El efecto Adhemar ya se hace sentir en la provincia

Detrás de Adhemar hay una realidad que recién está descubriéndose. Una historia que tiene un comienzo con un final desconocido. Se trata de una estructura enorme que operó en al menos siete provincias y, hasta aquí, dejó un tendal de damnificados en Catamarca, Tucumán, Córdoba, Mendoza, La Rioja, Salta y Santa Fe. “Estamos ante otra Generación Zoe”, advirtió el abogado Carlos Nayi, que representa a un grupo de ahorristas de “La Docta”.

Los investigadores señalaron a Edgar Adhemar “El Pelado” Bacchiani como el cerebro de la operación. Un hombre de 46 años que, después de intentar hacer fortuna en su Buenos Aires natal y haber protagonizado un tropezón financiero, terminó instalándose en Catamarca. Allí probó suerte con su modelo de negocio. Primero comenzó con los “martes de garage”, nombre que les puso a las reuniones que realizaba en algún lugar para tentar a los empresarios para que inviertan en criptomonedas. Logró conquistar a varios, entre ellos, a un pariente directo del gobernador Raúl Jalil que le terminó abriendo las puertas de esa provincia. Después inauguró la sede central de Adhemar Capital (AC) en un local que le alquiló otro pariente del mandatario catamarqueño.

El éxito de AC generó un extraño fenómeno en la vecina provincia. Hubo otros ejecutivos que “copiaron” el “modelo de negocio” del “Pelado”. RT Inversiones, Straton Sierra y Callvu fueron algunas de las financieras que apostaron a la venta de criptomonedas, pero apuntaron a un público no tan selecto, sino a integrantes de la clase media. Pero al empezar a desmoronarse el castillo de fantasía que había construido Bacchiani, cayeron las otras. La tensión social crece día a día porque estas empresas perdieron la confianza y todos comenzaron a exigir que se les reintegren los fondos que habían invertido. En el sistema esta situación tiene nombre: corrida.

¿Y en Tucumán?

Todo lo que sucede en nuestra provincia generalmente tiene un plus. Y la sucursal tucumana de la financiera fue la primera en cerrar sus puertas. Esta decisión no fue comunicada a través de las redes sociales, sino que trascendió luego de que les informaran a sus empleados que no operarían más en la plaza y que se quedaban sin trabajo. Ese paso fue suficiente para que los inversionistas, al toparse con la realidad de que se achicó la posibilidad de recuperar su dinero, decidieron iniciar acciones legales en contra de los ejecutivos.

No se sabe cuántos fueron los damnificados, pero sí se estima que entre julio y diciembre se firmaron 780 convenios. Determinar cuántas personas entregaron un capital mínimo de $500.000 es muy difícil, puesto que en los acuerdos participaban varios inversionistas que aportaban fondos para hacer un monto mayor con el fin de conseguir mejores tasas de interés. Alfredo Aydar es el abogado que denunció en Tucumán a los ejecutivos de Adhemar en representación de tres perjudicados. En una semana sumó a unos 200 comprovincianos más que decidieron iniciar demandas en Catamarca y en Córdoba. El profesional explicó que sólo estos denunciantes entregaron a Bacchiani y compañía unos U$S20 millones.

La caída de AC generó un tembladeral por la ola de rumores y versiones que comenzaron a circular. Todo se maneja con la mayor de las cautelas porque se está tratando de identificar los nombres de los inversores. Fuentes vinculadas con la firma indicaron que dirigentes, funcionarios y gremialistas integran esa lista. Desenmascararlos será muy complicado porque utilizaron a terceros para que estamparan sus firmas en los contratos, si es que el acuerdo se realizó de manera legal. Si fue una operación en “negro”, será directamente incomprobable determinar quién invirtió. Los especialistas del mundo de las finanzas comentaron que es muy probable que el origen de ese dinero sea lo que se conoce como “la plata negra de la política”. Y sus tenedores, de manera ingenua, buscaron la forma de multiplicarla por una sola razón: estamos a meses del inicio de un año electoral. Y el dinero fresco siempre ayuda a posicionar a cualquiera. Los mismos contactos contaron que ellos, junto con los grandes empresarios, fueron los primeros en recuperar el capital invertido por la presión y la chapa que sacaron a relucir cuando la firma comenzaba a temblar. Los pequeños inversionistas, que apostaron todos sus ahorros, los que vendieron un vehículo y hasta los que sacaron un crédito de un banco para buscar un ingreso extra, terminaron sin poder recuperar un centavo.

¿Qué pasará ahora? Comenzará el tiempo de las negociaciones. Aydar iniciará charlas con los defensores de Bacchiani con un solo objetivo en mente: que le entregue el dinero de sus representados para levantar las demandas que le iniciaron. En la city, las otras financieras que se dedican a esta actividad -según los cálculos de los operadores serían más de 30- tratan de convencer a los inversionistas que ellos no tienen problemas, de que están firmes y que no hay ninguna posibilidad de que les pase lo mismo. Las dos son tareas titánicas. El efecto Adhemar ya se instaló en Tucumán y sólo queda esperar saber cuáles serán sus consecuencias.

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