La historieta del Escuadrón Suicida (ES) se populariza en los años 80 y es totalmente disruptiva en el concepto tradicional, porque no sólo plantea antihéroes como protagonistas, sino que el villano es el Gobierno de Estados Unidos que los usa de carne de cañón a cambio de reducir sus condenas. Las misiones que se les encarga no tienen que ver con fines altruístas, sino con un Estado que trata de esconder sus propios crímenes contra la humanidad con órdenes de funcionarios corruptos con tareas inmorales. El ES existía antes, pero al inicio eran científicos altruístas que participaban de labores riesgosas. El guionista John Ostrander cambia los personajes y los relanza.
No es la única historia que desafía las convenciones en esa época. “Las tortugas ninja” son la respuesta humorística de las propuestas de artes marciales, realizada por dos chicos para una convención de comics donde fueron descubiertos por un desarrollador de artistas que logró que una editorial tome la idea, la tunee y la transforme en un producto millonario. El sueño americano consumado.
Hubo intentos fracasados en esta línea, como cuando se lanzó “Superman regresa”, que lo presentaba más humano, en el seno de una familia disfuncional, con una esposa que abandona y con un hijo que es criado por otra pareja. Hay un debate acerca de qué se puede hacer con el personaje y hasta dónde se puede llevar. La franquicia es exitosa, pero no llena las expectativas.
Marvel parece haber encontrado la salida ante cierto desconcierto de DC, al dotarle humor y comedia a los guiones, sin dejar de lado la espectacularidad de los efectos especiales. Hoy está varios pasos por delante de su rival, que tiene exigencias muy altas en cuanto a producciones y recaudaciones con personajes emblemáticos como Superman o Batman. En “La Liga de la Justicia” se hace un planteo mucho más duro: Wonder Woman decapita al villano, Superman lo golpea y mutila en el piso... Ya no está presente el altruísmo de la era romántica del género, hay ideas que lo renuevan.
La alienación de ser diferente está planteada en X-Men, pero antes ya apareció en Superman y su disfraz de Clark Kent para parecer uno más y así integrarse en la sociedad. La diversidad y los conflictos que ella trae están muy presentes.
Los planteos de los 50 y 60 estaban pensados para los niños frente a la televisión, en consumos limitados a la oferta del momento. La evolución de ahora está vinculada con presentar nuevos enfoques para un público más amplio, con productos centrados en los adultos. Se presentarán seres fantásticos, divorciados de la realidad, pero son asimismo personas que son parte de la sociedad, que buscan afecto y amor; y si no los logran, los reemplazan por poder y por dinero, como lo hacen los antihéroes que hacen cosas en su provecho y no para el bien general. En “Joker” se habla de las personas que son dejadas de lado por el Estado, con conflictos con sus padres y abuso de la sociedad, que necesitan una medicación que el Gobierno le niega; el resentimiento del personaje lo proyecta como ejemplo para una parte de la sociedad que se identifica con sus problemas.
El género de la historieta es más que el norteamericano. Lo que está presente en la Argentina, en Francia, en China, en Inglaterra o en Japón, no siempre se encara desde el superhéroe. Antes incluso que Superman surgió el argentino Paturuzú, que era una suerte de Robin de Isidoro Cañones, el personaje clásico de la época, hasta que se emancipa y se convierte en el indio terrateniente, poderoso y justiciero: exactamente al revés de lo que pasó en la realidad nacional.