Es muy probable que, durante una compra en el supermercado o la verdulería, los propios clientes tomen los vegetales directamente de los cajones de madera en los que llegan a los negocios. O si es el vendedor quien los entrega, en el mejor y más excepcional de los casos usará guantes para colocar cada producto en bolsitas de plástico. Pero nada en este proceso garantiza la higiene de lo que después llegará a la cocina.
Lavar la verdura una vez en casa con el agua de la canilla es algo bastante frecuente ya que, por mera lógica, hasta llegar al local de venta debió haber pasado por varias manos, contaminándose considerablemente. Aunque, ¿alcanza únicamente con limpiar con un poco de agua los alimentos para eliminar todos los microorganismos?
Según Natalia Soledad Pereyra, Gerente de calidad de la empresa Chef Gourmet, especializada en viandas y catering, “no es extraño que este tipo de productos frescos se haya contaminado en alguna de las etapas que atraviesa hasta llegar a los comercios”.
“Ya sea desde su crecimiento, cosecha o hasta por una higiene deficiente a la hora de su manipulación para almacenarlos, los vegetales están expuestos a múltiples agentes externos que pueden ser perjudiciales para el ser humano”, agregó.
Es por esto que la experta sostiene que “es muy importante desinfectar cada vegetal antes de consumirlo”, algo de lo que se comenzó a generar una especie de conciencia popular con la pandemia del Covid-19.
Alcanza con hacer un poco de memoria para recordar cómo era la vida uno o dos años atrás, en medio de la pandemia, cuando prácticas que hoy por hoy parecen “una exageración” eran tomadas con naturalidad. Dentro de ellas, la sanitización exhaustiva de las verduras no parecía descabellada.
Cómo sanitizar correctamente
En primer lugar, hay que entender que existen varios tipos de vegetales y que cada uno de ellos requiere un proceso específico de limpieza. Los de hoja, como pueden ser la lechuga, la radicheta o la espinaca, son un grupo que sin dudas requiere más esmero por ser uno de los que más suciedad o bacterias puede tener a causa de sus múltiples hojas separadas, con muchos pliegues entre medio.
Lo ideal es primero limpiar detenidamente solo con agua, hoja por hoja. Luego, se recomienda sumergir todas las plantas en una fuente llena de agua templada y colocar una gota de lavandina líquida por cada litro de agua, dejar reposar unos diez minutos, enjuagar bien y secar todo. En este punto, es muy importante usar lavandina que especifique ser “apta para desinfección de agua y alimentos” y de ningún otro tipo.
En segundo lugar, tenemos los vegetales con cáscaras comestibles, como el pepino, la papa e incluso la zanahoria. Para ellos, la limpieza es más sencilla: basta con colocarlos debajo de un chorro de agua y, con un cepillo y apenas una gota de lavandina líquida -siempre apta para desinfección de agua y alimentos-, frotar con cuidado sus superficies. Después de asegurarse haber pasado el cepillo por todo el alimento, enjuagar bien y empezar con el secado.
Por último, los que poseen cáscaras que no son comestibles, como la palta, la calabaza o la cebolla son todavía más fáciles de lavar, dado que su corteza no se ingiere. ¿Por qué sanitizarlos, entonces? Si no se hace, al momento de cortarlos se pueden trasladar con el cuchillo microorganismos desde la superficie hacia interior. El proceso es prácticamente igual que el del punto anterior, con la salvedad de que no es necesario tener tanto cuidado porque, en general, su cáscara será bastante más dura.
Cómo conservar la verdura
A la hora de almacenar todo, hay que tener en cuenta que hay lugares predilectos para guardar cada vegetal y que cada tipo, de hoja, con cáscara comestible y no comestible, deben ir por separado.
Para los vegetales de hojas, lo ideal será guardarlos en bolsas de plástico o envueltos en papel, en la parte central o media de la heladera. Esto evitará que se marchiten y generará un ambiente húmedo que prolongará su buen estado durante unas dos semanas.
Para los vegetales con cáscaras comestibles será mejor el cajón de la heladera, apilados individualmente de forma tal que no se aplasten. No deben envolverse, ya que eso favorecerá su putrefacción. Si se usa este método, dependiendo del vegetal, se calcula una vida útil de entre una y tres semanas.
Por último, los que tienen cáscaras no comestibles, pueden quedar en una canasta fuera de la heladera, en un lugar fresco y con poca humedad. Esto es así dado que este tipo de vegetales conservan mejor su estado en un ambiente seco aunque, una vez cortados deben quedar dentro de una bolsa de plástico para conservar su humedad.
Una vida sana
Invertir algunos minutos para asegurarse de que todos los vegetales estén limpios y bien guardados, es una forma de cuidarse de ingerir suciedad, bacterias o productos en mal estado. También, prolonga el tiempo que se puede tomar para consumir ese alimento y evitar desperdiciar comida.