“Todo aumenta y la gente compra lo justo”

Los incrementos constantes y la dificultad de afrontarlos hacen eco en las calles. LA GACETA recorrió la ciudad y recogió testimonios que exponen la gravedad de la situación.

La carne, un lujo.- El precio del kilo de carne vacuna varía entre los $ 700 y los $ 1.400 dependiendo del corte elegido y la calidad. “Tenemos a $ 1.200 un kilo de lomo, filete, jamón, picana. Después tenés cortes de $ 700 u $ 800, que pueden ser primo o duro”, dice el padre de Yamil Ahmad (dueño de una cadena de carnicerías y verdulerías de la ciudad) a LA GACETA. Y asegura que para hacer un asado para cuatro o cinco personas se necesitan por los menos $ 2.000 o $ 2.500 para comer “con lo justo”.

Comprar lo que alcanza.- “Uno quiere comer saludable pero con los aumentos de las verduras se hace imposible. Así que se come lo que alcanza comprar”, afirma Soledad Arce, que pasaba por la verdulería, le gustaron los tomates y paró a comprar. Soledad vive con sus tres hijas y su esposo, y cada vez les resulta más difícil hacer las compras. “Para hacer una ensalada con zanahoria, tomate, chaucha, y demás, bien suculenta, tengo que venir mínimo con $ 500, con eso compro lo justo”. Y agrega: “además le tengo que agregar algo de carne u otra cosa y termino gastando más. Para cocinar diario se necesitan $ 1.000 o $ 1.500, sólo para cocinar”.

Hasta los domingos.- “Me ha llegado la lista de precios y el aceite, por ejemplo, ha aumentado un 35% respecto de hace un mes. Las gaseosas aumentan una vez por semana. La harina aumentó un 40% en relación al precio de hace tres semanas”, enumera Fernanda Barrientos, que atiende un almacén familiar en barrio sur. Fernanda grafica la situación con su experiencia: “yo era la única que abría los domingo, pero este domingo estaban todos. Parecía lunes. Estaba la panadería, la carnicería, la verdulería, el drugstore. Eso es para intentar vender un poco más. Aumentan las cosas y la gente no compra”.

Todo lo que sube... sigue subiendo.- Humberto Argañaraz acomoda las frutas con minuciosidad y así mantiene la verdulería ordenada y limpia. No escatima sonrisas a sus clientes y así disimula la situación inflacionaria. “Están aumentando mucho, de más. Y dicen que el viernes va a haber otro aumento por la suba del combustible. Todas las semanas suben las cosas”, dice antes de que entre una clienta y atienda con su mejor cara.

Limitar el consumo.- “Trato de sacar las verduras que están caras. Por ejemplo a la espinaca, que te dicen que viene de Tilcara o de todos lados, y no podés creer que $ 300 o $ 400 esté un atadito. Entonces trato de suplirla con otra cosa”, afirma Claudia Hernández, que vive con su marido y su hijo, y cuando puede va hasta el Mercofrut para que la compra le resulte más barata.

Miedo al futuro.- Laura Brignolli recorre el supermercado y elige marcas que representan calidad, aunque admite no saber hasta cuándo podrá hacerlo. “Se ha notado el aumento nuevamente, imagino que por el incremento del combustible, y es durísimo. No sé cómo hay que manejar la situación, no encuentro la manera. Soy trabajadora independiente y llegará el momento en que sea insostenible”.

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