La importancia de educar para la paz

03 Marzo 2022

No solo es una expresión de la violencia que anida en el ser humano. También lo es de la intolerancia. De la necesidad de someter al otro a los propios designios. De quitarle la libertad. De apoderarse de sus bienes. Es sinónimo de barbarie. Impotencia. Prepotencia. Destrucción. Muerte. También de estupidez. La guerra va de la mano del hombre desde los tiempos primigenios. Representa la lucha por el poder, por adueñarse del agua, del fuego, del petróleo, de las riquezas. Los poderosos deciden y son los pueblos las víctimas.

Seguramente, hasta hace unas semanas, los ucranianos no imaginaban que sus ciudades iban a ser bombardeadas, sus viviendas y sus universidades destruidas, sus familiares muertos, soportando angustia, dolor, miedo, y que muchos decidirían huir de su propia tierra para salvar el pellejo. La poderosa Rusia esgrime argumentos geopolíticos para destruir una nación hermana que ha dado grandes artistas como los pianistas Vladimir Horowitz y Sviatoslav Richter, el violinista David Oistrakh, el compositor Sergei Prokofiev, los bailarines Vaslav Nijinski y Serge Lifar, celebridades de la música del siglo 20, o el gran escritor Nicolai Gogol. ¿Qué irá a quedar de Ucrania cuando concluya esta conflagración?

Lo curioso es que con esta decisión bélica el líder ruso Vladimir Putin, está comenzando a perjudicar a su propio pueblo que, como consecuencia del bloqueo económico de las naciones occidentales no tardará en padecer desabastecimiento de todo tipo y su calidad de vida se verá deteriorada y quizás pronto Putin deba enfrentar un serio problema interno.

Más allá de cuál será el derrotero de este enfrentamiento que mantiene en vilo a una buena parte del mundo, cabe reflexionar acerca de cómo evitar y desterrar las guerras. La guerra es una de las tantas caras de la violencia. La vemos a diario en las calles, en las escuelas, en el trabajo, bajo otros ropajes como el acoso escolar, sexual, de género, el sometimiento, el autoritarismo... Vivimos en una sociedad cada vez más violenta, signada por la intolerancia, la discriminación, la desigualdad, acosada por la droga. También la naturaleza es víctima de este poder destructivo.

Una salida posible sería replantearse la educación en la escuela primaria, no solo en lo que a contenido se refiere, sino también en la capacitación del docente. Si se trata de recuperar los valores éticos y morales, entonces se debe analizar por qué los hemos perdidos y qué haremos para recobrarlos. Tal vez se deba pensar en educar para la paz, siguiendo el ejemplo de Martin Luther King, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela. Se podría estimular a los chicos de todo el sistema educativo a realizar acciones solidarias con sectores desfavorecidos de la población, se estaría dando un paso significativo para mejorar la calidad de vida de la sociedad. Se podría incorporar la mediación como una herramienta formidable para resolver los conflictos.

Vivimos en una sociedad cada vez más sorda y agresiva. Es necesario que los gobernantes diseñen políticas públicas integrales que promuevan la salud, la educación, el trabajo digno, la cultura, el deporte, y también la comunicación, la aceptación del otro con sus diferencias, la solidaridad. A mayor educación, menor violencia, a más paz, menos guerra.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios