La pandemia de la automedicación

22 Abril 2021

En plena pandemia de coronavirus, una epidemia ha estallado en Tucumán: la automedicación. El Diccionario de la Real Academia acoge dos definiciones para el vocablo “epidemia”. En primer lugar, el de un mal que se extiende durante algún tiempo en una región y que afecta de manera simultánea a un gran número de personas. En segundo lugar, el de un daño que se expande de manera intensa e indiscriminada. Ambas acepciones caben para el penoso fenómeno que se está dando en la provincia.

En nuestra edición del pasado martes 20, los encargados de farmacias del microcentro dan cuenta del incremento exponencial de dos situaciones. Por un lado, el aumento de las compras de medicamentos que se administran para dietas, de fármacos para tratar problemas digestivos y de ansiolíticos. Por otra parte, también ha subido la cantidad de clientes que acuden a comprar medicaciones de las más diversas sin contar con una receta extendida por un profesional de la salud.

Inclusive, se ha “descontrolado” (para emplear el término del presidente del Colegio de Farmacéuticos de la Tucumán, Emilio Alves) el consumo de paracetamol. Si no se respeta la dosis máxima que se recomienda para cada día, ni el intervalo de horas en que se debe ingerir ese fármaco, se corre el peligro de adquirir una patología hepática.

La lista de los medicamentos más consumidos, a los que se suman los complejos vitamínicos, dan cuenta linealmente de que el consumo en las farmacias se ha convertido en una suerte de macrodiagnóstico acerca de cómo la pandemia, y las restricciones a la circulación (de diversa intensidad según la época), han impactado en la salud física y mental de los tucumanos.

Los problemas alimentarios (más por exceso que por defecto), la falta de actividad física, el resentimiento de la actividad social y el estrés, que no son fáciles de medir en encuestas, sin embargo pueden dimensionarse perfectamente en comportamientos como los que se adoptan frente a los fármacos.

Pero aún en esta situación, caer en la automedicación es un peligro de enormes proporciones. Quien padece una dolencia no se encuentra en condiciones de diferenciar un síntoma de otro, ni mucho menos de vincularlo con la patología adecuada. Y queda claro que si no puede brindarse un diagnóstico correcto, mucho menos puede acertar con el tratamiento adecuado. Todos los medicamentos son potencialmente nocivos y por lo tanto pueden originar palogías farmacológicas leves, severas y hasta letales, hizo hincapié Lucila Unías, docente de la cátedra de Farmacología de la Facultad de Medicina de la UNT e integrante del Grupo Argentino para el Uso Racional del Medicamento.

En paralelo a esta situación ha surgido la proliferación de nuevas bocas de venta de medicamentos, pese a que no están autorizadas para ello. Se trata, sin más, de la comercialización de fármacos a través de internet. El riesgo de esta situación es que, a diferencia de lo que puede ocurrir si se ciñeran los controles en la farmacia para que se exija el expendio de medicamentos bajo receta, es que nada podrá hacerse cuando la venta se dé a través de estos canales no legalizados.

El titular del Colegio de Farmacéuticos de Tucumán advierte que la consolidación de este fenómeno de las compras en sitios no autorizados se dio durante la vigencia del confinamiento dispuesto en el marco del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO). Esa tendencia no se ha revertido.

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