Después de meses y meses de estar encerrados, la situación sanitaria en Tucumán parece estar controlada y nos permitió salir y disfrutar de las fiestas y, ahora, de las vacaciones. Nadie puede saber cuánto durará este “estado de gracia”, sobre todo teniendo en cuenta que medio planeta está sufriendo las consecuencias de la segunda ola de contagios de la covid-19.
“En este momento estamos en una pseudo calma. Sentimos miedo por la segunda ola y la falta de cuidados”, aseguró esta semana Marcelo Morales, jefe del Departamento de Enfermería del Hospital Padilla. Nadie más que él y sus colegas agentes sanitarios saben de lo que se trata la pandemia y el peligro que acarrea una segunda oleada de contagios.
Parece oportuno recordar entonces, lo importante de disfrutar de nuestras libertades en este intenso verano tucumano, pero a conciencia y con mucha responsabilidad.
En esa declaración de Morales no hay específicamente un pedido pero está intrínseco en esa confesión de temor de los profesionales. Sus palabras deben ser atendidas.
Las imágenes de playas atestadas de gente en la costa argentina no cesaron durante las primeras semana de enero. En Tucumán se vieron escenas similares en El Cadillal, por ejemplo, donde el distanciamiento es prácticamente inexistente.
Es completamente entendible la necesidad humana y social de disfrutar y de hecho, se trata de un espacio al aire libre. Sin embargo, hay que agudizar los sentidos en cuanto a la prevención; en estos momentos es clave para que el miedo de Morales no se haga carne y el coronavirus siga evolucionando y cobrando víctimas.
Las vacaciones no son sólo el final de un año de trabajo para muchos, sino también el fin del encierro al que estuvimos obligados por prevención y para sostener el sistema sanitario. Justamente, el Ente de Turismo de la provincia, en varios de los municipios del interior, organizó decenas de actividades que alientan a disfrutar, a despejarse y a cumplir con los protocolos sanitarios.
En San Pedro, por ejemplo, se instaló un autocine en el predio “El Lapacho” con películas para grandes y chicos; en Yerba Buena, las ferias en las plazas y las caminatas nocturnas; en Tafí del Valle, las cabalgatas siguen siendo una experiencia completa para la vista y el corazón. Todas actividades que no chocan con las prohibiciones pero que debemos seguir disfrutando de manera responsable.
Febrero también es un mes en el que muchos se toman días de licencia pero no tanto como el primer mes del año. Quizás esto pueda servir de motivación en la provincia para seguir cuidándonos, al menos hasta que llegue esa tan mentada segunda ola. Si los ciudadanos están cansados, cabe imaginar cómo se sentirá el personal de la salud. “Si bien estamos preparados con infraestructura e insumos para un rebrote, el personal está agotado física y mentalmente. Duele que mucha gente actúe con irresponsabilidad”, aseguró Olga Fernández, directora del Padilla, en concordancia con Morales.
La vacuna está haciendo su parte, pero por ahora, tal vez, lo mejor sea olvidarse un momento de su existencia para no confiarse. Los profesionales como Morales o Fernández piden que nos cuidemos como si se tratara del comienzo. Sólo así podremos ver luz al final del túnel y evitaremos vivir otras vacaciones con tantos protocolos y restricciones. Un receso de esta forma no le gusta a nadie, sin embargo, dos seguidos son mucho peor.
Sonará repetitivo, pero los que están en la primera línea de batalla siguen pidiendo nuestra ayuda y colaboración. Esa misma que brindan ellos con su trabajo; se necesita reciprocidad social para que todo vaya un poco mejor, cada día.