Gisela Marziotta: "un tema central que no se pudo resolver es el ‘techo de cristal’”

La periodista y diputada acaba de publicar Las Primeras, libro que recrea las vidas de mujeres pioneras que abrieron caminos que hasta ese entonces solo eran transitados por hombres. La primera médica, la primera intendenta, la primera jueza de la Corte, la primera futbolista, la primera cineasta, etcétera. La autora cuenta aquí detalles del trabajo de su libro y habla sobre las barreras que siguen afectando a la mujer.

GISELA MARZIOTTA. GISELA MARZIOTTA.
13 Marzo 2022

Por Flavio Mogetta

Para LA GACETA - BUENOS AIRES

“Cuatro décadas antes de que fuera ley el sufragio femenino, Julieta Lanteri fue la primera mujer en votar en Argentina y en Sudamérica. También fue la primera mujer que ingresó y se recibió de bachiller en el Colegio Nacional de La Plata y la primera en ser candidata a diputada. Desde entonces, su militancia fue motor para la lucha feminista, aunque no estuvo librada de obstáculos”. Fue un resquicio legal el que le permitió a Lanteri empadronarse para las elecciones de 1911 y posteriormente emitir su voto en el atrio de la iglesia San Juan para elegir representantes en el Concejo Deliberante. De vidas y de acciones como la de ella da cuenta el libro Las Primeras, escrito por la periodista y diputada nacional Gisela Marziotta. Las historias de treinta mujeres que desafiaron y se revelaron antes designios sociales y familiares, para dejar una huella, para marcar un camino, para transformarse en las primeras mujeres en hacer algo en ámbitos y espacios hasta ese momento dedicado exclusivamente a los hombres.

Sin dudas de que el punto de partida del libro tiene “un poco que ver con un contexto, con un presente que estamos viviendo y atravesando. Con una agenda mediática y política en la que por suerte tenemos mucha presencia. Hay una coyuntura que nos visibiliza a las mujeres después de tantos años de lucha y de tratar de que se nos incorpore en la agenda. Eso hace que el tema esté medio latente”, introduce Marziotta y agrega que “y a esa presencia que tenemos en la agenda se le fue sumando la tarea de mi actividad en el Congreso; una cosa fue llevando a la otra y todo eso junto hizo que un día hablando con unas amigas les diga ‘quiénes habrán sido las primeras que empezaron con…’ y ahí dije ‘qué bueno juntar a las primeras de distintos rubros, de distintos aspectos de la vida que hemos incursionado, porque alguna vez hubo una mujer que fue primera’”.

El trabajo periodístico permite mostrar una realidad marcada por “muchos años de no visibilización de que en algún momento una empezó y que fue una la que por ahí se animó a romper con todos esos mandatos, que eran lugares a los que nosotras no teníamos acceso ni posibilidad de acceder. Me preguntan mucho ‘qué te deja el libro’ y la verdad es que son tipas que ojalá nos contagien por la valentía de llevar adelante este proyecto que tienen más allá del mandato de ese patriarcado que dice ‘esto no es para vos’, ‘esto no es para mujeres’, ‘tu lugar está en otro lado’. Ahí había un motor que era el deseo, que yo digo ‘a estas tipas le debe haber quemado en el estómago ese deseo de tal forma que era ir para adelante o ir para adelante”, completa la periodista.

- Ya desde el prólogo se señala que el libro no busca dar cuenta de las mejores…

- Marcaba eso porque el libro no quería reflejar a las mejores, algunas probablemente sí lo han sido y es algo muy subjetivo, pero sí son las primeras que abrieron esa puerta en ese lugar donde todavía no había habido una mujer, y ese fue el criterio primario de selección, y es el criterio que es transversal a todas las mujeres que integran el libro. Todas fueron primeras en eso que hicieron. Ese el objetivo, no hay una cuestión ideológica ni una valoración ideológica respecto del desarrollo de lo que hicieron. No estamos juzgándolas ideológicamente sino que las estoy poniendo en valor por haber sido primeras en eso en lo que no había habido ninguna mujer antes.

- En la construcción de Las Primeras coexisten historias reconstruidas a partir de un prolijo trabajo de búsqueda en archivos con las entrevistas.

- Fue un trabajo que se hizo muy largo con un equipo muy bueno para buscar, entrevistar y reconstruir. Porque tenés el caso de Julieta Lantieri, que si bien popularmente no es tan conocida sí lo es para el mundo del feminismo; o (Cecilia) Grierson mismo, que son más fáciles porque hay muchas biografías sobre ellas. Pero estaba el caso de otras no tan conocidas y había que buscar al familiar, a ese sobrino o nieto que tuviese ganas de ponerse a charlar y contar la historia que no había sido contada.

- ¿Podés elegir la historia de alguna de ellas por encima de las otras?

- Es difícil porque todas tienen la valentía, la fuerza de convicción para llevar adelante el deseo más allá de todo lo que se le venía en contra. Ese ‘en contra’ que va variando en cada una de ellas por el contexto histórico, pero por lo general venía del núcleo de su propia familia, de su entorno social. Incluso en las más actuales. No tiene que ver solo con una época, antes y ahora; todavía siguen pasando las mismas cosas por prejuicio y por mandato patriarcal.

- En el libro aparecen unos pocos casos de compañeros o padres que acompañaron a esas mujeres.

- Esos casos son como excepciones que confirman esa regla del patriarcado, son excepciones y bienvenido que estén esos padres o esos compañeros que salen a bancar ese deseo, a acompañar y a apoyar. Ojalá que esos compañeros también sirvan de ejemplo. Ahora estamos en un momento que avanzamos un montón en materia legislativa, que es muy necesaria para que se nos amplíen derechos para que se nos reconozcan esos espacios. Son necesarias para que en otro momento dejen de serlo. Por ejemplo: el voto femenino necesitó de una ley para que nosotras podamos votar y hoy es una ley que no sería necesaria porque a nadie se le ocurriría que nosotras no podamos votar. Entonces esas leyes son necesarias hasta que la sociedad se deconstruya de tal forma y se naturalice que nosotras ejercemos ese mismo rol, ese mismo derecho, entonces esa ley deja de ser necesaria. Pero todavía estamos en esa instancia de que necesitamos leyes para ocupar lugares, para ocupar espacios, para estar, básicamente.

- ¿Cuál pensás que es la mayor dificultad que se le presenta hoy a las mujeres en esos espacios?

- Creo que hay un tema central que no se pudo resolver que es el del “techo de cristal”, porque tenemos que lograr el cumplimiento de las leyes. Y otro tema enorme es el de las tareas de cuidado, que mientras no lo resolvamos va a ser muy difícil. No va a haber ley que alcance para esa igualdad de oportunidades, porque las tareas de cuidado si no se resuelven terminan cayendo en las mujeres. Y no creo que se resuelva con una ley, sino que creo que la resolución de las tareas de cuidado tiene que ver con una transformación cultural que no va a ser posible solo con una legislación. Va a ser posible con la deconstrucción de nosotros, de nosotras, de nosotres. La única forma en que vamos a lograr resolverlo es cuando seamos pares en esas tareas, cuando no se naturalice que la mujer es la que va a llevar al nene al colegio, la que va a pedir el turno al pediatra, la que prepara la mochila, la que compra el regalo de cumpleaños del amiguito.

© LA GACETA

PERFIL

Gisela Marziotta estudió periodismo en TEA y Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Hace 29 años que trabaja como periodista en medios de comunicación, tanto de gráfica, de radio como de televisión. Escribió varios libros, entre ellos Amores bajo fuego y Juan Perón, ese hombre (en colaboración con María Seoane). Actualmente es diputada nacional y coordinadora del observatorio Gente en Movimiento. Además, coordina las radios del Grupo Octubre.

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