Un plan para reducir la huella de carbono en la industria de la cerveza

La Cervecería y Maltería Quilmes presentó un programa para disminuir las emisiones de dióxido de carbono en toda su cadena de producción, con una meta puesta en 2040.

COMPROMISO. Martín Ticinese, presidente de Quilmes, dice que el objetivo de la carbononeutralidad “obliga a repensar la forma en que hacemos las cosas”... “porque hay que hacerlo más rápido y mejor”. utdt.edu COMPROMISO. Martín Ticinese, presidente de Quilmes, dice que el objetivo de la carbononeutralidad “obliga a repensar la forma en que hacemos las cosas”... “porque hay que hacerlo más rápido y mejor”. utdt.edu

La Cervecería y Maltería Quilmes anunció su camino a la carbononeutralidad hacia 2040, para el cual debe reducir al máximo posible las emisiones de dióxido de carbono de toda su operación y su cadena de valor y, a su vez, neutralizar las emisiones residuales. La compañía anunció su plan de descarbonización a través de un evento en la Usina del Arte, en la Ciudad de Buenos Aires.

Martín Ticinese, presidente de Quilmes, describió en rueda de prensa la tarea como un desafío que obliga a combinar la actividad cotidiana con el largo plazo. “La carbononeutralidad, si bien es un objetivo de largo plazo, se construye todos los días con el corto plazo y nos obliga a repensar la forma en que hacemos las cosas, a revisar los límites y a poner un filtro sobre todas las iniciativas que tenemos, porque haciendo lo mismo que hacemos hoy, si bien es consistente, no llegamos. Hay que hacerlo más rápido y mejor”.

¿Qué cambios van a implementar?

-Iniciativas hay varias. La principal: hoy ya tenemos operando un parque eólico de Budweiser en Achiras, Córdoba; eso nos permitió reducir el 25% las emisiones de carbono –para que tengan una idea, son 500.000 autos más o menos que sacamos de la calle-; además de trabajar en eficiencia energética en todas las operaciones, lo que nos va a permitir reducir también otro 27% de las emisiones de la huella de carbono. También tenemos la Maltería Verde en Tres Arroyos, que se basa en la economía circular, en donde no solamente se utilizan los subproductos, sino que también tiene eficiencia energética y un espacio natural de biodiversidad. Además de eso también readaptamos nuestro sistema logístico no solamente vía eficiencia optimizando rutas, sino también redirigiendo dónde invertimos para equilibrar inversiones en donde tenemos alta demanda para bajar la cantidad de transporte, como también implementando vehículos eléctricos. También, hacer uso y revalorizar los subproductos; hoy estamos usando cáscara de cebada como sustrato para poder criar hongos comestibles. Y también vamos a empezar a usar germen de maíz en la planta de la cervecería de Corrientes para poder hacer aceite comestible. Esto nos obliga todos los días a medir lo que estamos haciendo, los avances, a seguir reduciendo, a seguir compensando el carbono que no podemos reducir.

-Se va a tener que adaptar la cadena de valor…

-Nos parece que a medida que vayamos dando el ejemplo todo va a ser más fácil, porque parte de esto es que más compañías se unan. Otro ejemplo es el desarrollo de semillas nuevas de cebada. Después de siete años de investigación y desarrollo, hace tres años lanzamos dos variedades nuevas de semillas de cebada, que básicamente lo que hacen es crear plantas más resistentes al cambio climático, haciendo que esas plantas tengan menor consumo de agua y de energía, en función de todo lo que está viniendo.

-¿Esto implica alguna inversión?

-No me gusta decir que esto es un proyecto en sí, porque básicamente es un filtro a todo lo que hacemos. Sólo para darte un dato, en los últimos dos años la compañía invirtió 120 millones de dólares; somos la compañía de mayor inversión en consumo masivo en la Argentina, y básicamente este rumbo todo lo que hacés pasarlo por ese filtro, si no pasa por eso, se repiensa la inversión y se hace otro tipo de inversión; hoy podés invertir en comprarte un camión tradicional o uno eléctrico, con esto vamos más por el lado cada vez más de los eléctricos.

-La coyuntura no permitiría hacer ese tipo de cambios hoy…

-Hay muchas compañías que están con ganas de ser parte de esto; ya tenemos ocho camiones de última milla, eléctricos. Otro ejemplo: si me faltan depósitos porque no tengo espacio podría invertir cerca de Buenos Aires; en lugar de eso estamos invirtiendo en un depósito grande en Santa Fe, y estamos con un proyecto grande en Rosario, para poder equilibrar espacios en lugares con alta demanda y baja capacidad de almacenamiento.

-¿En cuántos años está planteado el plan de reducción?

-El objetivo se cumple si llegamos a 2040. Si no hubiésemos hecho la inversión de 2020 de 300 millones de dólares para inaugurar el parque eólico Budweiser ni la Maltería Verde en Tres Arroyos hoy no estaríamos acá.

-¿Qué balance hace de la pandemia?

-Impactó en la movilidad y en los momentos de socialización. Somos una compañía que vive de esos momentos y claramente al principio de la pandemia nos impactó sobre todo por el cierre de bares y restaurantes. Lo que sí mostró es que la categoría de cerveza en Argentina y en el mundo es muy resiliente. En el caso de Argentina gran parte del consumo se hace con comidas y en el hogar; entonces el consumo se recuperó y hoy por hoy estamos en un buen rating de consumo histórico y a nivel volumen estamos en uno muy similar al año pasado.

-¿Como resultó el cambio a ser una compañía de plataforma?

-La pandemia no cambió fuertemente tendencias; lo que hizo fue acelerar algunas que ya venían. La digitalización era algo que estaba. Si no hubiésemos tenido antes las iniciativas como la plataforma Bees o la plataforma directo al consumidor que es Tadá no hubiésemos podido afrontar la pandemia de la forma en que lo hicimos. Durante la pandemia usamos el tiempo para repensar el negocio que queríamos tener para el futuro y en eso cambiamos de una compañía unidireccional, una compañía que vive de marcas físicas que ustedes conocen –Quilmes, Stella, Corona- y un desarrollo fuerte de marcas digitales como Bees y Tadá. Esa combinación hace que podamos pararnos de cara al futuro hacia una compañía que sea una plataforma y no una compañía tradicional de cerveza o de bebidas. Queremos ser una compañía omnicanal que trate de estar cerca del consumidor en todo su recorrido diario y eso implica tanto negocios físicos como digitales y en ese sentido también pensamos en categorías que puedan complementar la de la cerceza –el vino Dante Robino es un ejemplo y también el gin-. Es más; hoy en Bees tenemos una plataforma Marketplace, que vende no solamente bebidas sino también comestibles.

-¿Cómo es el perfil de los consumidores?

-Es muy variado. En todo lo que es alcohol es central ayudar a tener una plataforma muy fuerte de consumo responsable; vemos que todos sean mayores de edad que puedan consumir. Después tenemos un portafolio que a diferencia de los últimos años es más complejo, más ancho. Tenés marcas para ocasiones como Quilmes o como Brahma. Brahma es un poco más joven; Quilmes, de más de 25 años; marcas que van muy bien con comidas, como Andes origen o Patagonia; marcas que van para ocasión de relax y van muy bien con el perfil de mujer como Corona; Stella Artois que también es un poco más femenina y para ocasión de comida. Te diría que depende de la ocasión pero es un perfil de consumidor bien ancho, de 18 para arriba.

-¿Cómo encajan los envases en este esquema de carbononeutralidad?

-En ese sentido parte de las iniciativas es ayudar más a que comprar envases retornables sea más fácil y más práctico. Hoy tenemos la botella de 340 y la de litro. En Argentina hay dos tipos de consumos, gregarios y grupales o individuales. En el gregario la botella de litro es el calibre más importante; en el caso del consumo individual la lata es muy importante y en este caso todavía la retornabilidad tiene baja penetración, entonces ahí tenemos una oportunidad grande de que el 340 crezca. El retornable es importante porque hoy una botella se utiliza 29 veces y hace que la huella de carbono por ese consumo sea un 30 % menor a un consumo con un envase no retornable; y también sabemos que hay consumidores que por algún momento quieran tomar en lata estamos trabajando junto con los proveedores para incrementar el porcentaje de material reciclado en la lata que ya es del 70%.

-¿Hay problemas con las importaciones para la producción?

-La verdad que también venimos desde hace mucho tiempo con inversiones de mirada federal y sustitución de importaciones. Por ejemplo Corona y Budweiser hace tres años se importaban hoy se producen localmente; Budweiser en Acheral, y eso nos permitió poder seguir vendiendo la marca que le gusta a la gente y que además es más rica porque no tiene flete; la ventaja de la cerveza es que cuanto más cerca del momento de elaboración esté es mejor; la luz, el movimiento, el transporte no le hacen bien.

-¿Falta algo de importaciones?

-Siempre estamos buscando solucionar los problemas junto con la cadena de valor. Hoy no hemos tenido que parar nada pero sí estamos tratando de optimizar todo lo posible para poder reemplazar cosas que por ahí nos sobran por elementos que nos falten para poder tener tanto nuestros insumos con los de los proveedores. En el caso de vidrio este año pasamos de 10.000 toneladas de vidrio roto a cerca de 16.000 ton que les estamos dando a los proveedores para poder sustituir parte de los insumos que ellos tienen problemas para importar. Como por ejemplo soda ash, que no es un tema nada más que limitante del cupo de importación sino nada más por el contexto global.

Perfil

Cervecería y Maltería Quilmes tiene una planta en Acheral, otra de gaseosas en la capital provincial, una planta de maíz desgerminado, un centro de distribución y una oficina de venta regional. La cadena de valor en la provincia incluye cinco distribuidores, que son PyMEs independientes, y sus productos llegan todos los días a 7.000 comercios; y trabaja con 80 proveedores locales. El sistema Quilmes en Tucumán genera 400 empleos directos y 6.000 indirectos.
Creada en 1890, la compañía cuenta con 6.000 empleados directos en toda la Argentina, 10 plantas productivas incluyendo cervecerías y plantas de gaseosas, una bodega, dos malterías, una chacra de lúpulo, una fábrica de tapas, nueve oficinas regionales de venta y nueve centros de distribución y seis centros de distribución urbanos para entregas de última milla con vehículos eléctricos.

Plan de descarbonización

La compañía anunció su plan de descarbonización a través de un evento en la Usina del Arte, en la Ciudad de Buenos Aires, que contó con un panel conformado por diferentes referentes en la temática: Inés Camilloni, climatóloga e investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera; María Eugenia Di Paola, coordinadora del programa de Ambiente y Desarrollo Sostenible del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; Emiliano Ezcurra, director ejecutivo Banco de Bosques; Chary Alberti, artista y fundador de R21 para una Latinoamérica Sustentable y Vanesa Vázquez, gerenta de Crecimiento Inclusivo y Sustentabilidad de Cervecería y Maltería Quilmes. También estuvo presente Cecilia Nicolini, Secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación de la Nación.

El valor de los sumideros de CO2

El dióxido de carbono es el responsable del 75% de la concentración de gases de efecto invernadero (GEIs) en el mundo, que retienen el calor en la atmósfera produciendo un aumento en la temperatura de la Tierra. Estos gases provienen de distintas fuentes: la combustión, el transporte, la generación de energía, entre otros. La absorción de los GEIs se logra a través de sumideros de carbono, que son sistemas naturales o artificiales que absorben más carbono del que emiten. Los principales sumideros naturales son el suelo, los bosques y los océanos, que asimilan el carbono atmosférico y lo transforman en oxígeno, con lo que contribuyen a reducir la cantidad de dióxido de carbono. Para lograr la neutralidad, se debe analizar la huella de carbono y modificar hábitos en toda la cadena de valor de una compañía, para alcanzar un equilibrio entre la emisión y la absorción del carbono.

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