El futuro de un país depende de sus recursos naturales. Las autoridades de todo el mundo abrazan al medio ambiente porque saben que allí está el bienestar de varias generaciones. En Tucumán ese interés prácticamente no forma parte importante de la agenda pública y por eso son débiles las políticas de preservación.
Lo de la pesca un ejemplo. Las autoridades decidieron prohibir la actividad para lograr que las diferentes especies puedan reproducirse naturalmente. Pero no tienen manera de controlar que esa disposición se cumpla efectivamente, ya que les faltan recursos (humanos y técnicos) para hacerlo. Durante las últimas semanas, cuando las redes sociales hervían por la cantidad de denuncias, se hicieron operativos en los que se secuestró redes y pescados, es decir, se llegó tarde, cuando el año estaba provocado. Lo mismo sucede con la extracción de áridos y con la tala indiscriminada de árboles que pueden generar problemas mucho más graves, como inundaciones. En este caso, durante los últimos días se difundió un secuestro de varias toneladas de carbón que se hicieron cortando los árboles de nuestros montes, provocando un daño incalculable.
Después de la pandemia, los habitantes de todo el planeta sintieron un enorme interés de reencontrarse con las bellezas naturales. Por eso este verano hubo un boom de lo que se conoce como turismo ambiental. Esa quizás sea la razón por la que San Carlos de Bariloche incrementó considerablemente la cantidad de visitas. Tucumán también tiene sus reservas naturales. Una de ellas, de fácil acceso porque está sobre la ruta 307 que conduce a los valles, es la del río Los Sosa. Es un lugar hermoso, pero este verano fue invadido por multitudes que concurrieron a refrescarse con parlantes a cuestas y litros de bebidas cuyos envases quedaron en el lugar. La zona, que está reservada para disfrutar de los aromas, sonidos y colores de la naturaleza y espectacular sitio de avistamiento de aves, fue contaminada con residuos y ruidos.
Los problemas comenzaron a agravarse en los 90. En la gestión del ex gobernador Ramón Ortega se creó una unidad policial para proteger el medio ambiente. Al poco tiempo, desaparecieron los cuidadores que estaban instalados en cada uno de los lugares. Nada pasaba sin que ellos se enteraran e intervinieran poniendo punto final al accionar de los infractores. La nueva estrategia fracasó porque la misión de este cuerpo de uniformados, de la mano de la inseguridad, se fue ampliando. Actualmente la división debe, además de los recursos naturales, controlar la contaminación, velar por la prevención en las zonas rurales y cooperar en la lucha contra el delito urbano. Toda esa tarea la cumplen en toda la provincia poco más de 100 hombres con menos de 10 móviles..
Puede haber quienes digan que entre los tucumanos hay una cuestión cultural que afecta al cuidado de nuestros recursos. Pero queda claro que el Estado hace poco para hacer respetar lo que es de todos. Urge tomar medidas, empezando por dotar de recursos y repensar quién se debería hacer cargo de proteger el ambiente en nuestro territorio.