Liliana Juárez: un "talismán la llevó a la consagración"

Liliana Juárez empezó a actuar de adulta como una terapia y llegó al Festival de Cannes. Hizo el rol de una niña con síndrome de Down, personaje que revolucionó su vida. Detrás de todas las estrellas y luces de la fama, hay una mujer muy sencilla, amante de las plantas y empleada en la Dirección Provincial de Rentas.

Se emociona fácilmente y los ojos se le llenan de lágrimas. Y así de rápido pasa del llanto a la risa, a la carcajada. Cuando habla abre su corazón y sus sentimientos brotan sin filtros.

Es artista de profesión, licenciada en Artes, especializada en escultura, pero es actriz por consagración.

A Liliana Juárez, Lila, Lily o Liluchi la conocemos todos por sus exitosas obras de teatro o sus premiadas películas (decenas de premios en ambos rubros), pero muy pocos por sus esculturas. Y a pesar de que empezó a actuar de grande, a los 38 años.

Descolló con la obra “La verdadera historia de Antonio”, donde interpretó el complejísimo papel de una niña con síndrome de Down, y así ganó por tercera vez consecutiva la Fiesta Provincial del Teatro.

Estuvo dos veces en el Festival de Cannes. En 2013 por la película “Los Dueños” (mención especial del gran jurado), galardón que repitió el año pasado con “Planta Permanente”, film que protagonizó con la talentosa Rosario Bléfari, recientemente fallecida.

Por esa misma película ganó el Astor de Plata como mejor actriz en el Festival Internacional de Mar del Plata. También coprotagonizó el multipremiado filme “El motoarrebatador”, junto a Sergio Prina.

En 2020 ganó en el Festival de Huelva (España) pero no pudo retirar su premio por la pandemia.

Detrás de todas estas estrellas y luces de la fama, hay una mujer muy sencilla, amante de las plantas y empleada en la Dirección Provincial de Rentas.

Anoche estuvo en “La otra pregunta”, el programa de entrevistas que emite LA GACETA todos los martes.

-¿Quién es Liliana Juárez, Lila, Lili o Liluchi?

- Se ve que te has informado bien… (risas). Mis compañeros de trabajo, la mayoría me suele decir Liluchi. Lila me sabían decir mis abuelos paternos y también muchos me dicen Lili.

¿Quién soy? Soy una mujer simple, que de golpe, en un momento de mi vida me deprimí, me deprimí muchísimo y empecé a hacer terapia, y en esta terapia surgió una necesidad, en realidad surgieron varias necesidades y entre ellas estaba hacer teatro.

- ¿Puedo preguntar por qué te deprimiste?

- Sí. Porque me divorcié. Me divorcié y empecé a bajar mucho de peso y en ese momento el doctor Marangoni me dijo: “tiene que buscar algo que le apasione”. Y estaba aprender natación, aprender a conducir un auto o hacer teatro. Eran las tres metas que tenía en ese momento.

- ¿A esas tres cosas no las habías hecho nunca?

- No. Si bien animaba fiestas familiares. Pensaba ya se acerca el cumpleaños de un sobrino, de mi ahijada. Y yo en base a lo que le gustaba a esa persona organizaba la propuesta teatral o el show que hacía. Yo me hacía todo el vestuario. Me comparaba máscaras, guantes y otras cosas. Después la Facultad de Artes, la carrera de Teatro, me ayudó a sacarme la máscara.

- ¿La actuación te sirvió para salir de ese estado depresivo?

- Sí, me sirvió muchísimo. Me sirvió para conocerme. Para entrar en un mundo que tal vez por la casa y los hijos el arte estaba un poco olvidado.

- Decía en tu presentación que había un papel que hiciste que me llamó mucho la atención, en la obra “La verdadera historia de Antonio”, donde representás a una niña con síndrome de Down y yo, que no soy actor, me parece algo complicadísimo de hacer, y te diría imposible. Contanos cómo hiciste eso.

- Esa obra es como el talismán de mi vida. Esa obra me abrió puertas, ventanas, todo un mundo que yo desconocía.

Si bien yo empecé a hacer teatro con el grupo “Índigo”, donde estaba Gonzalo Véliz, César Domínguez… con el que hicimos “Suspiro crudo fosforescente”, una obra de Urdapilleta, y la obra gana la Fiesta Provincial del Teatro.

Al año hicimos otra obra, “Rem”, una creación colectiva, que también gana la Fiesta Provincial.

Entonces me invitan los chicos del grupo “Gente no convencida” a hacer “La verdadera historia de Antonio”, que es de Federico León, y volvemos a ganar la Fiesta Provincial. Y con esa obra participamos de la Fiesta Nacional. Y a partir de ahí vienen “Los Dueños”, “El motoarrebatador”, “Planta Permanente” y hasta hoy que no paro de hacer teatro y cine.

- ¿Por qué decís que esa obra es un talismán?

- Fue muy exitosa la obra, pero además yo gané el Artea, como actriz, y muchas menciones y reconocimientos, con el personaje que se llamaba Estelita, esta niña con síndrome de Down.

Cuando viene Federico León a dictar un taller en la Facultad, se vuelve a poner en escena la obra y él viene a vernos.

Yo al final quedaba sola en la obra. Usaba un chaleco flúor y un short y un maquillaje con unos rollitos para tener más volumen en el rostro.

Cuando termina la obra nos sentamos todos a su alrededor para recibir una devolución. Entonces yo me saco el chaleco, me saco los rollitos de la cara y me siento al lado de él. Entonces veíamos que esperaba y seguía esperando y les dice a los chicos, “no sale la actriz”. Y le dicen, es esa señora, y me señalan. Para mí fue muy importante porque pensé “lo convencí a León, que esperaba una nena”.

Después Rafael Nofal también les dijo a los chicos, cómo pudieron hacerla actuar a esa niña con tanta discapacidad… Tampoco se había dado cuenta de que era yo.

- ¿Cómo construiste ese personaje?

- Yo tenía un libro, que es como un diario de Estela. En cada función anotaba quién iba esa noche, si alguien me decía algo, o como me sentía, como que Estela empezó a tener su propia vida en ese libro. En otros personajes me dio tan buen resultado que lo sigo aplicando.

Ese personaje se encarnó tanto en mí que la gente me paraba en la calle y me decía “haceme un cachito de Estelita”. A mí me costó que Estelita me abandone.

- Te emocionás cuando hablás de Estela

- Sí. Se hizo carne en mí ese personaje. Actualmente sólo tengo una boina y los lentes, pero llegó a haber tres maletas con vestuario de Estela.

- ¿Te hiciste amiga de Rosario Bléfari?

- Sí, fue una gran compañera. Estuvimos juntas en “Los Dueños” y en “Planta Permanente” mucho más. Yo siempre digo que Rosario era como una minidirectora. Porque ella era de analizar todo, el porqué de todo. Yo soy más del impulso, ella era más de analizar, estaba en todos los detalles.

- ¿Planta Permanente fue la última película que hizo Bléfari?

- Sí, fue la última.

- Decís que tu mamá fue la mentora de tu carrera...

- Sí, Blanquita era una apasionada. Todos nosotros (son cinco hermanos) hacemos arte porque ella era una apasionada del arte.

Un día, cuando fuimos creciendo, ella dijo: acá no se ve más tele a la siesta; a la siesta se hace guitarra, danza, títeres o algún idioma. Y así fue que empezamos a ir a la escuela de títeres y después hacíamos títeres en la casa. Ella escribía los guiones para los cumpleaños.

- El día de tu última presentación en Cannes era tu cumpleaños…

- Sí, el 21 de mayo cumplía 52 años. Mi mamá partió un 13 de febrero y yo en mayo estaba en Cannes. Ella siempre me organizaba los cumpleaños y hacía unas tortas muy ricas. Y cuando estaba en Cannes, sentada en la butaca, que era una monstruosidad estar ahí, yo dije para mí, “ay mamá, me organizaste el mejor cumpleaños de mi vida”. Me pasaron muchas cosas increíbles esa noche, muchas coincidencias.

- Te propongo, Liliana, un juego que a veces hacemos en este programa: un ping pong. Te doy dos opciones, vos elegís una y me decís por qué.

Empecemos: cine o teatro.

- Teatro. Ese ritual de estar lista esperando que el director diga “arranquen” es tremendo. Es como que en ese momento estás por entrar a otro personaje, estás por incorporar a tu vida a otra persona.

- Drama o comedia

- Soy más de la comedia, porque tengo esa veta de que te puedo hacer reír más fácil que hacerte llorar.

- Entrenamiento o improvisación

- Improvisación. Amo improvisar. Es más, en mi vida también vivo improvisando.

- Películas o series

- Películas. Me gustan las series pero siento esa ansiedad de saber el final.

- Monólogos o diálogos

- Diálogos. Porque cuando estás en el teatro es bueno tener un buen compañero. Siempre tuve buenos compañeros, con los que vamos a la par.

- La mala o la buena

- La buena (risas). Me gusta más ser la buena.

- Vida en familia o vida independiente

- Vida en familia, totalmente.

- Ocio creativo o deporte

- Ocio creativo (se ríe fuerte)

- Vacunas sí o vacunas no

- Vacunas sí. Incluso me cansé de esperar la Sputnik y me puse la Moderna (risas).

- Sistema o antisistema

- Y bueno, hace 30 años que estoy en un sistema (Dirección de Rentas) y ya estoy acostumbrada a un sistema.

- La luna o el sol

- El sol. Me encantan las plantas, vivo haciendo plantas y el sol te acompaña en esa actividad.

- ¿Cómo compatibilizar toda la locura del cine y el teatro, los viajes, los premios y todo ese mundo, con algo tan opuesto como tu trabajo en Rentas?

- En un taller con Puig aprendí que esas contradicciones te llevan a una gran creación. Y estas contradicciones se unen. Estar todo el día atendiendo al público me enriquece muchísimo. De cada contribuyente saco algo para un personaje, del vestuario, de la forma de hablar. Además la paso bien en la oficina, le pongo humor, invento personajes. Incluso en algunos guiones le cambio el nombre del personaje y le pongo alguno de mis compañeros.

En Planta Permanente al que era Julio Santillán le puse Julio Campi, que es mi compañero que se sienta a mi lado. Una forma de unir esos dos mundos con humor.

- ¿Dónde te imaginás dentro de 20 años?

- Quisiera seguir actuando, filmando, y tener la seguridad de que me van a seguir contratando. Muchas cosas las hago ad honorem, para ayudar a los estudiantes de cine y quisiera seguir haciéndolo. Y si no estaría con mi jardín y seguiría regalando plantas y tal vez mimando a mis nietos.

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