Desterrar la cultura de las dietas constantes

14 Mayo 2021

Recientemente se ha conmemorado el Día Internacional sin Dietas, una fecha establecida para crear conciencia sobre el daño físico que corren las personas que se exponen a dietas muy estrictas que pueden terminar siendo muy nocivas. El origen de esta fecha se debe a la lucha iniciada en 1992 por la feminista británica Mary Evans Young, que se convirtió en la principal portavoz de los desórdenes alimenticios, como la bulimia y la anorexia. En esta línea, no está en discusión la necesidad de reducir la obesidad, que tantos males puede causar a la salud. A lo que apunta es a combatir los cánones de belleza que exigen cuerpos más que esbeltos, demasiado delgados y todo lo que se sale de esos parámetros y muestra alguna curva, por mínima que fuera, es descartado y discriminado por una supuesta fealdad. Los principios fundamentales del Día Internacional sin Dietas es romper los estereotipos y crear conciencia entre la población para eliminar la discriminación hacia quienes presentan sobrepeso y sobre el peligro que implica usar productos que, supuestamente, sirven para adelgazar sin la debida supervisión médica. Para muchos es una carrera sin piedad detrás del peso deseado, que tal vez no se ajuste a la real necesidad del cuerpo. Y es que la sociedad se encuentra constantemente bombardeada por la publicidad que muestra cuerpos irreales. Y si bien la mayoría de los afectados es mujer, en los últimos tiempos también mortifica a los varones. De allí que tantos apele a dietas rigurosas que los alejan de la salud. Y por distintos medios de comunicación o redes sociales se difunden presuntas dietas milagrosas, que prometen hacer adelgazar en un periodo de tiempo corto. Y es que estos regímenes severos, si bien pueden funcionar en el corto plazo, tienen luego un efecto rebote que perjudica la salud, tanto física como mental, ya que genera fuertes sentimientos de frustración. En declaraciones a LA GACETA, la médica nutricionista Mariela Córdoba advirtió categórica: “Las dietas tan estrictas embarran la cancha, arruinan el metabolismo y lo vuelven más lento”. Por eso, llega un punto en el que por mucho que se restrinja la alimentación, no se baja de paso. La especialista recordó el estudio que efectuó el científico estadounidense Kevin Hall sobre los concursantes del programa televisivo “The Biggest Loser”, similar al autóctono “Cuestión de peso”. Hall hizo un seguimiento de seis años a los participantes y determinó que el metabolismo y el gasto energético de estos estaba bajo, que habían perdidomúsculo y hueso, y que si volvían a ganar kilos era muy difícil bajarlos. No obstante, sí hay salida, aunque más difícil, pero la única eficaz: “es el camino de hormiga: la reeducación. No es lo mismo una persona que hace una dieta bien y no aprende ningún comportamiento que la persona que la hace más o menos, pero se enfoca en cambiar hábitos y conductas”, afirma Córdoba. Lo ideal es aprender a controlar las porciones, respetar horarios, aprender a elegir la comida y optar por las opciones más saludables y menos calóricas. Y eso no se logra sólo con fuerza de voluntad. “No es una cuestión de voluntad, la obesidad es una enfermedad. Primero, no es culpa de la persona, dejemos de echarle la culpa al paciente, porque es como que todas las armas están disparando para él, que es la víctima. Segundo, al ser una enfermedad, hay mecanismos biológicos que no funcionan. No depende de la voluntad, sino de cosas mas fuertes”, agrega.

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