Un rezo de baguala para don Federico Nieva

El folclorista tucumano, que marcó una época con su hermano Lucho, murió ayer a los 96 años.

ENTRAÑABLE AMISTAD. Federico Nieva tocando a dúo con su admirado y querido Atahualpa Yupanqui. ENTRAÑABLE AMISTAD. Federico Nieva tocando a dúo con su admirado y querido Atahualpa Yupanqui.

Un rezo de guitarra desnuda una tristeza. Un rumor de bordona ejercita el aire. “Pa’ cantar bagualas no cuenta la voz, solo se precisa poner en la copla, todo el corazón. No han de ser bagualas, mientras haiga sol, andando y de noche, rodeado de silencio, se canta mejor…” Los ecos de Amaicha se acurrucan en el recitado y se liberan en el canto. Este miércoles, 96 años se apagaron en sus yemas decidoras de sones. Guitarrista de fuste, cantor, amigo entrañable de Atahualpa Yupanqui, compañero de acordes con Eduardo Falú, conformó con su hermano Lucho, notable vientista, un dúo legendario. Inquilino de la bohemia del bar El Mairata en las noches mozas de la plaza Alberdi, hombre de pocas palabras y muchos gestos, Federico Nieva fue protagonista de aquel Tucumán de esplendor.

“Mi abuelo Raimundo Nieva era ferroviario y tocaba la guitarra. Cuando éramos chicos él nos entretenía a mi hermano y a mí con sus milongas, bailecitos, como El negro descontento. Después, mi padre, que era contador, también tocaba milongas y chacareras. Tiene una que se llama La bialeteña y la milonga El contador. Empecé estudiando música clásica con el profesor Teodoro Marín. Tenía de compañeras a Alma García y a Marta Mendicute. Lo escuchaba mucho a Eduardo Falú, que iba con frecuencia a la casa del profesor. Él ya andaba tocando zambas y bagualas, y yo ya tenía esa música adentro. Falú vivió mucho tiempo en Tucumán; así hemos andado bastante con él”, recordaba.

El Día del Trabajador de 1925 lo trajo a la vida. En la escuela Mitre, “El Mudo” Nieva fue compañero del poeta Lucho Díaz, luego alma pater de Bella Vista, con quien también compuso un par de piezas. “Cuando llegué al tercer año del Colegio Nacional, le dije a mi padre que yo quería trabajar y estudiar la guitarra. El boliche El Mairata fue mi escuela secundaria. He conocido allí a varios artistas, yo vivía en esa cuadra, por la Santiago… serían los años 40. Alfredo Grillo iba seguido. Todos nos amanecíamos ahí”, decía.

Se quedaron sin vodka

En 1957, fue al Festival de la Amistad en Moscú. “Yo no era afiliado al partido; había gente de todos los países de Latinoamérica. De la Argentina fueron Los Fronterizos, Ariel Ramírez, Horacio Guarany... A los rusos les gustaba mucho el ritmo de la chaya. Actué en la TV de Moscú. Con Guarany compartíamos la misma pieza; me parece que los rusos se quedaron sin vodka esa vez”, contaba.

Don Ata solía hospedarse en el hotel Varesi, en la calle Marco Avellaneda primera cuadra, que fue cerrado por exceso de higiene, según decían. “Lo admiraba. Solía ir a LV12 y lo miraba a través del vidrio. Era muy tímido y no me animaba a acercármele. Me llegaba el sentimiento que tenía; en una sola cuerda o en un acorde, volcaba todo el sentimiento… Lo conocí personalmente en la peña de Chirola Carro. Una vez llegó él. Toqué la zamba Siete de Abril y la vidala Lloran las ramas del viento. Ahí empezó la amistad con don Ata. Me felicitó por mi interpretación. Después venía mucho a casa... Me quería tal vez porque hablaba poco. Yupanqui representa el folclore puro, me gusta mucho su sonido, su interpretación, el sentido que le da a la canción, el sentimiento, es único. Los hombres se miden por su sentimiento”, afirmaba.

La tristeza ha golpeado nuevamente la alegría del patio de Nora y Ramón Véliz, del cual era uno sus animadores con el Chivo Valladares, el Pato Gentilini, Gerardo Núñez, su hermano Lucho, Miguelito Ruiz, el Gordo Albornoz… Quizás un abrazo en Re menor lo ha emponchado ahora al “Mudo” Nieva, que ya andará guapeando en la eternidad.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios