En cada boletín oficial que la Unión de Rugby de Tucumán publica semanalmente suele incluirse con frecuencia un apartado que detalla los pases de jugadores de un club a otro, sea de Tucumán, de otra provincia o del exterior. Por lo general, se trata de un espacio más o menos breve; sin embargo, en el último boletín la cantidad es tal que por primera vez se le dedica una página entera a la nómina de fichajes de jugadores de Tucumán en clubes de Europa.
Son 26 los emigrantes que figuran en la lista. El club que mayor cantidad de bajas presenta es Lawn Tennis, con seis; le siguen Tucumán Rugby y Universitario con cinco, Natación con cuatro, Huirapuca y Jockey Club con dos y cierran Lince y Cardenales con una cada uno. Vale insistir, sin embargo, que no es una lista cerrada ni tajante. Hay rugbistas tucumanos que ya han acordado su incorporación a clubes de ligas europeas (o están en vías de hacerlo), lo cual se verá reflejado en próximos boletines. Eso sin contar entrenadores, como Federico Puerari (tras un excelente trabajo en Paraguay, el de Universitario se mudará a Italia) y Rolando Medina (el responsable del éxito femenino de Cardenales llegó hace unos días a Paraguay para su primera experiencia internacional).
Portugal e Italia son, precisamente, dos de los principales consumidores de talento rugbístico tucumano. Los clubes de la liga lusa, como Vila da Moita, Universitario de Lisboa y Cascais, son el destino de casi la mitad de esos 26 jugadores, así como de muchos otros que ya han emigrado antes. El resto de los fichajes anunciados en el boletín 38 se reparten entre España (7), Italia (4) y Francia (2).
Esto admite una doble lectura. Por un lado, entusiasma ver que el talento tucumano sigue siendo muy apreciado al otro lado del Atlántico. Por el otro, el cada vez más acentuado éxodo de jugadores es hoy por hoy, junto a la deserción, la principal preocupación de la Unión tucumana. La partida de jugadores se refleja en que los equipos tucumanos no vienen teniendo el protagonismo de otros años en el Torneo del Interior, y su nivel se aleja cada vez más del de los equipos de Buenos Aires.
La pandemia tuvo mucho que ver pero no es la única causa. Y por eso se buscan alternativas para tratar de frenar la fuga de talentos, algo bastante difícil teniendo en cuenta que la realidad tucumana y argentina no tienen muchos argumentos para convencer de quedarse a quien tiene la oportunidad de irse. Además, en el amateurismo local se paga por jugar, mientras que en el profesionalismo/semiprofesionalismo se cobra. En ese contexto, el romanticismo amateur y el sentido de pertenencia al club ya no son suficientes para retener a los jugadores. Por eso, la principal alternativa hoy viene siendo el desarrollo de la Superliga Americana, el torneo de franquicias profesionales al que Tucumán quiere entrar. Hablar de profesionalismo en este suelo todavía suena a herejía para el sector más conservador, que lo ve como el monstruo que acabará con los clubes. La intención y los capitales privados para la franquicia están (por parte de Atlético, y el José Fierro sería la sede de esa eventual franquicia tucumana), pero también hay otros interesados en pugna, como Córdoba y Rosario. En los últimos días de octubre habrá confirmaciones.