La concreción de un nuevo Septiembre Musical es, indiscutiblemente, la noticia del campo cultural más importante de este mes. Que se haya llegado a la edición número 61 en forma anual consecutiva, sin que se haya interrumpido nunca desde 1960 pese a los cambios políticos y sociales que se vivieron, da muestras de lo arraigado de este festival en la comunidad tucumana, que espera cada primavera para disfrutarla entre sones y acordes.
El evento, inspirado en el Maggio Musicale Fiorentino italiano, en un inicio estuvo dedicado a la música académica sinfónica, de cámara y coral, con un espacio destacado para el ballet y la ópera (se volvió una sana costumbre estrenar una pieza por año y ahora se mantiene, aunque por televisión), pero pronto se fue abriendo a otros géneros y estilos. Lo popular llegó primero de la mano del tango y del jazz a poco de andar, y luego se amplió al folclore, el rock y el pop, por ejemplo, sin descuidar otros exponentes. Los ritmos urbanos han sido los últimos en sumarse, con la siempre atractiva apuesta de sumar público joven a una convocatoria que se presume de ser abarcativa de todos los gustos.
El arribo de artistas internacionales de fuste terminó de consagrarlo como el evento más importante del interior del país en tanto muestrario de una amplia variedad de sonidos. Una muy incompleta lista de visitantes del exterior tiene algunos nombres destacados a lo largo de estas seis décadas, como los de Ravi Shankar, Duke Ellington, el Cuarteto de Tokio, Boris Belkin, el New York Quartet, Ute Lemper y Shlomo Mintz. Y entre los argentinos es imposible no citar en primer lugar a Bruno Gelber (asiduo participante del evento), la Camerata Bariloche, Ástor Piazzolla, Martha Argerich, Julio Bocca y Fito Páez, entre cientos más. Y en esta edición se anuncia el retorno de Miguel Ángel Estrella y la llegada de Jairo, con su espectáculo por los 50 años con el canto.
La pandemia, como en tantos otros campos de la vida cotidiana, impone sus condiciones. Pero como signo del nuevo tiempo que transcurre, lo hace en un tránsito a una cierta normalidad. Mientras que la celebración de 2020 estuvo empañada por la virtualidad, en esta oportunidad el formato dual (presencial y on line) da señales de que los grandes espectáculos se desarrollarán de este modo de ahora en más. La gratuidad, a su vez, es una forma seductora de tentar al público a salir de sus casas y ocupar las distintas butacas, con una convocatoria solidaria a efectuar donaciones para ONG benéficas, tanto en los teatros donde se realizarán los principales recitales como en los bares que no cobrarán derecho de show (aparte de los espacios no convencionales donde también habrá conciertos). Al igual que el año pasado habrá un segmento reservado a las regiones culturales de la provincia, con artistas de cada lugar, ejemplo de la acción del Consejo Provincial de Cultura en el terreno. Se anunció oficialmente la contratación de unos 1.000 artistas independientes tucumanos en total, aparte de músicos de la Capital Federal convocados para el evento.
Esta vez, este mes no es sólo musical sino también político. La inminente realización de las PASO impone a los candidatos a exponer sus propuestas electorales. La ausencia de referencias hacia el campo cultural y artístico ha sido algo común en partidos y frentes. Por suerte existe una labor silenciosa y constante de quienes concretan en los hechos lo que no se dice en palabras ni se enuncia en las plataformas. Larga vida al Septiembre Musical.