Los Pumas y la conquista de la "tierra negra"

Consiguieron otro triunfo para la historia: 25-18, por primera vez en suelo neozelandés. La semana que viene habrá revancha en Hamilton.

“Recuerden este día, muchachos. Va a ser de ustedes toda la vida”.

Es curioso que una de las imágenes más simbólicas y precisas que dejó el primer triunfo de Los Pumas sobre los All Blacks en territorio neozelandés (la primera, la de 2020, tuvo lugar en Australia) no haya sido un tackle, un try o alguna escena de juego, sino de una de vestuario: esa premonición escrita con fibra roja por orden de Michael Cheika, a fin de combustionar el espíritu del equipo antes de salir al césped a molerse a palos contra los “Hombres de Negro”. Va de suyo que el australiano -un viejo lobo de mar en estos temas- no come vidrio: si tuvo la audacia de hablar en términos triunfales (porque quién querría recordar una derrota toda la vida, por digna que sea) en lugar de alguna frase motivadora menos arriesgada, es porque ya conoce bien el potencial de estos jugadores y confía en que son capaces de ganarle a cualquiera.

Por supuesto, siempre vale la mística y el corazón, pero en este nivel con eso solo no alcanza: también es necesario saber a qué se juega. Un plan, una estructura a la cual acudir cuando sobreviene el apuro y el desorden. Y ahí está una de las grandes diferencias que separan a estos Pumas de los que el año pasado navegaban sin destino en un mar de dudas, pese a que los apellidos son casi los mismos: hay una idea clara de juego. Y hay confianza en ella.

Y por eso, ni esos errores que costaron dos tries en contra en el primer tiempo derrumbaron al equipo argentino. Cabe decir que las formaciones fijas -que se habían mostrado muy sólidas en la serie con Escocia y en los partidos con Australia- fueron de lo más flojo ayer: sin tener un pack más pesado, Nueva Zelanda dominó el scrum a voluntad y le complicó la hilera a Los Pumas. Bastó un lanzamiento fallido en el line para que los All Blacks armaran el try de Caleb Clarke. Antes, no hubo una buena resistencia al maul que definió Samson Taukei’aho.

Por fortuna, lo que Argentina perdió por un lado, lo ganó por el otro: la defensa. Si había algo que achacarle a Los Pumas en los primeros cinco partidos era esa endeblez en la marca (tanto en el tackle como en la cobertura de espacios) que se había advertido incluso en la goleada sobre Australia, pero que la eficacia ofensiva había ayudado a disimular. Esta vez fue todo lo contrario: a los All Blacks les costó mucho quebrar a una defensa argentina tal vez no agresiva, pero sí bien plantada, con dobles tackles y mucha disciplina. Hubo algunos penales evitables, sí, pero eso sucede cuando se debe defender tanto (porque la obtención fue escasa). Mención especial para el partidazo de Tomás Lavanini y de Marcos Kremer, dos absolutas bestias en el contacto, y también del timming de Julián Montoya para la pesca.

Por supuesto, también subrayamos el nivel de Thomas Gallo y Matías Orlando. Los tucumanos participaron muchísimo de esta tarea de abrazarle las piernas a cualquier neozelandés con pelota en mano que tuvieran cerca. Esta vez no hubo minutos para Tomás Albornoz, pero hay que destacar el buen trabajo de Santiago Carreras, cada vez más consolidado como apertura.

Ni hablar de Emiliano Boffelli, la otra gran clave del triunfo: el rosarino, importantísimo en el juego aéreo (un tapping suyo en la salida habilitó el try del mendocino Juan Martín González, otro de gran partido), afinó muchísimo la puntería. Antes, fallaba hasta las factibles; ayer la metió de todos lados (seis penales y una conversión). En este nivel, un pateador confiable es imprescindible, sobre todo para un equipo que debe pelearla desde abajo. Por caso, Richie Mo’unga no le aportó esa virtud a su equipo, que extrañó a Beauden Barrett. Por el contrario, al que no extrañarán cuando se vaya -y cuanto antes mejor- es al entrenador Ian Foster, bajo cuyo mando los All Blacks han perdido tres partidos consecutivos de local por primera vez en su historia (dos con Irlanda, uno con Argentina).

Más allá de todo, triunfos como el de ayer o la goleada sobre Australia en San Juan tienen un valor aún superior: demostrar que Argentina no se conforma con ser el convidado de piedra. Sobre Los Pumas siempre hubo un manto de piedad por ser los más nuevos, los aprendices, los cazadores de batacazos. Ahora, como líderes de la tabla por segunda fecha consecutiva, se los mira de otra manera. Y eso cuenta mucho a la hora de futuros acuerdos para prolongar la presencia argentina en el Rugby Championship.

El próximo sábado habrá revancha en Hamilton, y por lo que ocurrió en 2020, está claro que la revancha será mucho más dura. Por lo pronto, en estos días donde bulle el entusiasmo por coleccionar figuritas, Los Pumas han conseguido -otra vez- la más difícil del álbum: ganarle a los All Blacks.

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