Una política de Estado para combatir la obesidad

29 Marzo 2022

Desde hace varios años viene en ascenso y genera cada vez mayor preocupación. Es uno de los males de nuestro tiempo que es además la causa de otras enfermedades. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial. Se calcula que desde 1975 esta enfermedad se ha triplicado, logrando que en 2016, 1.900 millones de adultos la padeciesen, así como 340 millones de niños y adolescentes.

El 4 de marzo se recordó el Día Mundial de la Obesidad, oportunidad en que diversas sociedades y fundaciones especializadas en nutrición llamaron a una mayor concientización de la sociedad, a promover alianzas público-privadas para fomentar la industria alimentaria saludable y al diseño de políticas públicas integrales para abordar la obesidad.

Una encuesta indicó que seis adultos de cada 10 exceden su peso, y reveló que en 2021, la Argentina se convirtió en el quinto país en América Latina, donde más se incrementó de peso: el 40% de los argentinos aumentó en promedio unos seis kilos.

Un estudio del Ministerio de Salud de la Nación señaló que seis de cada 10 adultos presentan exceso de peso. La pandemia fue un factor determinante en el aumento de peso, ya que estuvo asociada, en muchos casos, a cambios en los hábitos de alimentación, al aumento del consumo de alcohol, a alteraciones en el sueño y a bajo nivel de actividad física. Se considera a la obesidad una enfermedad en sí misma y contribuye a disminuir las expectativas de vida de las personas.

Algunas especialistas consideran que el problema de la obesidad debería ser reformulado porque, pese a que las personas tienen responsabilidad en su salud, existen también factores ambientales que explotan biológica, psicológica, social y económicamente la vulnerabilidad y promueven un consumo mayor de alimentos poco saludables.

Tucumán no escapa a esta preocupante realidad. En abril de 2019, un nutricionista había alertado que uno de cada tres niños en edad escolar padecía sobrepeso u obesidad.

“Esto los pone en riesgo en el futuro porque los predispone a que sufran enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión. También aumenta la probabilidad de que sufran problemas psico-sociales y sean discriminados. Se les está afectando principalmente el derecho al desarrollo pleno”, aseveró.

Mientras que en julio de ese año, una endocrinóloga del hospital Avellaneda reveló que la tendencia a la obesidad se percibía ya en bebés a partir de los seis meses de edad y advirtió sobre el riesgo de que los chicos comenzaran a tener problemas de salud que antes se consideraban exclusivos de los adultos, como diabetes, presión arterial alta y colesterol alto, además de provocar baja autoestima y depresión.

Nos parece que a través del sistema educativo se pueden crear hábitos saludables y combatir con mayor efectividad el sobrepeso y la obesidad. Sería importante una política de Estado integral, que incluyera la educación, la salud y el deporte.

El punto de partida para transformar la sociedad y revertir realidades problemáticas es, sin duda, la educación. Si enseñáramos a nuestros chicos hábitos de alimentación sana y estimuláramos la actividad física, posiblemente las futuras generaciones tendrían una mejor calidad de vida. Por algún lado, hay que empezar. Hace falta una decisión política.

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