Los cierres de año suelen generar, en gran parte de la sociedad, una sensación de esperanza y optimismo. Es posible que por estos días eso se haya acentuado. A pesar de que el pronóstico económico y sanitario no es promisorio, existe una especie de urgencia por dejar atrás un año duro, repleto de perdidas (en todos los sentidos), angustia, encierro y muerte. Es como que la incertidumbre por lo que se viene es preferible a la certeza de lo que nos deja 2020 (aunque hay varias luces rojas que indican que nada mejorará demasiado a partir del 1 de enero).
Si esta es una sensación generalizada en la sociedad hay algunos sectores que posiblemente tengan aún más expectativas con respecto al comienzo del nuevo año -en general- y al de la temporada de verano -en particular. Se trata de aquellos que se dedican al turismo (en sus distintas variantes) y a la gastronomía. En el caso de Tucumán, el optimismo está puesto en el hecho de que muchos tucumanos pasarán el verano en la provincia y gastarán su dinero en las villas turísticas, especialmente en Tafí del Valle.
Desde hace varios años (quizás un par de décadas), los eneros en Tafí dejaron de apacibles. Se convirtieron en días frenéticos, repletos de actividades, festivales, fiestas y multitudes. Los fines de semana, miles de personas suelen abarrotar sus calles, bares y hospedajes con la intención de escapar del agobiante calor de la ciudad y disfrutar de “la movida”. Al punto que muchos veraneantes prefieren alquilar sus casas durante el primer mes del año y retornar al Valle recién en febrero, cuando la afluencia de visitantes circunstanciales disminuye mucho.
En el arranque de 2021 este panorama se multiplicará. Empresarios de distinta envergadura, emprendedores, comerciantes grandes y chicos, hoteleros, dueños de campings, gastronómicos y artesanos (por solo nombrar algunos rubros) apuestan a reactivar algunos de los sectores más afectados por la pandemia y, particularmente, por la extensísima cuarentena que decretó el Gobierno argentino. De estos rubros dependen de manera directa e indirecta miles de familias que la pasaron muy mal durante el 2020.
Propietarios de bares y restaurantes de la capital, Yerba Buena y otras ciudades abrieron sucursales en Tafí. Responsables de hoteles, hosterías, hostels y campings esperan con ansiedad la llegada masiva de visitantes que ocuparán las camas que ofrece la villa turística. Operadores de servicios turísticos (desde los que alquilan caballos hasta los que organizan grandes excursiones en 4x4, treeking, mountain bike, etc) ajustan los detalles para estar a la altura de una temporada que se presenta muy promisoria. Inclusive en medio de una brutal crisis económica.
Pero también dispara una alarma. La experiencia demuestra que enero siempre tuvo un aspecto anárquico en Tafí del Valle. No suele ser habitual percibir en las autoridades la voluntad o la fuerza suficiente para hacer respetar un abanico de normas diversas: desde las básicas de tránsito (recordemos los cuatriciclos, por ejemplo) hasta otras más complejas, como la prohibición de instalar boliches o bares en zonas residenciales, cosa que ha ocurrido en años anteriores.
Veamos algunos ejemplos concretos: ¿este año se evitarán las multitudinarias reuniones de jóvenes y adolescentes que los fines de semana estacionan sus autos en las calles cercanas al Club de Veraneantes, ponen música a todo volumen y consumen bebidas alcohólicas durante buena parte de la noche? ¿Se planificaron operativos para controlar que los bares respeten las medidas de aislamiento y no se conviertan en boliches durante la madrugada? ¿Cómo se controlará que se cumpla las normas básicas de aislamiento en los hospedajes? ¿Y las fiestas privadas en residencias particulares, la música a todo volumen en cualquier momento del día, las picadas, el descontrol en el tránsito, los cuatriciclos, las motos, los caballos sueltos y un larguísimo etcétera?
Acompañamos y celebramos la oportunidad de que el sector privado pueda arrancar el año con un panorama promisorio. Pero esperamos que las autoridades –principalmente-, los empresarios, comerciantes y emprendedores estén a la altura del desafío que presentará esta temporada de verano. De este compromiso dependerá que el balance sea positivo en todos los sentidos y no sólo en el económico.