Taiwán: China, la ONU y la Covid

Por Clemente Babot - Director de Políticas Públicas - Federalismo y Libertad.

19 Septiembre 2021

Durante 2020 la pandemia de Covid-19 azotó al mundo con un impacto socioeconómico devastador provocando la interrupción del comercio mundial y generado mayores índices de pobreza, además de una enorme cantidad de enfermos y fallecidos.

Taiwán, a pesar de su cercanía geográfica con la República Popular China, centro de la pandemia, ha logrado dar una respuesta eficaz para enfrentar esta situación. La rápida expansión de su capacidad para satisfacer la demanda de la cadena de suministro global y su asistencia sustantiva hacia los países aliados de todo el mundo dan cuenta de las sobradas razones para que Taiwán desempeñe un papel constructivo en el sistema de la ONU.

La República de China, mas conocida como Taiwán, cuenta con un territorio de 36.000 km2, donde viven 23 millones de personas. Esta isla se encuentra a 160 km de la República Popular China, separadas por el estrecho de Taiwán.

Su desarrollo económico se refleja en un PBI per capita de casi 26.000 U$ para 2019. En los ránkings internacionales económicos se encuentra en los primeros lugares. Ocupa el puesto 11avo en el Índice de libertad económica de la Fundación Heritage y 15avo en el ránking de Doing Bussines del Banco Mundial.

En sus relaciones internacionales, cuenta con la calidad de miembro pleno en 38 organizaciones intergubernamentales y sus órganos subsidiarios, incluyendo la Organización Mundial del Comercio, el foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico, el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Centroamericano de Integración Económica. También goza de la calidad de observador o de otra índole en 20 organizaciones intergubernamentales y sus órganos subsidiarios, incluyendo el Banco Interamericano de Desarrollo; el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo; y los comités de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Sin embargo, razones políticas obstruyen aún hoy su participación, escudando tal exclusión en la Resolución 2758 (XXVI) de la Asamblea General de la ONU de 1971. Este argumento omite considerar que la resolución solo aborda el tema de la representación de China en la ONU, que nada dice acerca de la reclamación china de soberanía sobre Taiwán, ni autoriza a la República Popular de China a representarla en la ONU.

La revista inglesa The Economist es su articulo “The most dangerous place on Earth” relata que Estados Unidos empieza a temer que ya no pueda disuadir a China de apoderarse de Taiwán por la fuerza. Militares de EEUU declararon en el Congreso su preocupación sobre que China atacara a Taiwán en 2027. Si los líderes de China consideran imposible la unificación pacífica, pueden intentar tomar Taiwán por la fuerza.

El pueblo taiwanés solo puede estar representado en el escenario internacional por su gobierno elegido democráticamente. La República Popular de China impone sus puntos de vista políticos a la ONU al equiparar el lenguaje de la resolución con el “principio de una sola China” de Pekín. Esta actitud es inadmisible generando fuertes críticas internacionales. El accionar de Taiwan para enfrentar la Covid-19 es acertado y eficiente, elevándolo a la calidad de modelo a seguir en la lucha contra esta epidemia.

Esta exclusión obstruye la participación de la sociedad civil de Taiwán al negar el acceso a las instalaciones de la ONU a todos los taiwaneses –incluidos los periodistas-, siendo su nacionalidad la única razón de este trato discriminatorio. Estas acciones contradicen el ideal de multilateralismo de esta organización internacional, sus principios fundacionales de respeto por los derechos humanos y libertades fundamentales. A pesar de ello, Taiwán se ha mantenido más solidario que nunca mediante la donación de suministros de prevención epidémica y compartiendo su experiencia.

Durante el acto de juramento en el mes de junio pasado, el Secretario General de la ONU destacó que “la pandemia ha revelado nuestra vulnerabilidad compartida, nuestra interconexión y la absoluta necesidad de accionar de manera colectiva”. Agregando que es necesario “asumir el compromiso inequívoco de unirnos para trazar el rumbo hacia un futuro mejor”.

Taiwán ha mostrado ser un modelo a seguir en la gestión de la pandemia con cifras bajas en contagios y fallecidos y puede ser un actor fundamental en los esfuerzos para superar la crisis y en la recuperación de la situación económica y sanitaria mundial. Para esto es imprescindible que la Organización de Naciones Unidas (ONU) incluya a Taiwán a los efectos de contar con los máximos esfuerzos conjuntos disponibles

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