Jesús bendecirá el Camino de Atahualpa Yupanqui

Hoy el Cristo de Cabra Horco llegará hasta Las Arquitas. Es el primer logro del sueño de mucha gente: turismo de alta montaña que beneficie a las comunidades originarias. “Tucumán podrá competir con Bariloche”.

EN RACO. El Cristo del Cabra Horco cuando esperaba la peregrinación que lo llevaría a su destino final. EN RACO. El Cristo del Cabra Horco cuando esperaba la peregrinación que lo llevaría a su destino final. FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

Esta es la historia de un sueño enlazado a una senda. Y esa senda enlaza a su vez poblados y tradiciones: es el Camino de Atahualpa Yupanqui, que nace en Raco. Es, también, una historia en construcción, de lal que la primera parte está terminando de escribirse; nació hace unos años, pero sufrió la pandemia. Por suerte (y por el empeño de sus promotores), no murió: mientras leés estas líneas una imagen de Cristo de 1,90 m de altura está subiendo en procesión por esa senda. Va rumbo a Las Arquitas, la primera “parada” del sueño que mencionamos al principio: que se pueda desarrollar turísticamente esa parte de Tucumán por la que sube y baja la senda, “que lo tiene todo... menos Internet”, asegura a LA GACETA, con un entusiasmo que contagia, Sebastián Gottardi. “Son lugares increíbles, únicos; esos con los que Tucumán puede perfectamente competir con Bariloche”, describe.

El primer paso

Gottardi es un empresario (“nada que ver con el turismo”, señala desde el principio). Tiene 42 años y desde los 14 esa senda “lo puede”: “la recorrí en moto, haciendo trekking... ya no sé cuántas veces”, cuenta. Una de esas tantas, mientras comía un locro en el albergue de alta montaña de Las Arquitas, se le acercó el dueño, Alberto Gutiérrez, que hoy está cumpliendo su sueño, y el del pueblo. Ese día le preguntó cómo se podía conseguir una imagen de Jesús. Y como a veces pasa, estaban los dos en el lugar indicado en el momento justo: Gottardi le prometió que haría realidad el Cristo para Las Arquitas.

El Cristo y su cruz

La imagen de Jesús es obra de la escultora Lilian Mansilla Arabow, que -cuenta Gottardi- “le puso toda la onda”. “La idea era que no fuera el típico crucificado; cuando terminen de montarlo en Las Arquitas (donde lo espera una cruz de quebracho), estará ‘despegando’, como si ascendiera al cielo”, agrega, emocionado.

El Cristo está hecho en acrílico, y también esperó desde antes de la pandemia este día. “Lo financiamos ente amigos que se entusiasman con esta idea del Camino de Atahualpa Yupanqui; también colaboró mucho el Ente de Turismo. Y la cruz fue una donación de Carlos Max, dueño del Aserradero 25 de Mayo, que puso mucho compromiso”, sigue el relato.

Desde muy temprano en la mañana de hoy, a lomos de caballo (“como lo hacía Atahualpa Yupanqui”, resalta Gottardi), el Cristo encabeza la peregrinación hacia la ladera oeste del cerro Cabra Horco. “Son seis horas de caminata. Calculan que estará llegando entre las 14 y las 15”, detalla. En Las Arquitas lo esperan con ansias. Pero, recordemos, este es el primer paso...

EL ORIGEN. El albergue de Las Arquitas donde empezó toda esta historia. EL ORIGEN. El albergue de Las Arquitas donde empezó toda esta historia.

Sueño de largo plazo

“Si se logra, posiblemente no lo voy a ver. Pero que entre lugareños, empresarios y el Estado se consiga transformar estos lugares en un hito único del turismo de Tucumán no solo es posible; ¡sería un golazo!”, asegura, y explica los porqués.

La senda (que Atahualpa recorrió durante 10 años) y sus habitantes lo inspiraron para componer canciones como “El arriero va” o “Adiós, Tucumán”. “Muchos de los lugareños recibieron de sus padres historias sobre las muchas veces que fueron visitados por don Ata, y de las guitarreadas que se armaban”, cuenta Gottardi. Estas tradiciones -destaca- le dan al camino un valor simbólico (aunque no religioso) que hace pensar en algo semejante al Camino de Santiago, de España.

Por otro lado, el recorrido es claro, y se puede hacer caminando, a caballo; con mucho cuidado, en moto... “Pero voy más allá; me imagino que ‘la estrella’ sería la bici eléctrica; permitirá hasta que abuelos y nietos puedan hacerlo juntos”, sigue soñando.

La actual senda nace en Raco, y es ideal -asegura- para un circuito de siete días que termina en Tafí del Valle; en el medio, Anca Juli, Chasquivil; San José de Chasquivil, Anfama y La Ciénaga. “Salvo Internet -insiste-, todos los parajes tienen servicios; pero por ahora son dos los lugares que tienen años de experiencia como albergues de alta montaña: Rincón las Arquitas (el de Gutiérrez, y donde nació esta historia) y Paraje los Campitos, en Anfama”. “Ambos cuentan con 25 camas en promedio, distribuidas en cinco habitaciones. Dos baños grandes (compartidos) con ducha, inodoro, bidet y agua caliente; luz eléctrica, heladera y freezer -describe entusiasta-. El servicio incluye merienda al llegar, cena y desayuno al día siguiente. Y los lugares que se recorren siguen dejándome con la boca abierta”.

Por supuesto, falta mucho. Apostar por más infraestructura de servicios, capacitar en gestión de turismo a los lugareños... “Si logramos que el turismo derrame ganancias directamente sobre las comunidades, y que sea sustentable, el Camino de Atahualpa Yupanqui, mi sueño, se habrá cumplido; y -estoy convencido- Tucumán podrá competir turísticamente con los mejores destinos del país. Porque lo que hay es único.

El Cristo de Cabra Horco será el protector del camino. Y por ese lado de lo simbólico, el plan es avanzar dejando en cada una de las futuras “paradas” del camino un hito que haga aún más presente de lo que ya está la figura del gran Atahualpa.

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