En el último tiempo creció el número de papás y mamás que buscan métodos alternativos de enseñanza para la formación de sus hijos. La pedagogía Waldorf, que forma parte de la Nueva Escuela, una corriente que tiene su origen entre fines del XIX como crítica a la escuela tradicional; es una alternativa cada vez más elegida.
Rudolf Steiner en 1919, en Alemania, fue el encargado de desarrollar esta pedagogía que ve al ser humano como un ser íntegro que tiene cuerpo, alma y conciencia.
La metodología tiene como premisa respetar los ritmos de cada alumno para que marquen su propio ritmo a la hora de adquirir sus conocimientos. Además, concibe al proceso de aprendizaje no solo de forma intelectual, sino también trabaja las emociones y destrezas corporales.
"La pedagogía Waldorf tiene su base en la antroposofía y tiene como objetivo brindarle a los niños y niñas todo el entorno necesario para que despliegue su potencial. A diferencia de otras pedagogías, que buscan introducir conocimientos, nosotros nos centramos en extraer lo que cada uno tiene, es decir, lo que viene con el ser humano para su desarrollo", explicó a LAGACETA.com Silvina De Faveri, pedagoga Waldorf y licenciada en Arte de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).
Actualmente existen en todo el mundo 1.100 escuelas Waldorf o inspiradas en esta pedagogía, así como también casi 2.000 jardines en unos 80 países. La mayoría de ellas no cuentan con ayuda gubernamental, sino que son mantenidas por el aporte de los docentes y padres que forman parte de la comunidad.
"Como educadores buscamos que ese niño se convierta en un adulto responsable, libre de prejuicios, y que conozca sus capacidades y potencialidades para dar lo mejor de sí al mundo", agregó.
La metodología
La dinámica utilizada por las escuelas Waldorf es distinta a la empleada en el sistema educativo tradicional. "La pedagogía Waldorf contempla al ser humano de manera integral, no tan solo su aspecto intelectual. Y tiene un programa detallado que acompaña cada momento del desarrollo de niños y niñas", sostuvo De Faveri.
"Se fomenta un ambiente colaborativo y de participación activa, no de competencia. Por eso no hay "evaluaciones" a la manera tradicional, la evaluación es permanente y contempla todos los ámbitos por igual. El arte, el movimiento y el vínculo con la naturaleza tienen en la curricula tanto peso como las asignaturas principales", completó.
La especialista detalló que la jornada inicia con juego de pies y manos, posteriormente los concurrentes tienen una clase principal donde los docentes exponen los temas como un cuento y cierran la jornada trabajando en el cuaderno. También, cuentan con materias especiales.
"El dictado de las materias no son como en los planes convencionales. Nosotros nos sumergimos durante tres semanas en una determinada temática que la acompañamos con el arte, música y movimiento; después dejarla descansar y ver otra", indicó.
La pedagoga Waldfor, Hortensia de los Ángeles García, señaló que esta corriente reconoce distintas etapas en la vida de una persona, que se dan en ciclos de siete años, que es lo que se conoce como “Septenios”.
"En cada septenio, el ser humano presenta y desarrolla determinadas características, en donde van apareciendo necesidades y capacidades Los tres primeros corresponden a la formación de la voluntad, el sentir y el pensar", precisó.
- Primer Septenio (0-7 años): en esta etapa, el niño experimenta aprende principalmente a través de la actividad física y los efectos de los estímulos físicos. En este septenio, el niño aprende por imitación; todo lo que está a su alrededor lo absorbe e integra.
- Segundo Septenio (7-14 años): de la mano de su maestro quien descubrirá el mundo conociendo los alrededores, las letras y los números. Seguirá siendo importante la mantención del ritmo y los hábitos, como también el permanente cultivo del sentir a través de cantos, narraciones, pintura y dibujo que se desarrollan cotidianamente en las clases. En torno de los 9 años, las niñas y niños vivirán un proceso llamado Rubicón, donde perderán el sentido de unidad con el mundo, una nueva forma de ver y comprenderlo para lograr la unión con él desde otro lugar. Hacia los doce años comienza una incipiente capacidad de pensamiento abstracto y causal, donde cada vez se puede ser más consciente de por qué ocurren ciertas cosas o qué consecuencias puede tener cada acción. Hacia el fin de este septenio el joven está listo para desplegar su capacidad de pensar, basada en las experiencias vividas en este periodo donde resulta que el mundo es bello.
- Tercer Septenio (14-21 años): vivenciar las diferencias que existen entre las personas, de modo que por medio de sus intereses pueda vincularse es el propósito. Ahora debe encontrar sus propios desafíos y su propia identidad. En esta etapa, descubre la tercera cualidad, el mundo es verdadero el joven consigue su autonomía como individuo libre, para poder situarse en el mundo como sujeto receptivo y consciente de la época que le toca vivir.
Experiencias
Hay un dicho "la pedagogía Waldorf es para cualquier niño pero no para cualquier familia", requiere un enorme compromiso y esfuerzo por parte de la familia, sostienen los profesionales de esta corriente.
Bárbara Kortsarz es mamá de una niña que acude a una escuela Waldorf. “Había muchas cosas de la escuela formal que como madre no compartía o no las sentía acorde. Entonces, comencé a buscar otras alternativas y contacte con la pedagogía Waldorf que siento que es mucho más respetuosa de los procesos que los niños atraviesan", comentó.
En relación a la decisión de cambiar a su hija a este tipo de educación, explicó: "no fue fácil, esta pedagogía nos generaba muchos interrogantes. Finalmente, hicimos el cambio y fue positivo. Nuestra decisión no tuvo que ver con que la escuela tradicional es mala o algo por el estilo, sino que la forma de transmitir las cosas de la escuela Waldorf nos parecía más acorde".
Gaia, de cuatro años, comenzó a acudir a la escuela Waldorf desde el inicio de su vida escolar. Su mamá, Carolina Guchea, contó cómo tomó la decisión de optar por este tipo de educación. “Cuando quedé embarazada había muchas preguntas en mí de cómo acompañar el desarrollo y crecimiento de un ser humano. Y pienso que somos como nos educaron nuestros padres y la escuela. Así, surgió mi inquietud de pensar una educación diferente, así apareció la pedagogía Waldorf e inmediatamente me di cuenta de que ese iba a ser el lugar para que ella se eduque”, señaló.
"La pedagogía brinda propuestas muy sentidas y pensadas. Les brinda a los chicos un contacto con el arte como un camino hacia el conocimiento y generar así procesos intelectuales. El intelecto se forja desde un lugar de entusiasmo y curiosidad. Además, brinda a los niños herramientas para respetar la diversidad y su entorno", manifestó.
Guchea consideró además que hay mucha desinformación sobre este tipo de educación. "Se piensa que es una educación elitista y no es así. Creo que los padres deben desterrar los miedos sobre este tema, porque es una pedagogía que funciona, los niños aprenden felices y entusiasmados", finalizó.