Esculturas para jerarquizar el patrimonio urbano

03 Septiembre 2021

Embellecen la ciudad. Muchas veces les dan identidad. Otras son el alma de un paseo público. No hablan. No molestan. Sin embargo, en ocasiones son agredidas ¿Qué sería del parque 9 de Julio sin ellas? ¿O de la plaza Independencia sin la Libertad de Lola Mora? ¿O de San Javier sin la creación de Juan Carlos Iramain? “Es el arte de la inteligencia”, afirmaba Pablo Picasso y su colega Salvador Dalí decía que “lo menos que puede pedírsele es que no se mueva”. No puede afirmarse que San Miguel de Tucumán no tiene esculturas o monumentos escultóricos, pero podría tener muchas más obras de arte.

Desde 1988, Resistencia, la capital de El Chaco, es llamada la Ciudad de las Esculturas. Desde entonces, se desarrolla allí una Bienal Internacional sobre esta especialidad, prestigiosa competencia en el que los artistas de varios países del mundo trabajan el mármol y la madera al aire libre, a la vista del público, durante una semana. Una vez concluido el encuentro, organizado por el gobierno provincial y la Fundación Urunday, las obras quedan para la ciudad y se las emplaza en distintos lugares. Esta bienal no tardó en ser imitada por Misiones, Río Negro, Córdoba, Mendoza y Jujuy, entre otras provincias; su atracción no es solamente cultural, sino también turística.

En 1990, comenzó a asistir a ese encuentro en calidad de invitado, el escultor tucumano Francisco Fernández; le nació la inquietud de que Tucumán contara con una bienal similar y durante años trató de conseguir infructuosamente apoyo económico. Finalmente, en 2004 logró que el encuentro tuviera lugar en la plaza Alberdi, con el apoyo logístico del Centro Cultural Virla, la Escuela de Bellas Artes y la Secretaría de Extensión de la UNT. En esa ocasión, vinieron distinguidos artistas, tales como Humberto Gómez Lollo, Jorgelina Galicer, Víctor Ricardone, Alfredo Godoy Wilson y Rodolfo Garay. La experiencia, que fue sostenida económicamente a pulmón por un grupo de artistas, resultó un éxito. Sin embargo, no volvió a repetirse por la falta de presupuesto. En 2005, los organizadores le propusieron a la Municipalidad de Yerba Buena realizar la segunda edición, pero la respuesta fue: “no hay plata”. Sin embargo, en 2009 recogió el guante la Municipalidad de Famaillá y comenzó a realizar el Encuentro Internacional de Escultores “Juan Carlos Iramain”, uno de los artistas más importantes que ha dado Tucumán. En la primera edición participaron 87 artistas locales, nacionales, de Bolivia, Chile, Italia, Brasil, Colombia, Rusia y Corea del Sur. Abordaron en sus trabajos temáticas relacionadas con las culturas prehispánicas, empleando láminas metálicas, maderas, cemento, yeso y chatarras. El certamen le ha permitido a Famaillá embellecerse con creaciones en madera y piedra.

El encuentro no volvió a repetirse en San Miguel de Tucumán, cuya Universidad Nacional cuenta con una Escuela y una Facultad de Artes; la casa de altos estudios podría firmar un convenio con el gobierno provincial tal vez y ocuparse de la organización de una bienal de estas características y lo más importante: sostenerla en el tiempo.

En alguna oportunidad, señalamos que acontecimientos culturales de estas características son sumamente positivos porque acercan a una comunidad a la labor de un artista, y toma conciencia de que este no es un bohemio, sino un esforzado trabajador de la belleza. El espectador no asiste a una exposición de obras terminadas, sino que día a día va siguiendo el proceso de creación hasta su final; además sería un estímulo importante para los estudiantes. El patrimonio urbano se agrandaría y se embellecerían los paseos (como el parque Guillermina) y otros sitios públicos de la ciudad.

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