Ser madre en plena pandemia: después del miedo, a Cecilia le llegó la paz

Juan Alejandro nació el 1 de septiembre, justo cuando en Tucumán se disparaban los contagios. Su mamá cuenta lo difícil que resultó llevar el embarazo y lo sola que se sintió varias veces. Al final, todo sirvió para fortalecer aún más a la familia.

Especializada en Neonatología, Cecilia Martínez trabaja en el Hospital del Este. LA GACETA / FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO Especializada en Neonatología, Cecilia Martínez trabaja en el Hospital del Este. LA GACETA / FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO

“Fue una ambigüedad permanente: la alegría de la existencia de mi bebé y la tristeza de no poder compartirla”. Así describe Cecilia Martínez la experiencia de haber sido mamá primeriza durante el momento más duro de la pandemia. Con 34 años, siendo médica y especializada en neonatología, esperaba tener todo planificado cuando ese instante llegara; pero el coronavirus arrasó hasta con los proyectos más íntimos de cada uno.

Juan Alejandro nació el 1 de septiembre de 2020, justo cuando la situación epidemiológica comenzaba a complicarse en serio en Tucumán. Cecilia tenía la cesárea programada y había armado todo un equipo que la acompañaría ese día, integrado por colegas conocidos y allegados a ella.

“Dos días antes me avisa la ginecóloga que no iba a poder estar porque se encontraba aislada por sospecha de covid; lo mismo pasó con el anestesista y con la neonatóloga. ¡Así que hubo que armar otro equipo en un día! Pese a que soy neonatóloga, los miedos son como los de cualquier ser humano, y yo sentía miedo. Ni siquiera mi esposo pudo pasar al momento del nacimiento”, recuerda.

Las palabras “miedo” y “soledad” se repiten varias veces a lo largo de su relato. Es que a los momentos más importantes del embarazo -sobre todo cuando es el primero- los transitó sola. “Nunca dejó de ser hermoso el hecho de esperarlo y de descubrir que tenés vida adentro, pero al mismo tiempo fue duro porque a los controles tenía que ir sola, a los consultorios donde se hacían las ecografías no podía pasar mi esposo, incluso cuando supe el sexo del bebé estaba sola. Y cuando es tu primer hijo querés vivir esos sentimientos con alguien, pero estaba sola y lo podía compartir con mi esposo recién en la casa. Fue una experiencia muy solitaria”, confiesa.

La llegada de Juan Alejandro tampoco fue fácil. “Cuando nació mi bebé justo se puso todo más grave en Tucumán y mucha gente conocida estaba contagiada de covid-19. No lo conoció nadie hasta 15 días después. Además, la familia de mi esposo vive en Santiago del Estero, o sea que sus abuelos lo vieron recién cuando tenía tres meses”, cuenta.

Lo paradójico -dice Cecilia- es que toda esa experiencia los unió aún más: “hemos estado mucho tiempo con mi esposo y mi bebé solos, y eso nos ayudó a fortalecernos como familia, siento que me enamoré todavía más al verlo como papá y haciendo cosas que quizás en otro contexto no tendría la necesidad de hacer por contar con una ayuda externa”.

Cada día, al regresar del trabajo, el encuentro con Juan Alejandro es el mayor espacio de disfrute. Cada día, al regresar del trabajo, el encuentro con Juan Alejandro es el mayor espacio de disfrute.

A todas partes

El miedo ya acompañaba como una sombra a Cecilia desde antes de dar a luz. Como neonatóloga, trabaja en el Hospital del Este y confirma que para el personal de salud fueron tiempos muy duros. “Hubo mucho miedo e incertidumbre, había que ser muy conscientes del cuidado personal; fue un poco triste trabajar en esas circunstancias por el miedo permanente de contagiarte vos y de contagiar a tus seres queridos -explica-. Encima yo estaba embarazada, así que todo el tiempo trataba de no exponerme demasiado”.

Pese a que se lavaba las manos cientos de veces al día y a que cada vez que volvía de trabajar se desvestía en el patio, se bañaba y recién entraba a su casa, el miedo la seguía a todas partes. “Gracias a Dios no me contagié, pero justo cuando salí de licencia por maternidad el Hospital del Este pasó a atender exclusivamente a los bebés que nacían de mamás con covid-19 o con sospechas de covid-19; yo me encontré con esa situación recién cuando volví, tres meses después”, cuenta.

Y otra vez el miedo. “Uno no deja de tener miedo por ser médico o por saber cómo cuidarse. El miedo está siempre. Sabemos que es una enfermedad sumamente contagiosa y que ante cualquier descuido o hasta por mala suerte te podés contagiar”, sostiene. Ese temor la acompaña a su casa cada vez que regresa del hospital y se reencuentra con su bebé. Otro sentimiento con el que aprendió a convivir desde la llegada de la pandemia, y también de la maternidad.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios