Caso “Betty” Argañaraz: del fantasma de la intervención a los detalles oscuros

Cuarta parte.

UNA FOTO DE ÉPOCA. Susana Acosta y Nélida Fernández abandonan el Palacio de Tribunales después de haber sido notificadas de las acusaciones que les habían formulado. UNA FOTO DE ÉPOCA. Susana Acosta y Nélida Fernández abandonan el Palacio de Tribunales después de haber sido notificadas de las acusaciones que les habían formulado.

“Un día llamó un importante periodista a nivel nacional. Me dijo claramente: ‘doctor, vamos a cubrir el caso con el que pueden intervenir Tucumán’”, confesó Ernesto Baaclini, ex secretario de la fiscalía VIII que dirigía Adriana Giannoni e investigador del crimen de Ángela Beatriz Argañaraz. “Nos quedamos helados con la novedad, pero solo hicimos nuestro trabajo. Nos alejamos de lo que ocurría políticamente y con una tarea impecable de Giannoni logramos esclarecer el hecho”, agregó el ex funcionario judicial. Este fue uno de los detalles poco conocidos del polémico caso. Pero hubo varios más.

Aníbal Fernández era el ministro del Interior de Néstor Kirchner en 2006. Él puso toda la atención en Tucumán. Ya había quedado alerta con la desaparición y el posterior crimen de Paulina Lebbos. Fiel a su estilo, sin hacer mucho ruido, el ex funcionario habría elevado un lapidario informe al Presidente sobre los hechos que movilizaban a los habitantes de la provincia. Kirchner aceptó la propuesta de comprometer (en una clara intromisión) a las fuerzas federales para resolver el caso. Visiblemente, actuaron especialistas de la Policía Federal, y entre las sombras, agentes del antiguo Servicio de Inteligencia del Estado (Side), reconvertido con el tiempo en la actual AFI.

¿COLABORADOR INTERESADO? El ex ministro del Interior Aníbal Fernández envió agentes federales y espías que terminaron elaborando una teoría errada. ¿COLABORADOR INTERESADO? El ex ministro del Interior Aníbal Fernández envió agentes federales y espías que terminaron elaborando una teoría errada.

Los “sabuesos” tuvieron una activa participación en el caso. Los primeros días se presentaron en la fiscalía y pidieron ver los expedientes para tratar de dar con “Betty”. En principio, la presencia de esos hombres preocupó al ex gobernador José Alperovich. Le ordenó al ex jefe de Policía Hugo Sánchez (condenado por encubrimiento en la causa de la desaparición y posterior crimen de Paulina Lebbos) que se pusiera al frente de la investigación y, por supuesto, que le transmitiera todas las novedades para prepararse ante un eventual conflicto político. No hizo falta porque el homicidio, a menos de una semana de haberse producido, fue esclarecido y sus autoras detenidas.

“El aporte de esta gente fue totalmente nulo”, aclaró Baaclini en una entrevista con LA GACETA. “En realidad lo único que hicieron fue presentar una pista descabellada”, agregó. El ex funcionario contó que un día, por la tarde, los federales expusieron al supuesto conductor que había llevado a “Betty”. “El auto era un Fiat Uno blanco que tenía como 10 estrellas, pero los testigos que declararon haber visto a Betty subir a un vehículo dijeron que era ese modelo, pero que tenía una estrella. Hablamos -agregó Baaclini- con el conductor y le avisamos cuáles eran los problemas que afrontaría si no decía la verdad. El hombre, que estaba muerto de miedo, terminó negando todo”.

PERICIAS CLAVES. El Ford Orion de las ex novicias fue analizado en el patio de la antigua     Brigada de Investigaciones, en Junín al 800. PERICIAS CLAVES. El Ford Orion de las ex novicias fue analizado en el patio de la antigua Brigada de Investigaciones, en Junín al 800.

“Ellos tenían la teoría de que había una especie de asesino serial que había intervenido en este caso y en el de Paulina. Pero al confirmarse la teoría que nosotros veníamos manejando desaparecieron. No volvieron más”, añadió el ahora abogado particular.

Giannoni también comentó otra situación. “Sánchez, que después sería condenado por encubrimiento en el caso Lebbos, siempre opinó que el remisero era el autor del crimen. Él sugería, pero no le permitimos que orientara la investigación para ese lado por una sola razón: vecinos del edificio de las sospechosas declararon que habían visto a ‘Betty’ caminar por el palier del edificio”, explicó. Con el tiempo, se puede analizar que hubo un inusitado interés para plantear la teoría de que el autor de los crímenes de Lebbos y de Argañaraz había sido un asesino serial disfrazado de remisero. Y más que una posible intervención, podría haberse tratado de un salvavidas para un “amigo” del Gobierno nacional. Esa hipótesis podría haber favorecido al ex gobernador Alperovich porque en esos días ya se había instalado la versión de que los “hijos del poder” estaban involucrados en el crimen de la estudiante.

“El fantasma de la intervención de una provincia siempre sobrevuela cuando se registra este tipo de casos. En esos momentos no pensamos en esa posibilidad, pero con el correr de los años, con las situaciones que se conocieron después, podría haber sido así”, opinó Giannoni cuando se la consultó sobre el tema.

La sartén y la valija

El morbo de muchos terminó dando forma a mitos sobre el caso. Y varios de ellos nacieron por lo que sucedió en el departamento de Catamarca 30, donde vivían las acusadas Nélida Fernández (hoy Marcos después de haber cambiado legalmente su identidad) y Susana Acosta. Allí, durante varios días, los peritos dirigidos por la fiscala Giannoni analizaran la escena. Durante esas jornadas se especuló con que las acusadas podrían haber matado a golpes en la cabeza a “Betty”. Y el arma empleada habría sido una sartén.

CHARLA. El ex jefe de Policía Hugo Sánchez conversa con la fiscala Adriana Giannoni y con el ex secretario Ernesto Baaclini. CHARLA. El ex jefe de Policía Hugo Sánchez conversa con la fiscala Adriana Giannoni y con el ex secretario Ernesto Baaclini.

Pese a que esa versión quedó grabada en la memoria de los tucumanos, con el tiempo se fue desacreditando. Por ejemplo, al no haberse encontrado el cuerpo de la docente, jamás se pudo determinar cuáles fueron las razones de su deceso. Los especialistas solo encontraron una salpicadura de sangre en el marco de la puerta del baño (“una gotita”, calificó Giannoni), una muestra en la pared de la habitación de las acusadas y restos mínimos en la bacha y la cañería de la cocina. Si hubiera sido asesinada de esa manera, y si hubiera sido descuartizada, como también se pensó, en la vivienda deberían haberse encontrado más restos sanguíneos.

“Nunca se pudo determinar cuál fue la causa de la muerte porque no se encontró el cuerpo. Pero también es cierto que las acusadas hicieron maniobras para tratar de borrar las pruebas”, explicó Giannoni. En el expediente consta que las ex novicias intentaron en vano contratar a una empresa para que realizara una limpieza a fondo del inmueble. Pero la ayuda llegó de la misma Justicia. La jueza Emma de Nucci aceptó que Fernández cumpliera con arresto domiciliario porque debía hacerse cargo de su hija. La magistrada, en esa polémica resolución que fue inútilmente apelada por la fiscalía, dispuso una consigna policial en el lugar. “En tribunales la mujer policía dijo que la sospechosa no dejó de limpiar ni un minuto. Fregaba todo”, contó la fiscala.

Hubo otro rumor que fue descartado por la Justicia. Un mito urbano que nació luego de que se secuestrara una valija que, supuestamente, tenía manchas de sangre. Con ese hallazgo, los tucumanos comenzaron a especular que “Betty” había sido descuartizada, su cuerpo colocado en la maleta y después arrojado en diferentes lugares desconocidos. Pero la fiscalía desmintió esa versión por dos razones: los restos biológicos no pertenecían a la víctima y era totalmente imposible que las acusadas hayan podido cargar el cuerpo (seccionado o no) en la valija. Esas pruebas contundentes no sirvieron para borrar la hipótesis popular.

Oficialmente siempre se creyó que las acusadas ocultaron el cuerpo en el departamento hasta el lunes a la noche. La oscuridad y el frío se transformaron en sus aliados. Sospecharon que cerca de la medianoche, Fernández cargó el cuerpo (con la supuesta ayuda de su hermano), lo subió al Ford Orion que estaba estacionado en la puerta del edificio y luego la llevaron a un lugar desconocido. “Teníamos la versión de que uno de los vecinos las había visto llevarla, pero nunca lo pudimos encontrar para que declare oficialmente en tribunales”, explicó Baaclini.

El día del casi

A los pocos meses de haberse producido el crimen, Acosta generó un revuelo en la fiscalía. Ella, según confirmaron fuentes judiciales, había decidido cambiar de abogado y estaba dispuesta a contar lo que había ocurrido con la docente. Después de dar a conocer su decisión, pidieron que fuera trasladada a tribunales. Cuando estaba por declarar, se presentó Gustavo Morales, que la había representado desde que fue imputada por el crimen. Su presencia terminó en un escándalo.

El abogado, a los gritos, se quejó porque nadie le había informado sobre el cambio. “En algún momento le faltó el respeto a la fiscala y en el acto, Baaclini salió en defensa de ella. Lo tuvieron que contener para que no se genere una pelea”, explicó un ex empleado de la fiscalía. Ese incidente trajo sus consecuencias. Acosta no cambió de abogado (se arrepintió después de haber mantenido una charla privada con Morales) y Giannoni nunca más investigó una causa en la que también intervenía el polémico profesional.

Han pasado los años y existen diferentes versiones sobre lo que pretendió declarar Acosta. LA GACETA, sobre la base de varios testimonios en off logró establecer cuáles eran las intenciones de la ex novicia. Al parecer, ella habría tenido intenciones de relatar que tenía una relación sentimental con Argañaraz y que Fernández la sorprendió ese día por la mañana. Siempre según esa línea, su pareja golpeó a Betty y le provocó accidentalmente la muerte. “Eso fue una vil mentira para desviar la atención y, cuando veía que estaba muy complicada procesalmente, quiso tratar de salvarse”, explicó Liliana Argañaraz.

Morales dijo que esa fue una de las tantas maniobras irregulares de la fiscalía con la que buscaron perjudicar a sus defendidas. Giannoni no la tuvo en cuenta y siguió con la acusación que había realizado en contra de las ex novicias.

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