mi intención no era hacer una biografía. Me interesaba la mirada del fan, de alguien que quiere entender cómo un jugador puede afectar tanto mi vida desde un punto de vista irracional. Escribo mucho, pero siempre me las ingenio para tener mis dos horas para ver un partido de Messi. Eso no me sucede con nada más. Es que me da una felicidad. Soy de una generación de hinchas que creció viendo que su equipo no ganaba nunca. Podía estar puntero, pero al final el Barcelona no ganaba. Es muy duro resignarse en diciembre sabiendo que el campeonato termina en mayo y en consecuencia espera un duro invierno. Eso lo cambió Johan Cruyff (jugador holandés que marcó una era en Barcelona), pero Messi dio un plus. Con Messi no tenemos ningún miedo. Sabemos que en algún momento solucionará el problema.

- ¿Qué paralelismos encontrás entre el fútbol y la vida en general?

- Cuando pasamos del fútbol a la vida nos damos cuenta de que el fútbol no tiene sentido. Ambos no pueden tener los mismos valores. Hoy el fútbol está atacado por los macronegocios y entonces los valores no pueden ser los mismos. Si uno piensa fríamente en el dinero que mueve el fútbol y cómo se lo utiliza entenderá que es algo claramente repudiable. Puedes coger valores como la solidaridad, la generosidad y traspolarlos al fútbol. Pero no al revés. Es verdad, sí, que podemos ir hacia una idea como la de Cruyff en la filosofía del Barcelona: que es mejor jugar bien que ganar como sea. Eso me vale también para la vida en general: si juegas bien, algún día ganarás. Es mejor ser que tener. En cambio, la sociedad actual nos impone que lo mejor es tener. Tener un buen coche, un buen piso… Y ser pasa a un segundo plano.

- ¿Cómo te afectaría en cuanto hincha de Barcelona si Cataluña se independizara?

- No sé qué pasaría con el Barsa. Cuando se hizo el referéndum se hablaba mucho del tema. Sobre todo la derecha, que lo utilizaba para meter miedo en la gente y en los hinchas. Incluso, si el Barcelona debería jugar en una liga propia algunos dirían que no a la independencia para evitar eso. Al mismo tiempo se proponían alternativas. Una de ellas, que no estaría mal, era crear una liga ibérica con equipos de Portugal, España y Cataluña. Estoy a favor de la independencia. Y si la liga debe ser más pequeña, pues seremos como Holanda, que tiene menos habitantes y sin embargo llegó a finales.

© LA GACETA

Rapidez*

Por Jordi Puntí

En manos de Italo Calvino, la rapidez es sobre todo “la relación entre la velocidad física y la velocidad mental”. La velocidad, sin embargo, también pide el arte de la pausa, saber detenerse de vez en cuando para resaltar la rapidez eficiente, y, citando un cuento de Boccaccio en el Decamerón, remarcar que “en la propiedad estilística se trata de rapidez de adaptación, agilidad de la expresión y del pensamiento”. A veces la rapidez de Messi es solo un espejismo. No es el jugador más veloz, ni el que corre más durante el partido, pero sí que es de los mejores a la hora de ajustar la agilidad entre lo que quiere hacer y lo que consigue hacer. Además, sí que es de los más rápidos con el balón en los pies, también a la hora de quitárselo de encima, de no sortearlo, de darle recorrido en el espacio. La cabeza piensa tan rápido que a menudo parece un acto reflejo, una acción instintiva e inevitable, por eso hace tan pocas excursiones a la frivolidad. A la hora de regatear, por ejemplo, si le basta con una bicicleta no va a hacer dos (guiño crítico a los ataques de barroquismo de Cristiano Ronaldo).

Ejemplos de esta rapidez aplicada al juego hay muchos, pero me quedo con el gol que nos legó el 30 de mayo de 2015, en la final de la Copa del Rey contra el Athletic, y que es uno de los mejores de su carrera. El carácter depredador cuando huele la posibilidad de marcar, el juego de piernas para dejar atrás a tres rivales en un segundo, las pausas para elegir el camino hacia la portería y la velocidad con que chuta cuando ve el agujero: todo se confabula para conseguir un gol prodigioso.

Por la trascendencia y la belleza, es un gol que muchos aficionados conservan en el ranking de los diez mejores. El diario Sport hizo un análisis científico de toda la jugada y detalló que dura 11,4 segundos y Messi recorre 55 metros. A la hora de patear la pelota lo hace con una precisión extrema y pasa por el único lugar posible: si la hubiera enviado 1,5 milímetros más a la derecha o la izquierda, la habría parado el portero o habría ido al palo.

* Fragmento de Todo Messi (Anagrama).

Perfil

Jordi Punti nació en Manlleu, en 1967. Estudió Filología Románica en la Universidad de Barcelona, trabajó para diversas editoriales y codirigió la colección de lírica medieval La flor inversa. Entre sus libros se destacan su antología de cuentos Piel de armadillo  (Premio de la Critica Serra drOr)  y su novela Maletas perdidas, con el que ganó el Premio de la Critica, el Libreter, el Lletra drOr y el Joaquim Amat-Piniella. Ha traducido a autores como Amelie Nothomb y Paul Auster.

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