El origen de las infecciones que generaron neumonía bilateral en personal de la salud y en allegados del sanatorio Luz Médica -seis personas se contagiaron; dos personas fallecieron, y tres personas permanecen internadas en grave estado- continúa siendo un misterio, pero los funcionarios y especialistas ya trabajan sobre algunas sospechas.
Una de las posibles enfermedades que consideran como causa de las neumonías es la legionella o legionelosis. Se trata de una afección causada por la bacteria Legionella pneumophila, que presenta fundamentalmente dos formas clínicas totalmente diferenciadas: por un lado, la infección pulmonar o "enfermedad de legionario", que se caracteriza por generar una neumonía con fiebre alta; por otro, la forma conocida como "fiebre de Pontiac", que se manifiesta como un síndrome febril agudo.
El desarrollo de la legionella puede ir desde una tos leve hasta una neumonía de carácter grave que cause la muerte, provocada por una progresiva falta de aire en los pulmones, conmoción e insuficiencia multiorgánica.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad se localiza en todo el mundo.
Origen
La infección por legionella puede ser adquirida fundamentalmente en dos grandes ámbitos: el comunitario y el hospitalario. En ambos casos, la enfermedad puede estar asociada a varios tipos de instalaciones y de edificios, y puede presentarse en forma de brotes o casos agrupados, de casos relacionados y de casos aislados o esporádicos.
En términos generales, su contagio puede producirse a partir del contacto con el vapor de agua contaminado con bacterias o con las mezclas de tierra para macetas. En el entorno del hogar o lugares que frecuentamos, este vapor infectado suele provenir de bañeras o de duchas calientes; en grandes edificios, de unidades de aire acondicionado.
Pero en cualquier caso se debe tener en cuenta que las bacterias no se transmiten de una persona a otra.
De todas las bacterias que causa esta enfermedad, la más patógena es la especie L. pneumophila, que se puede encontrar en las aguas dulces de ambientes acuáticos naturales del mundo entero.
No obstante, presentan un riesgo mucho mayor los sistemas acuáticos artificiales, que proporcionan entornos propicios para el crecimiento y para la propagación de la bacteria.
Síntomas
La forma no neumónica o "fiebre de Pontiac" se manifiesta con síntomas similares a los de la gripe, y generalmente remite entre los dos y los cinco días.
El período de incubación oscila entre unas pocas horas y un máximo de dos días. El infectado siente: fiebre, escalofríos, cefalea, malestar general y dolor muscular (mialgia). No se conocen casos de muerte asociados a este tipo de infección.
La forma neumónica -"enfermedad del legionario"- tiene un período de incubación de dos a 10 días, pero en algunos brotes recientes se han registrado períodos de hasta 16 días. Los síntomas iniciales son fiebre, pérdida de apetito, cefalea, malestar general y letargo. Algunos pacientes también refieren dolor muscular, diarrea y confusión. Además, en los días iniciales se observa tos leve y hasta un 50% de los pacientes pueden presentar flemas. En un 33% de estos enfermos, estas pueden ser expectorantes con sangre.
Prevención
En ocasiones, instalaciones mal diseñadas, sin mantenimiento o con un mantenimiento inadecuado favorecen el estancamiento del agua y la acumulación de nutrientes de la bacteria -lodos, materia orgánica, material de corrosión y amebas- que forma una biocapa, la cual, junto a una temperatura propicia y a la ausencia de desinfectantes, favorecen la multiplicación de la bacteria.
Por lo tanto, se debe impedir la multiplicación de la legionella en las instalaciones, mediante el mantenimiento del agua bajo condiciones de salubridad y mediante el control continuo de esta.
En exteriores se aconseja evitar estancamientos de agua, por medio de un diseño adecuado de las instalaciones; eliminar o reducir la suciedad, mediante un programa de mantenimiento; impedir la proliferación y la supervivencia de la bacteria en la instalación, mediante una desinfección continua de esta y por medio del control de la temperatura.
En el hogar, mantener siempre muy limpios los filtros -en caso de que se utilicen- en grifos, en duchas o en otros posibles elementos terminales de la red de distribución de agua. Además, es aconsejable purgar al menos una vez a la semana aquellos grifos que poco se usan. En caso de que se cuente con difusores de la ducha, mejor si son de gotas gruesas.
Una vez al año, desinfectar todos los filtros o difusores: se pueden sumergir durante 30 minutos en un litro de agua al que se le añadan previamente diez gotas de lejía.
Los aparatos de aire acondicionado privados instalados en un domicilio particular no conllevan ningún riesgo de transmisión de legionella, porque en estos no hay un circuito cerrado de agua, por lo que no existe la posibilidad de que la bacteria se multiplique.