Desde hace una semana, las instalaciones del Cedar vienen sirviendo de base para una concentración de 10 días del seleccionado nacional femenino de rugby, que tiene por objetivo afinar los acordes técnicos para la función más importante del año: el repechaje olímpico que tendrá lugar en Mónaco a mediados de junio. Las chicas de la Unión Argentina de Rugby (UAR) competirán allí junto a otros 11 seleccionados nacionales por las últimas dos plazas disponibles para los Juegos Olímpicos de Tokio.
La elección de Tucumán como sede de la concentración (la más extensa de las que figuran en la agenda del seleccionado hasta su excursión al principado) no es para nada fortuita: de las 16 convocadas, casi la mitad juega en clubes de la provincia. A las tucumanas Florencia Moreno, Mayra Aguilar, Agostina Campos Ruiz, Andrea Moreno y María Emilia Ortega se le suman las riojanas Gimena Mattus y Jaquelina Corzo Flores, quienes llegaron a estas tierras atraídas por un mayor nivel de competencia y por la posibilidad de asistir a la Academia UAR NOA, emplazada en Los Tarcos. Completa el lote tucumano de Las Pumas el entrenador asistente Emilio Valdez, de Universitario, cabeza de los seleccionados “naranjas” femeninos que arrasaron el último Seven de la República, en 2019.
Esa proporción mayoritaria tampoco es incidental ni antojadiza: al margen de ser el monarca vigente a nivel nacional en mayores y juveniles, Tucumán es una de las provincias pioneras en la rama femenina (las primeras rugbistas surgieron a mediados de los 90 en la por entonces Escuela de Educación Física) y una de las de mayor población de jugadoras en la actualidad. El último relevamiento nacional hecho por el área de Desarrollo y Competencia de la UAR poco antes de la pandemia reveló que Tucumán figuraba en el cuarto lugar entre las uniones con mayor cantidad de fichajes femeninos (369), sólo superada por Córdoba (648), Buenos Aires (596) y el sorprendente Alto Valle (389). Sin embargo, eso sólo se refiere a las jugadoras registradas. La población real es mucho mayor, ya que no se contempla a las jugadoras de clubes llamados “emergentes”, aquellos que por tener status legal todavía en trámite no pueden fichar a sus jugadoras.
La marcada tucumanidad en el seleccionado argentino mayor tampoco es inédita: de hecho, entre 2009 y 2011, hubo partidos en los que cinco de las siete Pumas que entraban al campo de juego eran surgidas de Cardenales, el único club que existía hasta entonces. Y a esa bandera pertenecía también Mirta Cabrera, la primera tucumana que vistió la camiseta nacional, en 2004.
En la última década, la Unión de Rugby de Tucumán pasó de tener un solo equipo femenino a tener más de 15, incluyendo los de clubes emergentes. Entre los clubes sobresalientes está Alberdi Rugby, nacido a partir de una escisión de La Querencia en 2016. En apenas cinco años, se posicionó como uno de los clubes más fuertes del NOA y uno de los más numerosos del país, con 70 jugadoras entre mayores y juveniles. Además, tiene la particularidad de haber sido el primer club del país que nació como exclusivamente femenino, y sólo después sumó un equipo de varones.
De acuerdo a las cifras que maneja la UAR, el rugby femenino creció un 121% a nivel nacional en los últimos cinco años, habiendo más de 6.000 jugadoras fichadas hasta justo antes de la pandemia (en 2010 eran poco más de 150). A ellas se suman 147 réferis. Dichos números seguramente se habrán visto impactados por la inactividad total que hubo en 2020, pero sólo al punto de retrasar ligeramente -mas no detener- la onda expansiva que viene experimentando el rugby femenino en la última década. Como lo resumió Tomás Bongiorno (head coach de Las Pumas) durante unas de las primeras jornadas de la concentración: “la pandemia tuvo su impacto, pero para nada puede detener el crecimiento del rugby femenino. Si algo caracteriza a las chicas, es la perseverancia”.