En estos días vemos bastante en la televisión a Soledad Pastorutti. Pero su canto en vivo se extraña, y más en el NOA donde vino sólo a festivales mientras se pudieron hacer. “Antes de que apareciese la covid teníamos toda la intención de ir en gira a salas. A mí me gusta el formato de teatro, es muy diferente a los festivales porque tengo más tiempo y más libertad con el público. En aquel momento un problema mío de salud y de agenda no lo permitió. Luego nos agarró la pandemia. Este año empezamos a planearla de nuevo y, como somos cabeza dura, si Dios quiere, ahí estaremos”, le dice vivaz y amable, tal como se la conoce, la cantora de Arequito a LA GACETA.
Hoy, a las 20 y mañana a las 21, la Sole subirá al escenario del teatro Mercedes Sosa (San Martín 479) con su show a la carta “La música de mi vida”.
- En tu valija deben venir las canciones nuevas de “Parte de mí”, el disco que editaste en octubre de 2020; ¿qué más traés para esta noche?
- Este show es a la carta; es como un mimo para el público, con temas dedicados en formato de piano y voz. El repertorio es totalmente elegido por el público, sin ningún tipo de intervención desde la dirección musical ni mía.
- Es de clima intimista.
- Es un poco la intención desde hace tiempo. Lo hicimos en Carlos Paz este verano, gustó tanto y nos gustó tanto que sentimos la necesidad de replicarlo. Además, por las condiciones de trabajo en pandemia, ya desde 2020 no podíamos viajar toda la banda por protocolos.
- Vamos a ver una Sole muy distinta, lejos de la masividad.
- Para hacer lo mío en los festivales, que en algún momento van a volver, van a volver a ser de esa manera, masivos. Pero cuando el show es en un teatro está bueno que la propuesta sea bien diferente y no hacer competir versiones. A mí me pasa que conozco mucho más a la gente de esta manera, porque como cada canción es dedicada, ellos me cuentan el por qué. ¿Sabés lo que llora el público cuando los nombro? Es muy emocionante, un show especial para estos tiempos. Al principio te vas a sentir sola, como yo me siento, pero con el paso de las canciones es increíble cómo se va armando una historia.
- ¿Qué estás buscando en tu camino musical?
- Estoy buscando lograr que mi música me represente tal cual soy. Hablo de mí en primera persona. Por ejemplo, en “Parte de mí” hay muchas canciones que están compuestas especialmente para el disco, con Claudia Brant o con Carlos Vives. Intento aprovechar todo el tiempo la oportunidad que el público me dio desde los comienzos; soy bastante inquieta y se nota. Supongo que mi búsqueda será eterna porque si analizás disco por disco, en todos te vas a dar cuenta de cuál era el momento mío en la carrera. Soy de las que piensan que mi mejor disco todavía no salió. Lo próximo que va a venir (falta un montón) es mi intención de ir hacia lo despojado, que sea muy puro, muy orgánico, y que tenga mucho que ver con la música de raíz.
- ¿Argentina o latinoamericana?
- Diría que mayormente argentina porque es con la que más me siento representada. Pero eso no va a cerrar el repertorio; si hay una canción latinoamericana que nos represente creo que no va a quedar afuera. Así como Mercedes Sosa en algún momento nos tocó el corazón a todos gracias a la obra de Violeta Parra. Y si bien no eran canciones argentinas, no estaban lejos de nuestro sentir y las hicimos propias.
- ¿Cómo definís qué es folclore?
- Como género musical nació como una representación de la gente que venía del campo a la ciudad y que necesitaba contar cómo se vivía, sus penas y sus alegrías; tenía mucho que ver con el paisaje, con la impronta lugareña y con los protagonistas de cada historia. Después, cuando el género empieza a grabarse y a aparecer en escenarios, tiene un giro hasta más comercial porque empiezan a hacerse los discos, y va cambiando la impronta. En ese cambio o en ese intento de que el folclore llegue a tener la misma valoración en los grandes medios de comunicación que otros géneros, empezó a mezclarse mucho más y a intentar una fusión que a mi forma de ver (no malinterpreten) todavía no está lograda a la perfección. Creo que el folclore tiene mucho que recorrer. Puro, purísimo es como más me gusta a mí, como más lo escucho. Y después uno intenta que sea la música popular que represente a la gente y todo lo que quiera de sí y que se mantenga vigente. Es eso, y no es tan fácil encontrar ese equilibrio. Siento también que lo que le está pasando al folclore hoy es que las redes sociales y la manera de comunicarnos han venido a cambiar mucho el mundo, y hoy el público se expresa en primera persona. Siento que tenemos que lograr empatizar con la gente, que es otra porque el mundo cambió, pero siempre respetando la historia. Decíamos el otro día con Colo Vasconcelos, de Ahyre, que hay que encontrar el eslabón perdido, el que purifique aquella música, que empezó siendo muy representativa de la gente, con lo que somos hoy.
- ¿Hay un folclore que no se oxida?
- Hay canciones que a través de la poesía logran traspasar el tiempo. Es el caso de una de las zambas más hechas del folclore, como es “Zamba para olvidar”: hoy puede cantarse sin ningún problema, nadie va a decir si tiene una mirada antigua ni nada por el estilo. Y también es cierto que si tiene una mirada antigua y cuenta una realidad que sucedió sobre un hecho real del pasado, es totalmente respetable y tiene que estar presente porque es como un libro. Uno, para entender el presente y poder edificar un futuro, necesita ir al pasado. El folclore debe ser pasado, presente y futuro. Es el trabajo que nos toca a muchos, porque el pasado está logradísimo a través de autores como Gerardo Núñez y de tantos otros.
- ¿Qué te dan tus participaciones en La Voz Argentina y en La Peña de Morfi?
- La Voz es un programa que me encanta porque se trata de música, del mismo modo que La Peña. Disfruto ambos porque siempre que haya alguien que cante yo disfruto, y si canta folclore más todavía. Son espacios que me dan la posibilidad de estar cerca del público a pesar de no estar en gira. Es permanencia; insisto con esto porque hay jóvenes que se comunican de otra manera, hay infinidad de propuestas y a los que venimos de estructuras diferentes nos cuesta mucho el cambio y sostenernos en el tiempo cuesta un poco más todavía.
Antes de despedirse, Soledad pide disculpas por una pequeña demora en hacer la entrevista, y revela el porqué: “estaba llegando mi abuela Valeria (¡hasta que la acomodé!). Tiene 88 años y está de 10. Se vino con el más chico de los bisnietos. Le agradezco a Dios que no se contagió covid”.