El alfarismo no entiende los mensajes que les envía el manzurismo. O, peor aún, la incomunicación provoca que se lea en clave de mensaje cualquier acción que roce los intereses del jefe municipal.
La buena relación que había entre Germán Alfaro y Juan Manzur comenzó a sufrir lastimaduras luego de que el gobernador anunciara que San Miguel de Tucumán volvía a etapa de aislamiento estricto, sin antes haber hablado ni comunicado nada al intendente. El mandatario provincial dio marcha atrás a las pocas horas, pero fue suficiente para que el alcalde de la capital elevara la guardia y se preguntara por qué no había habido el intercambio telefónico pertinente, como los que venían manteniendo desde hacía semanas.
A partir de allí, lo que parecía una relación armónica entre gobernador e intendente comenzó a desvanecerse. Alfaro salió con durísimas declaraciones a fustigar al Gobierno por la muerte de Abigail y no dudó en culpar al sistema político que gobernó de haber roto las instituciones, según sus dichos.
Lo que siguió fue la reelección de autoridades en el Concejo Deliberante, donde el alfarismo se quedó sin ningún espacio en la mesa de conducción, y la denuncia de los ediles afines al líder municipal de un pacto de manzuristas y bussistas para complicar la gestión. “Esto está claro; existe una campaña en contra del intendente, que viene de la Legislatura con la protección que recibe Ricardo Bussi, que repercute en el Concejo y que se vio con las declaraciones de la ministra de Salud”, dijo ayer el secretario de Gobierno municipal, Rodolfo Ocaranza. Se refirió a los dichos de Rossana Chahla, que acusó a la intendencia de no colaborar con la provincia en el combate contra el coronavirus.
Desde la visión municipal, todo esto responde a intereses políticos y a las elecciones de medio término que se darán el año próximo. ¿Será así?
Algo puede haber. En la idílica temporada pandémica que mantuvieron Manzur y Alfaro, los líderes habrían intercambiado varias charlas respecto de las elecciones, entre encuentros presenciales y comunicaciones telefónicas. El gobernador, mesurado pero rápido de reflejos, le habría deslizado al intendente que podrían armar “algo” juntos, electoralmente, en 2021. Alfaro le habría contestado algo así como que iba a estar concentrado en que Beatriz Ávila siguiese en el Congreso, preferentemente en el Senado. Habría recibido un guiño de su interlocutor. Todo se habría dado en tono de posibilidades y de “gracia”. Pero se habló.
La estrategia podría haber cerrado para ambos, al menos el haberlo charlado, ya que habría servido para “asustar” -y encolumnar- al oficialismo jaldista, por un lado, y a los radicales otrora aliados, por otro.
Esa posibilidad parece ahora más lejana aún que en aquel momento de las charlas especulativas. De ahí también la extrema sensibilidad del alfarismo ante lo que interpreta como ataques del oficialismo provincial en contra del líder municipal.
En la oposición también toman nota de una cuestión clave: cuando Manzur y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, afinan las cuerdas de la guitarra que los une, los ataques contra los ascendentes opositores se incrementan. Cuando el gobernador y el vice están desafinados, los mimos para los de la vereda de enfrente reaparecen, junto a los dardos para uno y otro de la dupla gobernante.
Alfaro se volvió clave en lo que puede ser un armado electoral de cualquiera de las orillas del río. La avanzada de Mariano Campero por pisar con fuerza en la oposición lo llevó a tratar de sellar algún acuerdo con el enemigo acérrimo de Alfaro: Ricardo Bussi. Eso impediría, en principio, que hubiese un gran acuerdo opositor para disputarle el poder al siempre victorioso peronismo-oficialista.
Si la oposición va unida, con Bussi adentro, el oficialismo sentiría el golpe. Por ello cada tanto coquetea con el alfarismo. Sin embargo, si el sector afín al intendente se niega a compartir espacio con los republicanos, el negocio volverá a ser redondo para el Gobierno: Oposición partida y oficialismo unido. ¿Y si se quiebra la sociedad política gobernante? Ahí también se abre otra historia de especulaciones.
De ahí que, aún en plena pandemia, los mensajes -explícitos o subliminales- proliferen y se lean con atención. Por eso, también, el oficialismo vincula el escandaloso y bochornoso accionar judicial solo con la oposición. No puede admitir que ese poder tambalea de cara a la sociedad y que si se derrumba los escombros caerán sobre las instituciones políticas.