Recomendaciones: 16 libros para el verano

Recomendaciones: 16 libros para el verano TELAM
03 Enero 2021

Ofrecemos una selección de títulos de publicación reciente a partir de las críticas de nuestros colaboradores a lo largo de los últimos doce meses. Novelas, cuentos, ensayos, poesía. Policiales, infantiles, textos de divulgación científica, reconstrucciones históricas. Libros raros, clásicos reeditados, novedades extranjeras y producciones tucumanas.

Una historia de amigos en el exilio: Secretos, recuerdos y conflictos en la diáspora

Como polvo en el viento es la historia de un clan de sobrevivientes que han sido condenados a la diáspora en Barcelona, Estados Unidos, Madrid, Puerto Rico, Buenos Aires.  Pero la amistad y el amor predominan sobre la desintegración. Cuba es “un país maldito y los cubanos su peor maldición”: Sin embargo, no pueden desprenderse de la isla. Como si lo que quedó de ellos en los otros -afectos y miedos- no desapareciera nunca. El crimen es uno de los agujeros negros. Padura emplea los recursos de la novela policial y del relato de reconocimiento, uniendo hilos de distintos gestos narrativos:  Muestra un “exilio eterno”, en las historias de Clara, Elisa, Bernardo, Darío, Irving, Horacio, Liuba y Fabio, Walter, Ramsés, Joel, Fabiola, Guesty, Marissa y Montse, todos personajes dañados por “los recuerdos o la nostalgia o la culpa. O el odio.”; manchados por la corrupción y el desengaño, pero, al mismo tiempo, ligados por la amistad.
En Como polvo en el viento se dan cita historias que se entrelazan y bifurcan y mostrando infortunios y grandezas: “es como si no existiéramos, es como si fuéramos fantasmas, o los invisibles… No estamos en la memoria de nadie y nadie está en la memoria de nosotros. Somos y a la vez no somos, y van a pasar una pila de años para que empecemos a ser algo más que espectros… acá no somos lo que allá éramos”. Por eso hay que recoger la memoria compartida.

Carmen Perilli

Una inmersión en los años 70 desde los márgenes: Discursos, poder y confesiones insoslayables

La historia presenta tres líneas narrativas que se cruzan y conectan a lo largo de la trama, tres confesiones que irrumpen insoslayables: la historia de Mirta López, la abuela del narrador, en una doble dimensión temporal; el relato del turbulento momento de Mirta adolescente, en la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, cuando la emergencia del deseo sexual entra en tensión con el discurso presente del cura del pueblo -es decir, de la institución eclesiástica- que no es otro que el discurso de represión a la pulsión sexual, y como esta prohibición opera directamente sobre los cuerpos. El deseo prohibido de Mirta López, que explora su intimidad a escondidas, lo tiene como objeto de su imaginación a un joven Jorge Rafael Videla que transita el momento previo a su ingreso al Ejercito. Por otro lado, la novela cuenta los pormenores del Plan Gaviota por parte de la organización PRT-ERP, en el año 1977, que tuvo como objetivo hacer estallar al avión que transportaba a toda la jerarquía política de la dictadura -Videla y toda la cúpula del gobierno militar- en un viaje desde Aeroparque hacia Bahía Blanca. Un atentado diseñado y perpetrado desde los arroyos subterráneos que habitan las profundidades de la ciudad de Buenos Aires. Por último, un juego de truco entre Mirta López -ya mayor, en un geriátrico como escenario- y nuestro narrador. Una delación cometida en el pasado, que aparece como confesión a su nieto, y que transformaría para siempre el destino de Mirta en tragedia; la estigmatización del otro, en una época que condenó con la muerte a toda actividad individual y colectiva que se desviara de la normalidad social.

Ezequiel Mario Martínez

Versátiles pájaros oscuros: colección de cuentos de la ganadora del Premio Clarín de novela

Una veintena de cuentos donde anida la ductilidad para mudar de enfoques, tonos y ópticas narrativos, textos dueños de un andar lánguido o vertiginoso, atravesados por el humor negro, la desazón, la parodia o ese difuso territorio que ha dado en llamarse incorrección. Ambientados en el ecosistema porteño, en general, pero también Manhattan o un par de pueblos ignotos del interior, y con una variedad temática que los vuelve eficaces en su conjunto: el amor y el desamor como recurrencia; la muerte (en su instantaneidad, sugerida a través de la ancianidad o una jaula sofocante, o certificada en velorios y cementerios); la violencia hacia la mujer en “Un agujero esconde una casa”, que remite de inmediato al “Patrón” de Abelardo Castillo; la pedofilia en “Roberto”, donde el conejo de Cortázar ya no se vomita, sino que está...; “Rosa Bombón”, bizarro instructivo para suicidas despechadas en cinco pasos (“¿Cuál es el propósito del amor? Deprímase por no saber la respuesta”); los avatares de un hombre abandonado y su gato llamado Nietzsche en medio de un River-Boca; “Las cajas de Unamuno”, que no refieren al escritor español (aunque se lo cite fugazmente) sino a los ¿delirios? de una pasajera de taxi; la realidad doméstica alterada por un cuerpo que cae al vacío en “Un sonido liviano, rápido y monstruoso”.

Hernán Carbonel

Las máscaras de un “lobo estepario”: historia en la que el amor es una polifonía de situaciones

Con la presencia de lo autobiográfico y del monólogo, corporizados a través un existencialismo - romántico, se construye un narrador indolente, impenetrable que se propone averiguar la razón del cierre de la florería del barrio, lo que en realidad es la ruta para desenmascarar una existencia en conflictos.
Un retrato que guarda un secreto provoca cierta rememoración en el protagonista. Él, un escritor renombrado, trabaja en una novela en la que pretende entender a las mujeres. El observador, paradójicamente, no sabe mirar en profundidad su objeto de estudio, ni observar lo propio; ¿una manera de escapar mediante un simulado “autismo”?; ¿un modo de no hacer frente a la complejidad de las cosas que se instalan en su entorno? Encerrado en sí mismo, como un “lobo estepario”, siente que la existencia le está dando un “tiempo suplementario”…
Un texto bien escrito, irónico, sin el perfume de las flores del mundo sino avasallado por la oscuridad de la condición humana, en la que el amor es una polifonía de situaciones, y el sujeto, una construcción disonante de debilidades, de actos monstruosos, de miedos y silencios. Todo el universo del hombre bajo la complejidad de la existencia y la arbitrariedad de los deseos.

Liliana Massara

Todas las vidas posibles: una escritura que muestra las sombras y las luces de la vida cotidiana

La transformación de un personaje, se sabe, es la esencia de una novela. La novedad en Anagramas (Eterna Cadencia, 2020), la primera novela de Lorrie Moore que vuelve a editarse en estos días, es que bajo los mismos nombres, los protagonistas cambian de trabajos, experiencias, vínculos como si vivir fuera adoptar todas las formas posibles, es decir, ser otros en el sentido más lineal de la palabra.
A ver si las escenas sucesivas aclaran la estrategia de la escritora norteamericana: Benna Carpenter canta en un club nocturno y es indiferente a su vecino Gerard que la ama; Benna Carpenter es profesora de aerobics para ancianos y está enamorada de Gerard, pero él está demasiado preocupado por su música; Benna Carpenter es profesora universitaria y Gerard su asistente; y finalmente, Benna Carpenter es profesora y las hormigas invaden su departamento, Gerard, esta vez, es su mejor amigo. Las historias no solo son independientes, sino que parecen mantener solo los nombres de los personajes, que tienen vínculos e, incluso, personalidades diferentes. Solo que los fragmentos no logran armar una totalidad, y muy lejos de eso, resultan piezas ingeniosas y por momentos superficiales. Sin embargo, el verdadero problema parecer ser qué idea de hacer anagramas desplazó la textura de la historia, el carácter de los personajes y toda posibilidad de revelar lo particular detrás de personas ordinarias, es decir, todos los rasgos centrales en la escritura de la autora.

Verónica Boix

Un puente literario: recoge múltiples voces de autores tucumanos

Arbitraria como toda antología, claro, radiografía al fin, vínculo entre diferentes generaciones, una forma más del pinta tu aldea, es un “mapa íntimo y público de aquellos que viven en la esquina de mi casa y que, al mismo tiempo, escuchan las sirenas de la tradición rusa, norteamericana o islandesa”, como dice Fabián Soberón en el “Estudio preliminar”.
En El puente aparecen Juan José Hernández, Elvira Orphée, Máximo Chehín, Jorge Estrella, Daniel Dessein, Rogelio Ramos Signes, Tomás Eloy Martínez, y también Horacio Elsinger, María Lobo, Dardo Nofal, Gabriel Guanca Cossa, Julio Ardiles Gray, Sebastián Ganzburg, César Di Primio y María Belén Aguirre, Samuel Schkolnik, Florencia Méttola, Alejandro Nicolau, Osvaldo Fasolo, Sara Rosenberg, Lorenzo Verdasco, Santiago Garmendia, Alberto Rojo, Hugo Foguet y Eduardo Rosenzvaig.
En los textos conviven lo que ya no está, lo evocativo, lo superfluo, el humor, lo femenino, lo político, el policial, la crueldad, el mar -o su inexistencia-, el pop, el realismo -en sus varias acepciones-, el surrealismo, lo teórico y lo poético, la intertextualidad y una vasta amplitud temática.

Hernán Carbonel

Historias fantásticas sobre la exploración de otro planeta: a 70 años de su primera edición

Se cumplen 70 años de la primera edición de esta joya literaria del llamado “poeta de la ciencia ficción”. Una obra que no pierde su vigencia. El libro reúne una serie de relatos, estructurados temporalmente, que mantienen su referencia contextual a lo largo del libro; el arribo del hombre a Marte. Crónicas Marcianas narra distintas historias con el eje puesto en la colonización del planeta rojo luego de que la Humanidad padeciera una guerra atómica con consecuencias devastadoras, teniendo que abandonar la Tierra. A pesar de la posibilidad fundacional que abre esta nueva etapa -y un hipotético nuevo comienzo- se arrastran viejas mochilas; la estigmatización del diferente, la pulsión del hombre por la dominación, el racismo, el consumo compulsivo, o el abuso de los recursos naturales. También están presentes los interrogantes existenciales que han acompañado al ser humano desde siempre, con una fuerza renovada por el abrupto cambio de hogar: la relación siempre compleja entre el ser humano y la naturaleza, su lugar frente a la inmensidad del universo, o la existencia de un Dios son algunos de los temas que atraviesan a los cuentos reunidos en este libro.
El estilo narrativo bello y directo de Bradbury, lleno de metáforas, nos atrapa desde las primeras páginas. Estos cuentos fantásticos sobre el descubrimiento y la exploración de otro planeta, que en realidad nos hablan de nuestra propia vida, nos invitan a su lectura una y otra vez.

Ezequiel Mario Martínez

La aventura de medir el mundo: una historia sobre las mediciones

Este libro que “tiene un ancho de 21 centímetros, una altura de 11 pulgadas, un espesor de un grano de cebada…” es una puerta a la desconcertante manera en que las personas elaboraron estrategias para medir aquello que resultaba inconmensurable a simple vista. Así es como nos enteramos que “la pulgada medía más en Francia que en Inglaterra y más en Inglaterra que en Roma; que los egipcios usaban medidas relacionadas con el ancho de la mano como palma y puño; los mayas, en cambio, tomaban medidas asociadas al largo de las piernas como “la distancia del pie a la rodilla”. Nos enteramos que hace más de 5.000 años los sumerios medían el paso de las horas por medio del movimiento de la sombra de un eje vertical o que existieron “horas canónicas”, como el “laudes” a partir de los salmos:” siete veces al día te alabaré”. Hasta el siglo XIX, ¡cada ciudad tenía su propia hora! Unos minutos de diferencia no traía mayor mayores inconvenientes hasta que llegaron los ferrocarriles. ¡Huelga explicar las complicaciones! Con estos pintorescos relatos y maravillosas ilustraciones, el libro nos enseña en una tirantez fascinante entre lo lúdico y lo científico, entre la diversión y el conocimiento.

Graciela Jatib

Buena puerta de entrada para lectores primerizos: un ser especial que regala sueños

Este es un libro que habla cuando se lo observa, y no importa la edad que tengas (aunque aparenta ser para niños) lo ves, y es amor a primera vista. Puede reescribirse a través de sus imágenes. La impecable edición posee una portada cuidada al detalle, con solapas grandes en donde comienza la historia breve cuyo principal personaje es un misterioso y mágico Él, que se mira, pero no se nombra. Cada noche, cuando se encienden las estrellas, el señor de los sueños comienza su tarea. Pero a veces hasta él necesita que le regalen un sueño, dice la autora.  
En todo el libro priman los azules, amarillos-dorados, y dentro de esa armonía, implosiona una fiesta de colores. El texto no se afianza a ellas, porque ellas tienen vida propia, aunque ambos mundos se entrelazan. La autora utiliza con pericia, imagen, color y letras. Al ser breve, se convierte en una excelente opción para los primeros lectores, pero incluso, para un apasionado del diseño o la fotografía.
Además del disfrute para los más chiquitos resulta interesante para los adultos que gustan de la reflexión y el color, esa extraña unión entre mundos vinculados. No se pueden comprar los sueños, al menos algunos, pero podemos acceder a un libro que nos hable de ellos.

Mónica Cazón

Cartas que nos sumergen en el Tucumán del siglo XIX: historias familiares, amorosas y del día a día

Un “encantamiento” provoca el libro de Florencia Aráoz de Isas: Viejas Cartas de amor y otras historias (1805-1887). Es un libro sobre el amor, se piensa, entre Doña Francisca Aráoz de Aráoz (1842-1903) autora de las cartas y Don Domingo Segundo Aráoz, su esposo. (--1898) escritas entre 1868 y 1886. Si Florencia hubiera escogido este enfoque al analizar las casi 100 cartas de Francisca, su destino hubiese sido otro.
La mirada investigadora y perceptiva de Florencia Aráoz, frente a un siglo XIX históricamente difícil, convierten esta obra en un libro especial por sus fuentes, las cartas.
Viejas cartas de amor… no es una historia de Tucumán en sí, pero su temática supera pesadas cronologías e introduce en la médula social subjetiva y material del Tucumán de la época. Centrada en una elite social liberal, la de la familia Aráoz, Florencia penetra en aquella vida provinciana sencilla a la que ella da profundidad. La cercanía familiar afectiva, no le impide ejercer con solvencia su oficio y escribir sobre sus antepasados comprometidos con la Independencia, sin caer en una historia tradicional de heroísmos.
Florencia opta por las cartas que narran la vida: amorosa, cotidiana, familiar.

Judith Casali de Babot

La aventura de una abuela con su nieta: descubrimientos conjuntos de una vida que empieza y otra que termina

Una abuela y su nieta Sophia emprenden, en esta novela episódica de la finlandesa Tove Jansson, la aventura de descubrir la maravillosa realidad que las rodea en una isla del archipiélago finlandés. Pero lo hacen, a veces a regañadientes, desde la mirada de la otra. No es una relación idílica. Son dos personas de carácter explosivo y que no reconocen voluntad que las someta. Son independientes y no se conforman con respuestas ajenas.
Sophia es curiosa e intempestiva. El no tener a su madre pareciera que la ha llevado a desarrollar una especie de sabiduría temprana y sus resoluciones y afirmaciones tienen la contundencia del que bebe el mundo a bocanadas furiosas. En el otro extremo, la abuela. Una vida que se va marchitando y que debe aceptar reglas impuestas. Pero es una rebelde nata: fuma a escondidas, irrumpe en propiedad ajena y se aventura en los peligros de la naturaleza aunque sus piernas doloridas y su bastón traten de impedirlo. No acepta dejar de saborear la vida.
Como si se tratase de un ciclo natural, la vida que termina y la que empieza se encuentran en el mismo plano y una ayuda a la otra a seguir su curso. El entorno natural, que cobra un protagonismo con belleza propia, es el escenario perfecto para que esas dos vidas fluyan y se enriquezcan mutuamente.

Juan Francisco Baroffio

El más inspirado vocero de “lo pequeño”: poemas que eluden las grandes revelaciones

En uno de sus más notables poemas -“La poesía”- Santiago Kovadloff confiesa: “Sólo sé extraer poesía de la piedra. / Cavo en lo ordinario, me sumerjo, doy con ella, / pez que atrapan mis dedos en lo íntimo del barro”. Y agrega algo definitorio, en mi opinión, de su particular modo de poetizar: “Viejas perchas, botones, el fulgor de un dedal / que insiste entre mis lápices / tazas que fueron de Kiev y escaparon al olvido…”
Su inspiración elude “las grandes revelaciones” y celebra los más pequeños, los más modestos objetos, aquellos que probablemente escaparían al campo visual de los poetas icónicos: “el espejo donde me miro”, “Costuras”, “Cena en un restorán”. Esa es su paradójica originalidad en este poemario: la del gran poeta de lo pequeño, o, mejor, de lo que hasta él parecía pequeño, indigno de un protagonismo. En pintura, un Rembrandt, un Van Gogh, a través de quienes descubrimos el esplendor de una simple costurera de barrio o la maravilla elemental de una silla de mimbre.
Desde luego que nunca “lo pequeño” tuvo un vocero tan insigne e inspirado; alguien capaz de definirse con singular destreza: “No soy un escritor, soy lo escrito”.
Santiago ensayista, filósofo, poeta, periodista; Santiago polígrafo ¿ha enriquecido esos géneros tan diversos o son ellos quienes lo enriquecieron a él? Lo cierto es que El visitante nos convoca a visitar a su espléndido anfitrión.

Fernando Sánchez Sorondo

Espléndido ejercicio literario: textos surgidos del desafío de la red social

La originalidad del emprendimiento de Mercedes Chenaut agrega valor a su último libro desde su impronta de escritora con vasto oficio, tanto por sus otros libros (Testimonio de un elegido, Elegí un tumor, Tremendas y Madres terribles y otros relatos huérfanos)  como por sus 27 años de un grupo literario al que le insufla el sentido de su denominación: “Animarse a gritar”.
Una singular característica de esta edición es que -día a día- como bien advierte la autora, los textos son “nacidos de desafíos de la red social (Facebook) en su sección “¿Sabías que?”.  Y agrega, para mejor comprender ese abordaje literario: “De esos interrogantes superficiales, tontones, sin pena ni gloria, intenté respuestas con mucha o poca pena (y - ojalá- alguna gloria)”.
brazos…porque tienes brazos; claro que sí, amigo. Estoy descansando en ellos”.
Textos breves, intensos, personalísimos. Algunos poemas y una desnudez del alma que ella misma explica en esa parte del volumen  que ocupa 40 de las un poco más de 300 páginas: “Textos impúdicos. Publicados en las “Notas” de Facebook que ofician de verdadero blog. Se trata de escritos que me delatan, me desnudan, me sanan. Por eso están aquí. A la vista de todos”.  
Su “Poema tendrás” cierra con unos versos definitorios:  “La verdad es lo único que funciona / y a eso no hay con qué darle.”

Carlos Duguech

Policial italiano, con Roma de fondo: la taxista Debora Camilli trata de desentrañar un asesinato

Nora Venturini, directora teatral y guionista, nos presenta a la taxista Débora Camilli, Siena 23, que se involucra en la investigación de casos policiales en la Roma actual…
El lector recorre con Siena lugares como via del Corso, Campo dei Fiori, Trastévere, un pub en San Lorenzo o las playas de Ostia. En la segunda novela, la estación Termini y vía Marsala, a la altura del albergue de Cáritas, constituyen el ámbito donde los sin techo acomodan sus bolsas de dormir y donde los edificios ruinosos de los inmigrantes contrastan con joyerías de lujo.
Débora Camilli tendrá un papel importante en la investigación policial como también en la vida de quienes la rodean, no es la mujer perfecta, ni la amiga confiable ni la amante total, simplemente sabe conducir su taxi, inmiscuirse en casos policiales y sacarse, con dos mujeres sobrevivientes de la violencia, una buena selfi en el Monte Pincio, con el rojo cielo, el río como fondo y una miríada de luces. No en vano ya está en proceso una serie televisiva con ella como protagonista.

Elena V. Acevedo

Ficción autobiográfica de Zelda Fitzgerald: una de las mejores novelas sobre el exilio literario norteamericano

Escrita en 1932 durante su permanencia en el hospital psiquiátrico de Baltimore por un diagnóstico de esquizofrenia, esta novela, decididamente autobiográfica, nos muestra a su protagonista desde su adolescencia en un pueblo de Alabama, de donde sale eyectada para casarse con una promesa de las artes plásticas rumbo al “exilio” parisino donde experimentará el vértigo de los agitados años 20 e intentará ser reconocida como bailarina clásica.  
Escrito con una prosa trabajada con arabescos y descripciones de la naturaleza que recuerdan las imágenes art nouveau de Alfons Mucha, se revela como una de las mejores novelas sobre el exilio literario norteamericano, cuando París era literalmente una fiesta, los egos crecían junto con la fascinación por los dólares venidos del Nuevo Mundo que alimentaban a la desnutrida Europa y matrimonios como los de Francis Scott y Zelda inauguraban el modelo de pareja explosiva que dominó la escena artística a lo largo del siglo.
Con una mirada que, pasada por el lente del feminismo, reflexiona sobre ese lugar poroso y permeable, tan particular de las mujeres como sostén del marido e intermediaria de los hijos, recuerda algunos de los mejores textos de Virginia Woolf sin perder el tono que dominó la literatura del sur de EE.UU., donde la familia puede ser el polvorín en el que descansan las tradiciones más arraigadas.

María Eugenia Villalonga

Lo que vive después: última voluntad de los que ya no están

En Testamentos, Marcos Rosenzvaig rompe los límites de una compilación para presentarnos un trabajo deslumbrante de lectura y escritura. Por un lado, nos acerca textos de testamentos reales, que tienen un interés intrínseco por ser testimonio del modo de vida de una época, o bien, por dar cuenta de la voluntad y el pensamiento de grandes personalidades. El libro se divide en tres partes donde se presentan, respectivamente, testamentos de personas casi anónimas del siglo XVII, de figuras de la historia argentina y de grandes escritores. Por otra parte, y esto es lo más destacable, el propio Rosenzvaig desarrolla historias ficcionales a partir de cada uno de estos textos. El resultado es un libro que parece inventar su propio género, donde los documentos reales, prueba material de costumbres, imaginarios colectivos y singularidades individuales, dialogan con la creación literaria.
Los testamentos presentados tienen una elaboración retórica que sorprende por la cantidad de tonos que llegan a atravesar. No son registros burocráticos. No solo hay drama, al ver de frente a la muerte para dar un último mensaje a los vivos; también hay humor, historias, reflexiones, y, sobre todo, la obsesión de que los bienes materiales sean acompañados por el sentido íntimo que tienen para su poseedor.

Javier Marín 

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