Dificultad o desacuerdo que amenaza la solidez o unidad de algo. Es una de las definiciones que propone el Diccionario de la Real Academia Española sobre la palabra grieta, que nos mantiene en vilo a los argentinos y muestra un país quebrado en dos partes, donde toda conciliación parece imposible porque ninguna de las partes pareciera dispuesta a ceder ni un milímetro. En los últimos lustros, millones de palabras, largas interpretaciones, sesudos análisis, se han lanzado al viento para explicar las causas de esta rajadura social que nos ha conducido a un desencuentro permanente, de la cual, da la impresión de que no sabemos cómo salir o superarla, mientras la intolerancia se profundiza.
A fines de octubre, el ex presidente uruguayo José “Pepe” Mujica fue condecorado con la orden del “Libertador General San Martín”, la máxima distinción que concede la Argentina. En la ceremonia realizada en la Casa Rosada, el ex mandatario nos hizo un llamado: “argentinos, por favor, quiéranse un poco más; discrepen todo lo que quieran, pero construyan, luchen por un nosotros, son parte vital de nuestra América Latina”. Pocas semanas atrás, Pepe nos había dicho: “en el mediano plazo, Argentina necesitaría un cónclave de gente útil de todos lados, que se ponga a tomar mate, discutiendo, para lograr una media docena de cosas centrales y de políticas de Estado que se mantengan durante 12 años… el sistema político debería dialogar mucho más, significa bajar los decibeles y no putearse tanto por la prensa. Tiene que haber un programa mínimo de unidad nacional, y después todas las diferencias que quieran. Es una responsabilidad del gobierno y de la oposición”.
Hasta ahora, los argentinos no hemos encontrado una salida para esta sociedad con altos niveles de conflictividad. Se suele afirmar que la educación es el punto de partida para el progreso de una nación. La mediación es una herramienta que ayuda a superar los problemas en forma pacífica. Los especialistas afirman que el objetivo de la comunicación debe ser llegar a un acuerdo y no tratar de imponer los propios criterios por sobre los de la otra persona. Tener la voluntad de comunicarse y de escuchar al otro es fundamental porque la comunicación no es innata, es una habilidad que se aprende.
Este método para resolver problemas entre los ciudadanos ha dado buenos resultados en el ámbito de la Justicia y de la Defensoría del Pueblo. Un marco legal le dan a la mediación las leyes de Educación Nacional N° 26.206 y de Educación Provincial N° 7.463. En 2010, la ministra del área dijo que se había previsto que los educadores fueran formados en esta técnica. Si ya desde la educación inicial, se pusiera en práctica este método para que los niños aprendieran a resolver sus peleas con la intervención de un mediador, si se dictaran talleres para padres y todos docentes fueran capacitados en esta técnica, y se continuara con esta enseñanza y práctica en todos los niveles educativos, posiblemente mejoraría la convivencia en todos los ámbitos. Tendríamos tal vez una sociedad menos violenta, autoritaria, prejuiciosa e individualista, capaz de arribar de unirse para trabajar por objetivos comunes, de manera que la unión de los argentinos no se produciría solo cuando juega la selección nacional de fútbol. Hasta ahora este crónico diálogo de sordos nos conducido a la frustración y al desencuentro. Tal vez el ejercicio de la mediación pueda ayudarnos a salir del atolladero en el que nos hemos puesto.