Manzur-Jaldo: una pelea de poder dentro del oficialismo con final abierto

En medio de la pandemia por el coronavirus, continúa el cortocircuito entre el número uno y dos de la provincia.

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La pelea será en el territorio. Sin gestos de ninguna de las partes para acercar posiciones, el desencuentro entre los principales dirigentes del peronismo tucumano parece dirigirse a un camino sin retorno. Ni Juan Manzur ni Osvaldo Jaldo están dispuestos a darse una nueva tregua. El gobernador continuará sus recorridas por el interior; el vice también hará lo mismo con el fin de consolidar su imagen más allá del Este provincial.

Manzur lanza una sonrisa irónica, como una manera de disimular su enojo frente a la avanzada legislativa. Siente que su compañero de fórmula ha cruzado un límite insospechado, al poner en dudas la gestión de dos de sus principales piezas en el gabinete: los ministros Juan Pablo Lichtmajer (Educación) y Claudio Maley (Seguridad). Del primero, durante la sesión del jueves se sabrá si se dará curso a la interpelación promovida por la oposición. En la Casa de Gobierno están convencidos de que el movimiento ha sido fogoneado por el jaldismo. 

Manzur cree que esto es así por su experiencia de ocho años en la conducción de la Cámara. Ningún movimiento interno se realiza sin el consentimiento del presidente del cuerpo. Jaldo se ataja frente a los cuestionamientos de sus otrora compañeros incondicionales en el PJ. "Yo no soy el adversario", enfatiza. 

Hasta ahora, la sesión legislativa fue convocada para el 6 de mayo. Una mayoría simple de los presentes puede definir la interpelación. El pedido cuenta con dictamen. Si no lo tuviera, se hubiese requerido el voto de los dos tercios de los legisladores presentes. De un modo o de otro, los votos están. Hay que ver si existe convicción para hacerlo, mientras se evalúan los costos políticos de una decisión de esa naturaleza. 

Ahora bien, ¿quién defenderá los proyectos del Poder Ejecutivo que se incluyan en el temario si Lealtad Peronista decide no ingresar al recinto? Ese es el interrogante que se expone ante la posibilidad de que el jueves los manzuristas no pisen el recinto.

Manzur-Jaldo: una pelea de poder dentro del oficialismo con final abierto

La convocatoria de Maley para que brinde informes al cuerpo es cuestión de horas. Será la segunda estocada al corazón del manzurismo. Por ahora el cuestionado titular del área de seguridad continuará en su cargo. En los últimos días se mencionó que el ex comandante de Gendarmería sería tentado para ocupar un espacio en la estructura nacional de seguridad. Sería una salida elegante para el dueño de todas las miradas parlamentarias.

El gobernador lo protegió de los embates sociales y políticos a lo largo de los últimos años. Incluso, en tiempos de paz interna en el PJ, calmó al propio vicegobernador para que trate de evitar un mayor desgaste del funcionario por el crecimiento de los índices de inseguridad. "Que ahora explique en Buenos Aires las razones que lo llevan a exponer políticamente al Gobierno con un acuerdo con los opositores", refunfuñó ayer Manzur apenas conoció la resolución que le da curso al pedido de informes de Lichtmajer y a la amenaza que pesa sobre Maley.

La provincia se llena de carteles pintados en las paredes y en los pasacalles con dos leyendas: "Manzur conducción" y "Alberto-Cristina-Jaldo". El primer mensaje es claramente una "marcada de cancha" del gobernador y presidente del distrito local del PJ. 

El término conducción es muy caro al sentimiento peronista. Representa el liderazgo y la ostentación del poder del titular del distrito partidario. En esa orientación, el mandatario trata de fidelizar a cuanto legislador, intendente, concejal, comisionado rural o dirigente territorial se le acerca para pedir apoyos y asistencia. La frase elegida por los jaldistas, a su vez, es una respuesta de lealtad al poder central. Pueden haber diferencias con jefe del Ejecutivo local, pero no con el binomio que gobierna el país. 

El jaldismo está convencido de que Manzur irá en la lista de candidatos oficialistas como postulante a senador suplente. "Salvo que el primer designado se enamore de las alfombras del Congreso, el gobernador encontrará una posible continuidad de su carrera política en la Cámara Alta", indican algunos allegados a Jaldo, previendo que en 2023 no habrá Manzur en la fórmula. 

Sin embargo, hace unos días el propio titular del Poder Ejecutivo ha revelado sus intenciones de continuar en el poder, como gobernador o como vice. Y lo describió con una frase: "el nombre de Juan Manzur estará en la fórmula de 2023". A buen entendedor...

Cada día que pasa, las diferencias entre los peronistas se acrecientan. Los contratos políticos en la Cámara han quedado en suspenso. Jaldo no se apartó de su propuesta (señalan que ha llegado a ofrecer la reincorporación de un 60% de los 1.100 cesanteados). En el bloque manzurista Lealtad Peronista no convenció la oferta. "A esos cargos no los tocaré porque, en algún momento, serán reclamados por esos legisladores", remarca Jaldo que aclara que no habrá efectos retroactivos si este mes, el siguiente o el subsiguiente, la bancada manzurista acepta la oferta. 

En el cuerpo hicieron números acerca del costo estimativo del plantel político al que les llegó el telegrama de cese. Según esas proyecciones, a groso modo, se requerirían al menos de $ 75 millones mensuales, en un promedio de ingresos de unos $ 70.000 por empleado. Si se desiste de renovar esos contratos políticos, en el tesoro de la Cámara quedarían unos $ 600 millones hasta fines de año como reserva más que como ahorro. 

La pregunta que todo el mundo se está haciendo es ¿qué pasó con ese millar de personas que ha quedado sin contratos? No hay certezas del destino de esa dotación. Algunos oficialistas señalan que las comunas rurales no están en condiciones de albergar a semejante cantidad de personal político. Otros creen que puede llegar a cubrirse con subsidios. 

Más allá de las especulaciones, se sabe que Manzur no ha tomado una decisión administrativa ni contable que implique la contención de los afectados. Puede ser una cuestión de tiempo dentro de la estructura del Poder Ejecutivo o de un arreglo intraparlamentario para que esas personas retornen a sus funciones en el ámbito donde fueron contratados originalmente: la Legislatura. Así está la interna oficialista, con final abierto.

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