Por Irene Benito, Federico Diego van Mameren y Álvaro José Aurane 03 Noviembre 2020
SU OBRA AUTOBIOGRÁFICA. Roberto Espeche Trapani posa con “Perseverancia. La tragedia de una vida real que Shakespeare jamás se hubiera atrevido a escribir”.
Al escribano, jubilado, escritor y vendedor de libros Roberto Espeche Trapani lo dieron por muerto el jueves. La versión llegó a LA GACETA cargada con doble angustia porque no sólo se trataba de uno de los personajes más entrañables de San Miguel de Tucumán: también era, por lo que se sabe, el único testigo directo de la reunión que el juez Enrique Pedicone y el vocal Daniel Leiva mantuvieron el 28 de julio en la cafetería Ohana, donde el segundo habría pedido al primero manipular la causa penal por supuestos abuso sexual y actos de corrupción endilgados al legislador Ricardo Bussi. Mientras un periodista preparaba el obituario, otra empezó a verificar la novedad en el círculo de la cultura. “Falso. Es un homónimo. Acaba de mandarme un mensaje”, dijo una fuente. La noticia de que Espeche Trapani vivía resucitó el interés por dialogar con él sobre el episodio de Ohana. Esta vez aceptó. Reparado de la impresión que se había llevado ante la posibilidad de estar muerto, confirmó el encuentro que había relatado Pedicone en su denuncia del 1 de septiembre. “Yo lo ubicaba (al juez denunciante) y lo reconocí ese día, cuando me acerqué a la mesa”, dijo. Y precisó que no pretendía venderles libros, sino rifas de su obra “Perseverancia. La tragedia de una vida real que Shakespeare jamás se hubiera atrevido a escribir”.
Sentado en las escalinatas de su edificio ubicado a una cuadra y media de Ohana, Espeche Trapani comentó que él está seguro que vio lo que vio porque, luego, se reconoció a sí mismo en el audio que registra la conversación en confitería. “Escuché y es mi voz la que aparece en la grabación”, refirió. Ocurre que el dispositivo iPod captó la oferta que hizo Espeche Trapani y cómo sus interlocutores del Poder Judicial lo despacharon con el comentario de que ya le habían comprado varios libros: esto sucedió antes del pedido de “manejo de las intensidades” del caso de Bussi con invocación de los nombres del gobernador Juan Manzur y del vicegobernador Osvaldo Jaldo (se informa por separado). Se trata de las pruebas que la fiscala Mariana Rivadeneira y el juez Juan Francisco Pisa excluyeron del proceso por pedido de Leiva y de su defensor Esteban Jerez mientras está pendiente el tratamiento de un recurso de per saltum en la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. Mediante ese planteo, Pedicone, y sus abogados Arnaldo Ahumada y Fernanda Battig pretenden revertir la decisión de Pisa de denegarles el rol de querellantes -también lo hizo respecto de la ONG Cedjus-, y de procesar el caso “Leiva” con el régimen escrito y cerrado del viejo Código discontinuado el 31 de agosto.
Una osadía shakespeariana
“Mi abogado y mi hermano me recomendaron no hablar sobre lo de Ohana con la creencia de que no iba a obtener ningún beneficio”, admitió Espeche Trapani. Parece natural que no quiera buscarse problemas. Desde el 86 lidia con las secuelas que le dejó un traumatismo encéfalocraneano, y que le ocasionó la pérdida parcial de la audición, y dificultades motoras y neurológicas, entre otros trastornos. Luego, una hija pequeña padeció otra desgracia. Aún así logró recibirse de notario, pero, ya jubilado por invalidez, su “trabajo” consiste en la venta ambulante de los libros que escribió (en el presente prepara la publicación de “El vendedor insaciable”), y, últimamente, también de alfajores y platos dulces. La pandemia lo golpeó, pero es un personaje que hace los honores al sustantivo “perseverancia”, como lo describió en este diario el médico y escritor César Chelala (se informa por separado).
Espeche Trapani calculó que así, mesa por mesa, llegó a vender 8.500 libros. Y es lo que pensaba hacer esa mañana del martes 28 de julio de 2020 cuando entró en Ohana, el café ubicado en la intersección de las calles Corrientes y Junín. “Sí, me acuerdo algo de ese día. Yo fui a ofrecer mis rifas. Siempre cargo los libros, pero creo que a ellos me acerqué con el talonario. Tenía rifas de las viejas y de ‘El vendedor insaciable’, que es el libro que estoy por publicar en marzo. Soy de ir a Ohana para vender, pero también a tomar algo”, precisó.
Espeche Trapani acotó que tenía la idea de que Pedicone le había comprado una de sus obras en el pasado. “Sabía que era juez. Lo había visto una vez cuando salía de una oficina de los Tribunales penales (de la avenida Sarmiento)”, recordó. Y agregó que a Leiva no lo conocía: “puede ser que me haya comprado libros, como dice en el audio, pero yo no me acuerdo”. Pese a que la voz y el estilo del vendedor son inconfundibles, aseguró que nadie del Ministerio Público Fiscal o del Poder Judicial lo llamó en estos dos meses para corroborar que era él quien aparecía en la grabación. “No, no me hablaron”, informó.
EL LIBRO Y SUS CORRESPONDIENTES RIFAS. Roberto Espeche Trapani muestra el talonario con el que, según recuerda, se acercó a la mesa del juez Enrique Pedicone y del vocal Daniel Leiva en la confitería Ohana.
Contó que en un momento, al ver el revuelo y el escándalo que había generado la denuncia de Pedicone, se le cruzó por la cabeza escribir acerca de aquella mañana en Ohana y que incluso llegó a conversar el tema con su editor Jorge Brahim. “Me aconsejaron que no me meta, quizá por temor”, opinó escogiendo y sopesando una y otra vez las palabras.
Espeche Trapani escribe sobre lo que le acontece y, de hecho, en “El vendedor insaciable” relata sus anécdotas -en tercera persona- con la venta de su autobiografía “Perseverancia...”. Confesó que lo de mencionar a William Shakespeare en el subtítulo era “un tanto osado”, pero que podía permitirse el lujo en atención a la vida dura que le había tocado. “Ahora se vende poco, por eso salgo con las rifas y organizo los sorteos”, comentó (difunde los resultados en la cuenta “Perseverancia y resiliencia” de Facebook). Y con una sonrisa divertida agregó que lo único que había sacado como positivo de la noticia de su muerte era la perspectiva de que sus libros iban a salir más caros.