Los 20 puntos de Jaldo, un problema para Manzur

El 12 de septiembre, el Frente de Todos obtuvo 479.786 votos, el 49,58% del total de sufragios emitidos en las primarias, casi 50 puntos. Revelaban que el manzurismo se había impuesto sobre el jaldismo, mientras que las proporcionalidades del D’Hont decían que el vicegobernador conseguía el segundo puesto como candidato a diputado nacional en la lista de la coalición; una derrota con cierto sabor a victoria. El gobernador, en tanto, logró legitimarse como el jefe del peronismo tucumano. Todos contentos, hasta ahí cada cual sonreía en función de sus propios intereses. Luego Manzur se instalaría en el escenario nacional y Jaldo llegaría a la gobernación alterando la ecuación interna: los que perdieron se sintieron ganadores y los que triunfaron, derrotados. Insólito, sólo en el peronismo puede ocurrir.

Sin embargo, eso ya es una anécdota frente al dilema electoral que enfrentan los compañeros ahora unidos a regañadientes, con heridas, recelos y resentimientos a cuestas: el voto jaldista, esos 20 puntos de las PASO. Un número que debería preocupar a Manzur de cara al 14 de noviembre, porque se consiguió con consignas en su contra y en rechazo a las gestiones en Seguridad y de Educación: frene a Manzur, no a la reelección del gobernador, corra a Maley y a Lichtmajer. Fue el discurso de Jaldo que atrajo a peronistas y a alguno que otro independiente identificado con las propuestas del Peronismo Verdadero. ¿A cuántos sedujo? Imposible de mensurar y por eso mismo peligroso para el Frente de Todos.

¿Son votos que van a perder en dentro de 42 días? La pregunta más certera es cómo hacen desde esta sociedad unida a la fuerza para evitar la fuga de esas adhesiones que respaldaban a Jaldo y que rechazaban a Manzur. Todos entrampados, incluso el propio vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo, ahora complicado en sus propias palabras y con su credibilidad en juego. Por raro que parezca, el que puede darle una mano políticamente hablando es el mismo mandatario provincial, aunque este también salvaría su propia ropa. Todo por esos 20 puntos, por mantenerlos respaldando al oficialismo. Manzur tendría que hacer concesiones para fortalecer al vicegobernador, para que no se desacredite aún más luego de ratificar al gabinete manzurista cuando en la campaña había cuestionado puntualmente a dos ministros.

La fuga de Roberto Rejas le permitió avanzar en cambios vinculados a la Seguridad y dejar en situación complicada a Maley. Así como lo promovieron a jefe de ministros y le concedieron libertades para que haga y deshaga en el Gobierno, así también Manzur tendrá que facilitar a Jaldo la posibilidad de tomar medidas que lo fortalezcan frente al electorado que lo avaló para que lo vuelva a acompañar. Si al gobernador hasta le permiten que opaque y ponga en un segundo plano al propio Presidente en aras de mejorar la performance electoral de septiembre, ¡cómo no haría lo mismo él con su compañero de fórmula para repetir las PASO en la provincia, aún a costa de sacrificar un par de alfiles! Él parece gobernar en la Nación, y en la provincia hoy gobierna Jaldo.

Paralelismos y similitudes de gestiones y de propósitos por vaya a saber cuánto tiempo. Por ahora el único que les preocupa es el que falta hasta la elección intermedia. Vale todo. Tal vez esto se contemple mañana en Buenos Aires, cuando Manzur reciba a sus funcionarios y a Jaldo. Porque si bien es una foto que necesita -mostrar a sus pares y al país que detrás de sí la gestión, el Gobierno y el peronismo tucumano está ordenado y encolumnado en un propósito electoral-, no debe descuidar el detalle del sentido de los votantes que forjaron aquellos 20 puntos. Es su problema también y no puede desentenderse. Porque una parte de esos sufragios fueron en su contra; lo que podría hacer es tratar de asegurar que por lo menos lo sigan al tranqueño, para que no se fuguen del Frente de Todos. Y para eso debe empoderarlo, aunque le disguste la idea, por lo menos en los días que vienen; después del 14 de noviembre puede ser otro el cantar.

Llevar a todo el gabinete a la casa Rosada es una muestra de poder de Manzur; así pretenderá que se interprete el encuentro en Buenos Aires: como un mensaje destinado a apagar los comentarios de que está peleado con Jaldo y que el PJ está quebrado en Tucumán. Así se entendería el exponer tamaña muestra de unidad al país. Eso es para el plano nacional; otra cosa es en el provincial; para eso debe ir el vicegobernador, para terminar de arreglar lo que no pudieron empezar a concretar aquel lunes de la asunción como jefe de Gabinete, prácticamente huyendo de Tucumán, dejando la foto con Jaldo y a los manzuristas huérfanos.

¿Cómo retener esos 20 puntos? Que Jaldo siga en la sociedad es un primer paso, pero que no se escapen esos votos eso ya es más difícil. Recuérdese que, con picardía matemática, el intendente Alfaro dijo el mismo 12 de septiembre que a Manzur lo rechazó el 70% de los tucumanos; integrando allí a los 20 puntos del vicegobernador a raíz del discurso de tono opositor del presidente de la Legislatura. A ese segmento de peronistas descontentos con el gobernador tratará de atraer el jefe municipal, especialmente a los que ven en él al opositor que ahora no puede ser Jaldo. En ese marco no es inocente que la ministra de Gobierno, Carolina Vargas Aignasse, saliera a decir que no ve a Alfaro como un opositor debido a su raigambre peronista.

En el oficialismo deben estar preocupados y haciendo cálculos sobre esos 20 puntos, a cuántos van a poder mantener, cuántos serán los que no acompañarán, cuántos son los opositores agazapados en esos 190.124 sufragios. Las reuniones que viene manteniendo Jaldo con intendentes, con comisionados rurales y con dirigentes territoriales tiene la finalidad de atenuar lo más posible el impacto de esa posible fuga y también evitar que se note a partir de multiplicar el esfuerzo y el trabajo de todos los compañeros. En esa línea, un éxito electoral sería superar los 479.786 votos de septiembre para que el voto residual del jaldismo opositor quede diluido. Hoy por hoy, ese voto no mensurable representa un serio dolor de cabeza para el oficialismo.

Manzur puede hacer lo suyo en este aspecto: como respaldar a Jaldo y suscribir entre ambos un nuevo pacto político de convivencia, aunque tácito y temporal, hasta el 14 de noviembre o un poco más allá, dependiendo del resultado nacional y provincial de la votación. Por conveniencia mutua. Son muchos los funcionarios y colaboradores que viajan a Buenos Aires, cual si fueran más en calidad de testigos de un posible nuevo acuerdo, enmarcado en el popular dicho peronista de que el que avisa no traiciona. Trasladar a tantos sólo para una foto con intencionalidad política parece demasiado, por lo que cabe imaginar que algo más puede suceder en la reunión. Que, por ejemplo, aparezca el Presidente bendiciendo este viaje inédito de todo un gabinete provincial a la Rosada para mostrar que el peronismo tucumano está unido para dar pelea en los comicios. Sería una nota de color.

Pero, pequeño gran detalle: así como tienen que mirar con inquietud cómo mantienen en el redil el voto jaldista, también el manzurismo tiene que asegurar que todos los que los votaron, esos 30 puntos, lo vuelvan a hacer en noviembre. Todo un reto pues, como dijo un lenguaráz: sólo ellos saben qué hicieron para obtener tal adhesión. Lo único seguro es que Manzur se quedará y que el resto regresará para proseguir con la difícil y tensa convivencia política de cara a los comicios. Dramáticamente han sido condenados a triunfar por el dinamismo de la política, resignados a tener que garantizar juntos una victoria, porque lamentablemente para ellos muchos se ven obligados a trabajar codo a codo con el enemigo interno. Si ganan, ni abrazarse podrán.

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