Las estadísticas en casos fatales de violencia de género son fríos y no relatan las historias que hubo detrás. Tampoco los hechos que las causaron, el contexto y mucho menos las consecuencias que dejan esas tragedias. En el caso de los femicidios, el último eslabón de una cadena de violencias de todo tipo como la física, la psicológica, la sexual, la económica y la patrimonial, los números tienen otro impacto. Cuando se acumulan y reúnen a lo largo de un año, el saldo de víctimas es casi de uno por día en los últimos tres años.
Tucumán ya había finalizado 2021 con la misma cantidad de femicidios que el año anterior, pese a que se registró un descenso en la tasa de hoimicidios. Según Mumalá, hubo 27 muertes violentas:19 femicidios; cinco muertes violentas; dos suicidios femicidas y un caso en investigación. También se registraron 24 intentos de femicidio. Los años de la pandemia registraron en la provincia las estadísticas más altas. Lo que hacen estos fríos números es traslucir la necesidad de inversión pública acorde a la gravedad de la situación en políticas efectivas e integrales. En febrero se inauguró en Bella Vista un quinto refugio para víctimas de violencia de género mientras se espera la creación del Centro Territorial que se construirá en Tucumán, para personas en situación de violencia. El trabajo que realiza está articulado con organizaciones, gobiernos locales e Iglesia, que vienen acompañando. “La violencia es consecuencia de las desigualdades y nosotros tenemos que responder en la emergencia de las mujeres víctimas. El femicidio es el extremo más horroroso de la violencia, pero empieza mucho antes, desde esas desigualdades”, dijo el ex ministro de Desarrollo Social. Hay avances, pero no son suficientes. La emergencia en Tucumán fue prorrogada dos veces pero debe estar acompañada de más acciones, concretas y de impacto.
La situación en el país no difiere mucho, a pesar de que a nivel nacional se insiste en cada marcha del 8M o del NiUnaMenos los días 3 de junio. El año pasado, académicas, actrices y militantes acercaron una carta al Presidente Alberto Fernández que señala claramente cuál es la problemática y con qué políticas y medidas se puede salir de ella. “El problema con la violencia de género en Argentina es estructural. No podemos tolerar ni una muerte más de mujeres e identidades feminizadas que pagan con sus vidas el costo de una masculinidad que cree que tiene la potestad de poseerlas. Ni una muerta más”, escribieron el 17 de febrero de 2021 a su vez que solicitaban la Emergencia de Género a nivel Nacional porque cada 32 horas es asesinada una mujer en manos de un hombre en nuestro país. “Se acabó el tiempo”, suplicaban y pedían acciones urgentes: “presupuestos extraordinarios y adecuados para las áreas involucradas tanto de la Justicia como de las Fuerzas de Seguridad que permitan dar respuestas oportunas y eficaces a las denuncias. Coordinación efectiva y real entre el Poder Judicial, las Fuerzas de Seguridad y los municipios para abordar cada caso. Capacitación sistemática para todos los operadores. Puesta en funcionamiento de alertas tempranas, un sistema de botones de pánico e implementación de sanciones a funcionarios cuando incurran en errores en su tarea de proteger a las víctimas”.
En este contexto de crisis socioeconómica, la necesidad es prioritaria para contar con un mayor presupuesto para la prevención, asistencia y erradicación de la violencia.