Tenebra: dos vidas en la selva del poder

Juego entre lo que se narra y lo que ocurre.

30 Mayo 2021

NOVELA

TENEBRA

DANIEL KRAUZE

(Seix Barral - Buenos Aires)

Tenebra está construida con un narrador en primera persona, que alterna capítulos entre la voz de Julio Rangel y Martín Ferrer, y al ritmo de esa alternancia el lector va completando la trama. Las apariencias pueden llevar a pensar que son personajes completamente opuestos, aunque a ambos los une en primera instancia el hecho de ser desclasados. Martín proviene de una familia rica a partir de los turbios negocios que realizó su abuelo pero que cae en la pobreza y Julio del seno de una familia trabajadora y que a partir de trabajar para el poder político sus bolsillos se llenan de dinero. Ambos reniegan de sus orígenes: Martín de aquel dinero sucio y Julio de aquella infancia pobre. “Cuando comencé quería que los personajes fueran lo más distinto por fuera posible y conforme avanzaba la novela descubrí que se parecían mucho más de lo que había pensado, en el fondo tenían mucho más que los vinculaba, me di cuenta que se parecían mucho”, comenta Krauze sobre estos dos personajes que sin darse cuenta terminan siendo esclavos: uno (Julio) del poder político, el otro (Martín) de su sed de venganza. 

“A mí siempre me han interesado los personajes que no son capaces de ver que ellos solitos se van encaminando a la ruina, que no son capaces de ver que son artífices de sus propias miserias. Son los personajes sobre los que me gusta escribir y sobre los que me gusta leer. Siempre menciono la novela Lo que queda del día de Kazuo Ishiguro y esa historia en donde lo que te está narrando no es lo que verdaderamente ocurre. Siempre he querido recrearlo con mis personajes, que son esclavos de sus propias pasiones oscuras, pero que no tienen valentía o la capacidad de verlas con honestidad y la verdad”.

A lo largo de las más de 450 páginas de Tenebra, editada por Seix Barral, las historias de los dos protagonistas corren de manera paralela, salvo en dos capítulos (que narran la misma escena desde la perspectiva de cada personaje) en las que Julio y Martín se encuentran. Al respecto, Daniel Krauze no duda en afirmar que esos “fueron los capítulos más complicados de escribir. La tercera parte la tuve que reescribir cinco veces. De hecho en un borrador Julio y Martín acababan yendo a Quintana Roo juntos, tenían un accidente en la carretera, quedaban perdidos en el medio de la selva y se acababan peleando a golpes, tenía sus cosas divertidas. Después de ese borrador me dije ‘no puedo acabar esta novela sin que se conozcan, se tienen que ver y en un momento pensé que tenía que narrarlo desde la perspectiva de los dos. Escribiendo primero la perspectiva de Martín y luego la de Julio me di cuenta de que lo importante ahí era que lo que uno decía de manera conciliadora el otro era incapaz de entenderlo, porque son diferentes y viven en un país polarizado. Ahí está encapsulado el problema central del libro y de los personajes y es medio trágico porque están destinados a ‘dárselas madre’ como decimos acá en México, es decir ‘a destruirse’, precisamente porque son incapaces de entender al otro. Eso pasa muchísimo, tenemos conversaciones todo el tiempo y pensamos: ‘este tipo es un arrogante, es un frívolo’ y probablemente la otra persona es muy agradable, tiene inseguridades, la está pasando mal y nosotros asumimos cosas”.

Flavio Mogetta
© LA GACETA

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