Entrevista a Clara Obligado: “Ver el propio país desde lejos enseña mucho”
“La nostalgia, en líneas generales, es un imponente motor literario”, dice la escritora radicada en España desde 1976. Por estos días publica allí Una casa lejos de casa. La escritura extranjera, en cuyas páginas reflexiona, precisamente, sobre escritura, exilio y lengua. “La pérdida de la patria es una amputación, una carencia, aunque también se puede hacer ‘del defecto, virtud’”, dice Obligado.
Por Gabriela Mayer
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
En su nuevo libro, la bisnieta de Rafael Obligado ahonda en las singularidades de una carrera literaria en tierra ajena. La condición de extranjero, señala, se va pegando “como una segunda piel”, mientras escribe “traduciéndose” de un castellano a otro, distancia que permite “una mayor conciencia del idioma”.
Experimentada tallerista en Madrid y autora de volúmenes de relatos como El libro de los viajes equivocados, La muerte juega a los dados y La biblioteca de agua, se considera básicamente una cuentista: “Es el género que más me entusiasma, posiblemente por su dificultad y porque se mueve al margen del mercado editorial”.
Desde el pequeño pueblo de Robledillo de la Vera, en Cáceres, Obligado adelanta que Eudeba publicará una antología de sus cuentos con prólogo de Adriana Imperatore en la “Serie de los dos siglos” y agrega: “Es un auténtico honor”.
- ¿La pérdida de la patria puede sanarse, aunque sea en parte, mediante la escritura?
- No, no se puede sanar. Borges dice “los hechos graves están fuera del tiempo”, y sin duda este lo es. Se puede mitigar o acomodar. Olvidar de a ratos, pero ahí está siempre. La pérdida de la patria es una amputación, una carencia, aunque también se puede hacer “del defecto, virtud”. Es decir, como todo dolor grande, puede convertirse, también, en un motor vital sumamente enriquecedor.
- ¿Este ensayo es una exploración en ese sentido, luego de que el exilio dejara fuertes marcas en su ficción?
- Es eso, básicamente. A lo largo de la historia el exilio ha estado presente en la literatura muchísimas veces, ya que el uso libre de la palabra suele estar relacionado, en los períodos autoritarios, con el castigo. La mayoría de los escritores y escritoras que lo hemos padecido hacemos de ello una marca, un tema. De todas maneras la nostalgia, en líneas generales, es un imponente motor literario.
- ¿Siente que ya no es de ninguna parte o de muchas al mismo tiempo? ¿Qué ventajas tiene construir una casa lejos de casa?
- Bajo mi punto de vista, pasados los diez años de alejamiento con respecto al país donde se nació la distancia fragua y uno termina por no sentirse de ningún lugar. ¿Es esto malo? No necesariamente. Es un dolor, pero al mismo tiempo un sentimiento de libertad muy potente. Yo me defino como “extranjera”, que, de alguna manera, quiere decir equidistante con respecto a muchas cosas. Ver el propio país desde lejos enseña mucho. Y también enseña mucho ver el lugar donde se vive con cierta distancia.
- ¿España se considera dueña del correcto castellano? ¿Esto repercute a la hora de escribir?
- Es extraño. Uno nace dueño de su idioma y de pronto descubre que ese castellano propio lo viven en otros lados como un préstamo. Es como si hubiera un idioma de primera, el correcto, normativizado, y otro de segunda. Me resulta insólito pensar que alguien se pueda sentir dueño de un idioma. España es un pequeño país en el que no todos comparten el castellano, en esta diversidad lingüística está parte de su riqueza; tiene una población igual a la argentina. América Latina tiene unos 650 millones de habitantes. Es decir, no se puede comparar un país con un continente. Sin embargo, si abrís el diccionario de la Real Academia encontrarás que algunas palabras se consideran “americanismos”. ¿Existe una definición similar para una palabra que sólo se diga en España? No, los raros son los otros, los demás. Es muy interesante reflexionar sobre esto. Es un mecanismo inconsciente casi, desmontarlo implica tocar los nervios de una actitud colonialista. Para una escritora sentir el idioma como un problema es sin duda una gran riqueza, obliga a pensar, a elegir. Proust decía que había que escribir “como si se tradujera”. Yo me siento muchas veces sumergida en una película en versión original subtitulada. No es un problema mío; en el mundo de hoy, muchos escritores tienen en cuenta esta variable.
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Perfil
Clara Obligado nació en Buenos Aires y se exilió en España en 1976. Es Licenciada en Literatura, y ha dirigido los primeros talleres de Escritura Creativa que se organizaron en este país, actividad que ha llevado a cabo para numerosas universidades y diversas instituciones y que realiza de forma independiente. En 1996 recibió el premio Femenino Lumen por su novela La hija de Marx; y en 2015, el premio de novela breve Juan March Cencillo por Petrarca para viajeros. Ha publicado las antologías Por favor, sea breve 1 y 2, y los volúmenes de cuentos Las otras vidas, El libro de los viajes equivocados (Premio Setenil al mejor libro de cuentos de 2012) y La muerte juega a los dados. Tiene numerosos libros de ensayo, y es colaboradora en medios periodísticos. Su obra ha sido traducida a varios idiomas.