Manzur tendrá que enfrentarse a Máximo Kirchner dentro de poco o bien a su peor pesadilla; Cristina. Puede suceder en el marco de un conflicto que se vislumbra en la coalición gobernante, y por culpa de Alberto Fernández: la de los mandatarios peronistas que impulsan la suspensión de las PASO contra los muchachos de La Cámpora bonaerenses que rechazan tal posibilidad. Una batalla política que tendrá como escenario central el Congreso. Y no hay varias alternativas frente a ese choque: llegan a un acuerdo o se colocan en veredas enfrentadas, los jefes provinciales y sus parlamentarios por un lado y los diputados del camporismo que sólo le responden a la vicepresidenta por el otro. Es posible a partir de la decisión adoptada por el Presidente de que en el Congreso se dirima institucionalmente qué hacer con las primarias abiertas simultáneas y obligatorias.

O sea, él no quiere jugarse y definir una posición en este tema, por más que los gobernadores que lo respaldan, algunos de los cuales -caso Manzur- promueven el albertismo, le hayan solicitado públicamente la suspensión de las PASO, programadas para e 8 de agosto. No se arriesga a bendecir una u otra postura. No quiere. Una manera sutil de lavarse las manos y de no reconocer con quién está -o no quiere estar-, si con los jefes territoriales del interior o con las posturas de los camporistas. Dejó librado a que en período extraordinario de sesiones lo debatan entre ellos -y se manifiesten los intereses en pugna-, que lo que salga sea por decisión del Poder Legislativo. Que en el Congreso resuelvan sus diferencias políticas.

Alberto no se animó a un sí o a un no, se limitó a abrir la puerta para ese eventual enfrentamiento que resultará interesante de seguir porque puede resolver definitivamente la suerte de los albertistas y la puja de espacios de poder interno en el Frente de Todos. Con la excusa de PASO sí, o PASO no, quedará expuesta esa pelea y puede ser el primer paso para determinar hacia dónde puede encaminarse el futuro del PJ nacional: si quedará en manos del camporismo o si nacerá un ala del interior fortalecida, peronista, dispuesta a pelear por la hegemonía en el justicialismo. La madrina de uno los contrincantes es poderosa: Cristina.

El hecho de que el Presidente optara, salomónicamente, por mantenerse la margen con una conducta imbuida de institucionalidad, como la es que el Congreso sea parte y lo resuelva, desnuda en el fondo una vieja treta del manual del peronismo: ponerse por encima de las internas y observar el resultado para obrar en consecuencia. Algo así como paso, y quiero ver. De cualquier forma es una concesión hacia los gobernadores, si se tiene en cuenta el nivel de dependencia del jefe de Estado para con su compañera de fórmula.

Este proceso interno también dirá posiblemente mucho respecto de lo que puede sucederle en adelante a Alberto, no tanto en lo que hace a su gestión de gobierno, sino en cuanto a su futuro político. Si se imponen los gobernadores será una señal de asomo del albertismo, pero si se impone La Cámpora, a prepararse para las posibles maniobras políticas de una fuerza ambiciosa en cuanto ocupar espacios de poder. Sus objetivos se centrarían hoy fronteras adentro de Buenos Aires, en los municipios, pero quién sabe, más adelante tal vez apunten hacia las gobernaciones.

Manzur hizo la primera movida a través de su amigo Pablo Yedlin en la Cámara de Diputados, cuando presentó el proyecto para suspender las primarias atendiendo a razones sanitarias, entendiendo que no se darán las condiciones sociales para exponer a la ciudadanía a una salida masiva un día de votación; menos sin que se tenga certeza del número de la ola de la que se hablará en ese tiempo.

Hoy pinta una época prudencial para resolver el tema de las primarias: al inicio del calendario electoral, para evitar que haya planteos judiciales en contra de decisiones adoptadas una vez comenzado y avanzado el cronograma electoral. Aunque los habrá; en un país judicializado como la Argentina toda la dirigencia siempre tiene a mano una carpeta para abrir un expediente, hacer una denuncia o reclamar un amparo.

Lo interesante es prestarle atención a la tensión que puede generarse en el Congreso entre las huestes del oficialismo alrededor del tratamiento del proyecto para suspender las PASO, porque los intereses entre ambos sectores son diferentes; aunque con un mismo objetivo: consolidarse territorialmente. Unos para asegurarse continuidades y fortalecerse el frente de la gestión con miras al 23 y otros para desplazar a dirigentes territoriales y ocupar sus espacios, con igual mira.

Habrá que prestarle atención a los movimientos del oficialismo parlamentario, para ver cómo se reacomodan las piezas y qué es lo que finalmente sale aprobado en cuanto a las primarias. O qué acuerdan. Alberto, seguro, estará expectante; su futuro se juega en la partida. Y la de los albertistas, también.

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