Dolor en las redes por la muerte por coronavirus del docente y filósofo Gabriel González

Familiares y colegas recordaron al profesor, quien falleció a los 74 años.

FILÓSOFO Y DOCENTE. Juan Gabriel González. Foto: Gentileza Luis González Alvo FILÓSOFO Y DOCENTE. Juan Gabriel González. Foto: Gentileza Luis González Alvo
17 Noviembre 2020

El adiós al docente universitario y filósofo Juan Gabriel González quedó reflejado en las redes sociales. En el grupo literario de Facebook "Animarse a gritar", allegados al escritor de 74 años expresaron su dolor por el deceso, producido como consecuencia del coronavirus covid-19. 

"Despido con gran tristeza, con enorme tristeza, a Gabriel González, filósofo, muy cercano al grupo literario Animarse a Gritar y a la revista literaria A Turucuto", redactó Mercedes Chenaut en un posteo.

"Adhiero muy sorprendido. Tristezas golpeándonos sin permiso ni piedad en tiempos de casi desamparo colectivo", agregó Carlos Duguech.

"¡Qué pena inmensa! Por Ali Alvo, compañera amorosa de este hombre que se nos fue. ¡Qué noticia más triste e impensada! Él nos acompañó con su calidez en nuestras últimas reuniones de Animarse a gritar", añadió Gloria Díaz.

Además, sus hijos escribieron una reseña para recordar su trayectoria y su pasión el viaje y por el conocimiento científico.

"Hijo de doña Marcelina Díaz y de don Juan González, inmigrantes españoles radicados en la Argentina a comienzos del siglo XX, Juan Gabriel González nació en la ciudad de San Miguel de Tucumán en su casa paterna, el 22 de enero de 1946. Heredó de sus padres un profundo amor por España, que llevó consigo toda su vida. Hizo sus estudios primarios en la Escuela Bartolomé Mitre, hasta que ingresó en 1957 en el Gymnasium Universitario. El profesor Néstor Alejo Grau le dio sus primeras armas en el campo de la filosofía, y simultáneamente le inculcó el amor por la naturaleza y los viajes, y lo formó en el montañismo.

En 1965 ingresó a la Facultad de Filosofía de la UNT y, en sólo cuatro años, luego de hacer sus prácticas en la Escuela Sarmiento de la UNT, obtuvo el título de Profesor en Filosofía (Magna cum Laude) con una tesis especializada en fenomenología de la religión. Contemporáneo y amigo del filósofo Samuel “Lito” Schkolnik, también fue discípulo de María Eugenia “Genie” Valentié, manteniendo con ambos una estrecha relación de respeto intelectual y cariño que duró toda su vida.

Se instaló en Francia en el año 1969, para estudiar bajo el influjo del recentísimo Mayo francés, y tuvo por maestros a los filósofos Ferdinand Alquié, Paul Ricoeur y Geneviève Rodis-Lewis. Sus trabajos de investigación fueron dirigidos por el propio Alquié. En 1973 obtuvo el título de Magíster en Filosofía Moderna, luego de estudiar en las universidades de París, Lyon y Grenoble. Regresó a Tucumán por un breve lapso (1971-1975) tiempo en el que trabajó en la redacción de La Gaceta y como profesor de Filosofía en la Escuela de Periodismo de Tucumán. También comenzó su carrera de docente universitario en esos años: fue Jefe de Trabajos Prácticos de las cátedras de Introducción a la Filosofía e Historia de la Filosofía Moderna (UNT), Auxiliar Docente Graduado de Integración Cultural II (UTN) y JTP de Estética y Filosofía de la Ciencia (UNSTA).

Entre 1975 y 1978 estudió en el Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México, del que fue uno de sus primeros egresados. Allí trabajó guiado por figuras como Octavio Paz y Kenzaburo Oé, quien luego sería Premio Nobel de Literatura, obteniendo el título de Magíster en Cultura Oriental (especialidad Japón). Su incansable espíritu viajero lo llevó a emprender viaje nuevamente en 1978, para continuar sus estudios en Japón. Permaneció allí tres años en la isla estudiando las religiones sincréticas japonesas y desempeñándose como profesor de inglés y francés.

Apasionado por el conocimiento, amante del cine, la literatura y los idiomas, se permitió dar la vuelta al mundo con sus viajes de formación, y así poder recorrer los cinco continentes. Su pasión y dedicación al conocimiento de la diversidad de culturas y de lenguas lo llevó a aprender francés, inglés, portugués, italiano, alemán, japonés y hasta un poco de ruso. De esa forma buscaba poner en práctica sus conocimientos cada vez que viajaba. Su interés por ir a la médula de las culturas lo llevaba a incursionar especialmente en el humor de cada país que conocía, en los que aprendía chistes que luego relataba al encontrarse en cualquier ocasión con un nativo que se le cruzara, y con los que solía establecer simpáticas charlas.

Regresó a la Argentina en 1981, para instalarse primero en la Universidad de Salta, donde fue Profesor Adjunto de Filosofía de la Ciencia. A partir de 1983, por extensión de funciones, comenzó a dictar Introducción a la Problemática Filosófica, Filosofía del Lenguaje y Metodología y Práctica de la Filosofía.

A fines de 1985 ganó un concurso para el cargo de Profesor Titular de la cátedra Integración Cultural II (que luego pasaría a denominarse Ingeniería y Sociedad) en la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Tucumán, institución a la que dedicó buena parte de su vida. Así, en 1986 se radicó definitivamente en su ciudad natal. Juan Gabriel González formó en ciencias sociales a varias generaciones y a centenares de ingenieros de Tucumán y del Noroeste. Su amor por los libros lo llevó a instalar un negocio de “nuevos y usados” en Salta, al cual llamó -de manera no exenta de humor- “La Revisteca”. Solía recorrer los suburbios de Salta en compañía de su hijo a “la caza” de ejemplares para su negocio. Al volver a Tucumán, lo instaló bajo un nombre renovado -“La Biblioteca de Tucumán”- en la Avenida Avellaneda, esquina Honduras y la atendió personalmente durante muchos años. Desde entonces, su vida giró en torno a los libros, la filosofía, la docencia y la cultura.

En este sentido, y a pesar de provenir del campo de las humanidades, sintió a la Universidad Tecnológica Nacional como su propia casa. Desde allí, abogó por una política cultural como parte esencial de la formación integral del ingeniero y encontró en muchos de sus colegas a personas comprometidas con las mismas ideas. Armó ciclos de cine, mesas de debate, organizó encuentros, dio conferencias, redactó discursos, condujo actos conmemorativos y formó a la generación que ocupa actualmente la cátedra de Ingeniería y Sociedad. Fue consejero departamental, director del área de Cultura e Idiomas y representante de la Facultad Regional Tucumán en el Comité Editorial edUTecNe (Editorial de la UTN). Su gusto por la lengua castellana y la exploración de las etimologías y la importancia que le otorgaba a la buena escritura lo llevaron a dictar un taller de expresión oral y escrita en la UTN que se repitió con notable éxito, durante varios años. Que dicha Universidad diera continuidad y profundizara un abordaje social y cultural del fenómeno tecnológico, sería hacer un justo homenaje en su memoria.

En el ámbito de posgrado, desde 1998, fue miembro del Comité Académico de la Maestría en Enseñanza de la Matemática Superior de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNT. También dictó cursos de posgrado y fue jurado de concursos en distintas universidades nacionales de las provincias de Buenos Aires, Salta, Córdoba, Santiago del Estero, La Rioja y Chaco, entre otras. Publicó numerosos manuales para las asignaturas a su cargo y artículos de opinión. Muchos de sus escritos, sobre todo de ficción, permanecen inéditos.

Juan Gabriel González fue un docente muy querido y recordado por sus estudiantes, de los distintos niveles educativos donde trabajó. Era común que, cuando ascendía caminando por su querido cerro de San Javier, sus alumnos y ex alumnos lo saludaran por el camino y hasta desde los parapentes. Fue docente de enseñanza media en el Gymnasium Universitario (donde se convirtió en una figura central de las célebres “Sátiras” en las que los estudiantes encarnaban actoralmente a sus docentes) y tambièn del Profesorado de la Escuela de Bellas Artes. Fue muy querido por sus estudiantes, así como polémico desde su ateísmo militante y desde su mirada crítica de la humanidad y del conocimiento pseudocientífico. Viajero incansable, luego de su jubilación, continuó recorriendo el mundo año a año, como fue siempre su pasión.

González se definía como un materialista racionalista y, tal como su colega Bertrand Russell, su vida fue gobernada por tres pasiones, simples, pero abrumadoramente fuertes: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad”. Falleció el 15 de noviembre de 2020, a los 74 años, luego de más de 50 años dedicado a la filosofía y la docencia, rodeado por el amor de su esposa, sus hijos y sus nietos".

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