Los desafíos para Tafí del Valle a mitad de temporada

02 Febrero 2021

En diciembre, la sensación era de oportunidad. Había esperanza: con el final del 2020, en Tafí del Valle llegaba el momento de recibir a miles de personas que, debido a la incertidumbre, habían elegido veranear en la provincia. Esto implicaba reabrir negocios, recuperar clientes, huéspedes, comensales, reavivar flujos comerciales, pagar deudas, tomar empleados... Esta sensación no era exclusiva de los comerciantes, artesanos, hoteleros, gastronómicos y empresarios de la villa tafinista; seguramente en aquel momento fue compartida por sus colegas de toda la provincia. Pero nos concentramos en Tafí porque, tal como se esperaba, recibió el mayor flujo turístico de la provincia.

El 26/12 dijimos en este mismo espacio que esta localidad del oeste tucumano se encontraba ante una gran oportunidad (la recuperación comercial luego de un año catastrófico) y un desafío: reemplazar el aspecto anárquico que presenta la villa cada enero por el orden y la limpieza tan amigables con el descanso y la recreación. Acaba de terminar el primer mes del 2021 y, al realizar un balance parcial de la temporada, parece que la experiencia, en este sentido, quedó más cerca del aplazo que del aprobado.

Vamos por partes. El distanciamiento social y otras medidas de protección para evitar los contagios de coronavirus fueron escasos. Da la impresión de que esta situación se volvió inmanejable debido al inmenso flujo de personas que llegaron al valle durante enero. Pero también a la falta de firmeza en quienes deben hacer respetar las normas. Y no hablamos sólo de las autoridades, sino también del comerciante que deja ingresar a su negocio más personas que las permitidas o del gastronómico que sienta decenas de comensales sin tener en cuenta que no se debe ocupar más del 50% del espacio disponible en los locales cerrados. Estos son sólo dos ejemplos, pero sirven para ilustrar la situación.

El uso correcto del barbijo también constituyó un déficit, especialmente entre los jóvenes.

Nuestra Redacción recibió quejas de turistas y veraneantes que protestaron por la mala atención algunos bares y restaurantes: dijeron que fue lenta, poco cordial y sin cuidado por los detalles (algo a lo que en Salta o Jujuy le suelen dar mucha importancia).

Otra queja recurrente fue que en Tafí aún existen hoteles, posadas y cabañas que no trabajan con las empresas de reservas digitales. Estas plataformas constituyen una de las herramientas principales a las que recurren los turistas para organizar sus viajes. No trabajar con ellas implica volverse invisible para miles de viajeros y, en consecuencia, perder oportunidades que, seguramente, otros aprovecharán.

Como ocurre todos los años, la falta de la limpieza termina convirtiéndose en el detalle “infaltable” de la temporada. Y esto no sólo se advierte en el centro de la villa, sino también en los espacios verdes de zonas como La Quebradita, en los ríos e, inclusive, en El Pelao, en la cuesta de la Ciénaga, en su cañada y en la Primera Mesada.

A este rosario de problemas hay que sumarle las innumerables fiestas clandestinas que atronaron las noches vallistas y para las cuales parece no haber solución; el caos en el tránsito (fue particularmente problemático en la ruta 307, frente a Vialidad y a un complejo de bares; allí, decenas de tucumanos demostraron que no conocen las normas viales básicas); los invasión de cuatriciclos, los jinetes y sus caballos de paseo por el corazón de la villa (donde está prohibido hacerlo), los campings improvisados que se instalan en cualquier lado (algo muy habitual en La Angostura), los autos y las motos a toda velocidad,...

Pero no todo es negativo: aún queda febrero para levantar el aplazo. Eso sí: es clave que funcionarios, empresarios y comerciantes comprendan que para convertir a Tafí del Valle en un destino competitivo hace falta mucho, pero mucho más que un lindo paisaje.

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