Una tucumana advierte desde España: “una segunda ola en Argentina tendría consecuencias nefastas”

Desde Barcelona, la infectóloga María Montero cuenta la situación de Europa, cómo se ve al país y qué se dice de las vacunas.

EN BARCELONA. Montero contó que aumentaron los casos de coronavirus, que hay toque de queda desde las 22 y restricciones de circulación. EN BARCELONA. Montero contó que aumentaron los casos de coronavirus, que hay toque de queda desde las 22 y restricciones de circulación.

Que al personal sanitario hay que cuidarlo como a oro; que hay que trabajar a destajo en la responsabilidad individual; que se debe tomar conciencia de que el virus existe, enferma y mata; que hasta que haya una vacuna, la mejor “vacuna” es la mascarilla, la distancia, el lavado de manos y ventilar bien los ambientes; y que es mejor no ser optimistas sobre lo que deparará 2021, para no bajar la guardia y, en todo caso, sorprenderse luego.

Estos conceptos resalta María Milagro Montero, una infectóloga tucumana que está en la primera línea de fuego contra la covid-19, en Barcelona. Sus ojos han visto la peor cara de la pandemia desde las trincheras del Hospital del Mar, con unos 25 ingresos graves diarios. Su cuerpo y su mente han padecido el agobio de tener que sacar fuerzas de donde no las hay para brindar asistencia. Y lo está viviendo nuevamente, con una segunda ola en Europa.

La médica cuenta que a partir de mayo se aplacó la pandemia, pero que la situación se fue nuevamente de las manos con las flexibilizaciones de verano. “Fue matemático: se liberaron las medidas e inmediatamente tuvimos más casos”, dice a LA GACETA, con una tonada que evidencia que lleva dos décadas en España. Y se expresa preocupada por lo que pueda pasar en Argentina, a pesar de que la vacuna asome en el horizonte. Por eso insiste con que cada individuo debe ser consciente de mantener sus propias medidas aunque el Estado relaje restricciones. “Sin dudas, una segunda ola en Argentina tendría consecuencias nefastas; empezar a hablar de una segunda ola cuando la primera no está resuelta es muy grave”, subraya.

Una de las frases de Montero en la pandemia es: “esto te une o te hunde”. Remarca también que es clave cuidar al personal sanitario. “Es el oro que podemos tener como comunidad”. Y explica por qué: “no va a haber recursos humanos en la segunda ola. Y la consecuencia (de la segunda ola en Europa) fue relacionada con la relajación de las medidas, porque seguimos sin vacuna. La única ‘vacuna’ con la que contamos es el distanciamiento, el uso de mascarilla, el lavado de manos, el no hacer reuniones… En Argentina va a ser con una magnitud peor de la que está siendo ahora, por eso preocupa. Tal vez cuando llegue la segunda ola tengamos la vacuna, eso siendo muy optimistas”, expresa.

-¿Qué se dice de las vacunas?

-Es como llegar a la luna. Tenemos 10 naves que quieren llegar, porque son más o menos 10 las vacunas. Están preparadas para cumplir los requisitos básicos para ser aprobadas por organismos internacionales y nacionales, que avalen que son seguras. Aquí están la de Janssen, la de Pfizer… En mi zona se habla muy poco de la rusa; no porque sea una mala, en absoluto. Estas 10 vacunas tienen mecanismos de acción diferentes, pero todas tienen que tener un 70% mínimo de efectividad. Se habla de que alguna estará preparada para estar en acción en el primer trimestre de 2021, siendo muy, muy optimistas. Otras personas dicen que finales de 2021. ¿De qué depende? De que las últimas fases de la aprobación de las vacunas salgan bien, lo cual nadie sabe. Ahora ninguna pasó la fase final.

-¿Por qué piensa que en la Argentina se dice que ‘ya llega’?

-La vacuna rusa fue de las pioneras. Hay mucho prejuicio, y eso no es bueno. Nos estamos basando en cosas muy poco productivas. Sé que está la posibilidad de que la vacuna rusa esté en breve porque está en las últimas fases de investigación y que puede ser igual de segura que la de Pfizer. El mensaje es que, cuando haya una vacuna, nos vacunemos todos. Es la única herramienta. Si viene la segunda ola, la mitad de los sanitarios no estará a disposición; los recursos están agotados. Creo que lo único que los puede salvar de la hecatombe total es la vacuna.

-Hay cierta desconfianza de un sector a las vacunas...

-El mundo tiene organismos reguladores oficiales que van a asegurarnos que esta vacuna sea segura. Estamos viendo casos gravísimos (de covid). Eso, frente al efecto adverso posible, que puede ser un poco de fiebre o dolor muscular, no puede ser grave. Para eso está la fase 3 y la regulación. Que vaya rápido la vacuna es porque el mundo se está hundiendo por el coronavirus y toda la energía se puso ahí.

-¿Por qué habla de un mínimo de 70% de eficacia de la vacuna?

-Es como una ley. Tiene que ser por lo menos 70% de control de la infección. De la vacuna de Pfizer se dijo 95%, la bolsa se fue al pico y todavía no están publicados los resultados en una revista científica. Decir cuál de las vacunas es más efectiva... Todavía no tenemos ni siquiera los resultados individuales, menos vamos a tener la comparativa. No puedo saber si la de Pfizer es mejor que la rusa o la de X laboratorio. La diferencia es el mecanismo de acción. Lo que tiene que pasar es que eviten los cuadros graves.

-¿Qué se está viendo en la segunda ola?

-En la primera ola vimos gente más vulnerable, por pluripatologías, pacientes geriátricos, crónicos complejos... Fueron los primeros en caer y en fallecer, y eso es lo que arrasa la primera ola. Pero a partir de allí, tuvimos pacientes de todas las edades. Había gente con muy pocos antecedentes de base y joven; la edad media baja. Pensemos que la primera ola arrasa a la gente más vulnerable, mayor, por lo cual aparece gente de menor edad. Como factor de riesgo de gente joven, lo que más vemos es la obesidad. Si hay algo en lo que hay que trabajar como medida preventiva es la importancia de la calidad de vida. De cómo uno come y de cómo vive.

-¿Cómo ve la situación acá?

-Mi sensación es que hay muchos sanitarios mal, graves. Seguramente los recursos no son los mismos que aquí. Creo que el manejo está muy generalizado. La formación y la calidad asistencial del médico es igual allá que aquí, estamos muy parejos. La diferencias son los medios económicos, la estructura, a dónde llegan esos pacientes y la falta de recursos. Creo que no sabemos de verdad qué es lo que está pasando, porque si entre los médicos sabemos que hay casos gravísimos, que hay mucho fallecimiento, imagínate la gente que no tiene acceso a ser censados.

-¿Flexibilizar con una meseta alta puede traer algún tipo de complicación en lo sanitario?

-Aquí fue matemático: se liberaron las medidas e inmediatamente tuvimos más casos. La situación socioeconómica es tremenda, es la otra cara de la moneda. No creo que ningún sanitario viva al margen de lo que es decir que se cierren los restaurantes. Es una medida que angustia. Serán tremendas las consecuencias económicas y sociales; todavía no las vimos. Ahora estamos viendo los muertos y los graves; importa que no muera gente. Si el Gobierno decide liberar, tiene que haber responsabilidad individual. Concientizar, trabajar en el individuo. Que vaya al bar, dos personas, con mascarillas, se sienten alejadas de otras personas. Que sean coherentes y que tomen conciencia de que esto es verdad. Trabajemos en el individuo, que tenga responsabilidad cívica.

-¿Qué reflexión dejaría?

-Una vez más el mensaje es que pensemos que nos puede pasar antes que pensar que no; trabajemos en la conciencia individual de la gente. Si las medidas se relajan, que cada uno tenga conciencia de mantener sus propias medidas, aunque esté todo abierto. Trabajemos en saber que esto está pasando a día de hoy. Están colapsados los centros sanitarios. Hay gente grave, joven sin antecedentes patológicos y las consecuencias son brutales.

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