Argentina, en Eliminatorias: el necesario camino de la mesura

El nivel de la Selección genera entusiasmo, pero se debe evitar caer en un peligroso exceso de confianza.

CON LA COPA. El festejo con la Copa América en el Kempes luego del triunfo contra Colombia fue un obsequio para el público cordobés, pero también puede ser un indicio de triunfalismo que es mejor evitar. CON LA COPA. El festejo con la Copa América en el Kempes luego del triunfo contra Colombia fue un obsequio para el público cordobés, pero también puede ser un indicio de triunfalismo que es mejor evitar. REUTERS

Son tiempos más proclives a la desmesura que a la cautela en relación a la Selección argentina. Por supuesto, hay razones para ello. Generaciones de hinchas sub 30 deseaban como agua en el desierto que la Mayor les brindara la alegría inédita de levantar una copa. Y el conjunto de Lionel Scaloni lo hizo, con una actuación de fábula en la Copa América, en la tierra y en las narices de su clásico rival.

Ese logro reparó, de alguna forma, tantas desventuras previas de la celeste y blanca en las últimas décadas. A partir de esa actualización del mítico “Maracanazo”, la Selección volvió a ser “el equipo de todos”, con especial hincapié en los más jóvenes. Con varios “plus” que potencian el entusiasmo: la madurez de Lionel Messi, la consolidación del funcionamiento colectivo, el invicto de 29 partidos, la clasificación a Qatar con cuatro fechas de antelación.

Las reacciones del público el martes en el estadio Mario Kempes dan cuenta de una fiebre albiceleste que va in crescendo, de una temperatura que puede acercar a muchos al delirio: ante Colombia se ovacionaron jugadas y situaciones difícilmente festejadas por los hinchas en el torneo local. Está claro que el amor, el agradecimiento, la ilusión que esta selección despierta, dan preeminencia a las razones del corazón por sobre cualquier otras.

Una legión de comunicadores milita también la causa de la gran candidatura a un título mundial que se niega desde hace 36 años. Tiene mala prensa, quizá, instar a cierta moderación en las expectativas.

Ya se escribió aquí: hay motivos para esperar lo mejor. Solo que empiezan a encontrarse ciertas actitudes y declaraciones de integrantes de la Selección que pueden tomarse como un indicio de triunfalismo. El desaforado (y ya prescripto) festejo con el trofeo de la Copa América sobre el césped del Kempes y los cánticos contra Brasil posteados por los protagonistas en sus redes son los signos más recientes.

Interrogantes siempre hay. El flojo momento de Messi en el PSG. Las no tantas situaciones netas de gol que genera. La falta de recambio si Lautaro Martínez se resfría. Al “Dibu” Emiliano Martínez su personalidad le puede llegar a jugar una mala pasada (dentro y/o fuera de la cancha). Nicolás Otamendi a veces se pasa de revoluciones.

Cristian Romero pasa mucho tiempo en la enfermería. El puesto de marcador lateral derecho no tiene un dueño claro. Leandro Paredes es el elegido indiscutible como cinco, pero no tiene ni el quite ni el corte que se puede tornar imprescindible ante seleccionados europeos top que obliguen a desafíos defensivos mayores que los limitados sudamericanos.

Además, en general los equipos que llegan bien lejos en un Mundial van haciendo camino al andar en esa competencia de un mes de duración tan sui generis: a veces, el recorrido anterior no cuenta demasiado (botón de muestra: la Argentina de Marcelo Bielsa en 2002).

Por supuesto, los triunfos sobre Chile y Colombia dejaron muchos aspectos positivos. Argentina se dio el gusto de cosechar seis sobre seis sin Messi. Con una formación claramente alternativa también sigue imponiendo condiciones. Ganó en seguridad, ya no se mete atrás después de ponerse en ventaja. Además, suele hacer un culto a la paciencia cuando la ventaja no llega.

Como dijo Scaloni en Córdoba, “más de la base está”. Lisandro Martínez y “Papu” Gómez aprovecharon sus oportunidades. A lo sumo, el entrenador tendrá que resolver uno o dos nombres por línea para completar la lista de 23.

“Lo importante es que este plantel sigue creciendo”, definió con acierto Guido Rodríguez. La mesura parece ser el mejor camino.

Sin piedad

La prensa colombiana no perdonó la derrota que la dejó con un pie fuera del Mundial. “Quedará grabado el epitafio con un ‘aquí yace un equipo sin alma”, escribieron.

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