La inseguridad en los senderos para ciclistas

07 Marzo 2022

Hace un mes ocurrió el ataque a una biker que circulaba por el sendero que une la zona de Nueva Esperanza en Tafí Viejo con el Viaducto del Saladillo, cerca de la ruta 9 en el cruce con la ruta 347 que comunica con El Cadillal. Tras la agresión, que fue repelida por la intervención de compañeras de la ciclista, las autoridades enviaron agentes a patrullar la zona y también comenzaron una investigación con el objeto de atrapar al atacante.

El caso ha traído a colación este asunto que desde hace varios años genera preocupación en nuestra sociedad, que paulatinamente ha sido ganada por la inseguridad, sin que se hayan entendido las causas del fenómeno y mucho menos se hayan arbitrado medios efectivos para contrarrestarla. En efecto, tiempo atrás era frecuente el reclamo de los bikers que pedían lugares adecuados para su entrenamiento, puesto que las rutas eran sitios de alto riesgo de accidentes. Más adelante, sin que se haya resuelto este problema, fueron encontrando sendas y se fueron elaborando los circuitos de entrenamiento y de paseos por todo el piedemonte, junto con el creciente interés de la sociedad para usar bicicletas tanto para como actividad social como para gimnasia. En los últimos años el uso de la bicicleta creció hasta tal punto que aparecieron no sólo negocios dedicados a dar servicios a esta actividad sino sendas y sitios específicos. La llanura se pobló de ciclistas de paseo y el cerro se llenó de bikers que recorren las sendas y los circuitos a veces en extensas travesías a lo largo y ancho de la atractiva yunga tucumana.

Junto a esto aparecieron circunstancias inesperadas: hace dos años trascendieron conflictos a raíz del “peaje” que algunas personas les cobran a los bikers. La colaboración a los lugareños para mantener senderos era un hábito medianamente aceptado, pero en este caso aparecieron situaciones violentas, en algunas de las cuales hasta debió intervenir la Justicia.

Después llegaron directamente los asaltos para quitarles las bicicletas y sus pertenencias a los deportistas. Y a esto se suma la agresión a la ciclista de hace un mes. Hace casi dos años, entre los grupos de bikers y los policías de Yerba Buena organizaron una “senda segura” en la zona alta de la “ciudad jardín”. El sistema funcionó por la coordinación entre los usuarios y los agentes. Estos debieron hacer recorridos en las sendas, que servían no sólo como protección sino como auxilio en caso de accidentes. Algo similar parece que se está haciendo en el sector del Viaducto. Pero todas estas pruebas piloto dependen siempre de la buena voluntad de los jefes policiales para mantener patrullas en los sectores requeridos.

En realidad, convendría estudiar las razones por las que zonas tranquilas y apacibles se convirtieron en peligrosas. En segundo lugar, es bueno aprovechar la experiencia de los programas que funcionaron bien, y que se vinculan con el conocimiento de lo que sucede en el lugar y el modo de hacer presencia constante, de modo que los usuarios sepan que pueden contar con seguridad.

En ese sentido, durante los debates que se hicieron en estos días a raíz de la propuesta de cobro de peaje en El Cadillal, hubo quien mencionó la posibilidad de trasladar la comisaría al sector cercano al Viaducto.

Acaso en esos debates sobre lo que ocurre en la zona salgan soluciones concretas y los ciclistas puedan volver a disfrutar de circuitos seguros para su actividad.

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