“Nunca receté tantos ansiolíticos como lo hice durante los primeros seis meses de la pandemia”

¿Cuáles son las consultas que reciben los profesionales de la salud desde que empezó la cuarentena? Especialistas explican cómo están funcionando el cuerpo y las emociones.

El encierro fue el disparador de toda clase de patologías. El encierro fue el disparador de toda clase de patologías.

Angustias, fobias, depresión, trastornos alimenticios, enfermedades psicosomáticas, adicciones. La cuarentena dejó secuelas graves entre muchos tucumanos, que serán difíciles de curar. Pasó un año desde que el virus nos obligó a encerrarnos y tuvimos que aprender a vivir de otra manera. Pero lo desconocido tiene consecuencias con las que algunos aprendieron a convivir, y otros no. Aún hoy, con todas las actividades habilitadas, hay quienes tienen miedo en su casa. Y, según los especialistas, si la Covid va a dejar huellas imborrables en nuestro modo de vida, el encierro no se queda atrás y sus secuelas pueden ser tan dramáticas como las del virus.

Según el psicólogo Arturo Gómez, la experiencia de la cuarentena tuvo diferentes etapas. “Tuvimos que empezar a adaptarnos y finalmente debimos aceptar que era una situación que se prolongaría, con lo que se terminó transformando en un modo de vivir”. Según Gómez, las consecuencias psicológicas del encierro prolongado fueron muchas. “Las manifestaciones más evidentes son el trastorno del sueño, del apetito, síndromes gastrointestinales, picos hipertensivos, desgano, falta de energía vital”, enumera.

Con él coincidió su colega Myriam Figueroa, quien consideró que lo que más se vio fueron trastornos de angustia, que tienen que ver con el miedo. “Es una angustia fisiológica. De hecho vimos muy aumentada la consulta en función de la ansiedad, pánicos, fobias, trastornos en el sueño”, explicó.

El médico clínico y generalista Javier Hernández también hizo hincapié en cuestiones psicológicas en cuanto a las consultas que recibió. “Durante la primera parte de la pandemia, con el encierro, la gente no iba a trabajar, los chicos estaban en la casa, y sobre todo había mucha gente que no podía dormir. Como muchos de mis colegas, nunca receté tantos ansiolíticos como durante esos primeros seis meses de la pandemia. Después se vieron muchas patologías respiratorias, pero no porque antes no existían, sino que la gente consultaba más por miedo a que fuera covid, y aunque no hiciera falta pedían el hisopado. Al contrario, hubo muy pocas patologías digestivas en relación a años anteriores, pocos traumatismos. También se vieron menos embarazos y muy pocos ACV o infartos durante la pandemia”, aclaró.

Lo que viene

Gómez añadió que esto está lejos de terminar: “la demanda de asistencia estaría llegando a su pico máximo en este trimestre De hecho hoy, en un extremo hay muchas personas que han relajado los cuidados sanitarios casi peligrosamente, y en el otro están los que padecen ‘el síndrome de la cabaña’, es decir que tienen un protocolo sanitario exagerado y aún no pueden salir de su casa, tanto en mayores como en chicos”.

El sedentarismo y la cocina llevaron a un masivo sobrepeso. El sedentarismo y la cocina llevaron a un masivo sobrepeso.

“Las secuelas pueden ser permanentes o transitorias. Es altamente probable que queden secuelas de los dos tipos. Las permanentes serán los nuevos rasgos a escala social a los que habrá que adaptarse y aceptarlos”, indicó.

Según Figueroa, los trastornos del estado de ánimo se hicieron ver mucho a través de las depresiones. “Para mucha gente el distanciamiento no fue sólo social; también fue emocional -detalló-. Es gente que se encerró hasta el día de hoy y eso deterioró el estado de ánimo en cuanto a la situación de pesimismo, desesperanza, falta de ganas para afrontar las cuestiones propias de la vida, falta de placer; y la tristeza derivada de la frustración de no poder hacer todas las actividades que antes uno hacía”.

Datos llamativos

Hernández se mostró sorprendido por haber detectado muchas menos patologías relacionadas con el ingreso de gérmenes por la modalidad mano-boca (“gracias a la cultura del lavado de manos”) o patologías muy de la primera y segunda infancia, como sarampión o varicela (“obviamente disminuyó por la falta de contactos escolares”). El especialista además advirtió que vio mucho sobrepeso y alteraciones metabólicas relacionadas con la sobrealimentación y el sedentarismo.

“El consumo de sustancias aumentó muchísimo y la gente comenzó a hacer consultas por consumos legales, ya que empezó a automedicarse, a tomar medicamentos para dormir, para tranquilizarse. Otros comenzaron con el consumo excesivo de alcohol para mitigar las angustias, las depresiones -apuntó Figueroa-. En cuanto a las drogas de abuso, al haber tan pocas formas de distracción, quien ya tenía acceso recurrió con mucha más facilidad, y quien no, fue aprendiendo. Recibimos muchas consultas de gente que estaba consumiendo drogas y antes no lo hacía, pero tenía que ver con el aburrimiento”.

¿Qué pasaría si tuviéramos que volver a la cuarentena? Gómez no lo duda: “no creo que haya una disposición a volver a vivir una fase 1 prolongada, pero si la realidad se impusiera por la cantidad o la gravedad de los contagios o porque aumentara la letalidad del virus, de algún modo lo aceptaremos o nos adaptaríamos pero sería con mayor costo emocional”.

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