El crimen de Luis Espinoza: “No pudimos establecer si hubo una carrera ese día”

El director de Investigaciones contó que en la búsqueda del hombre extraviado fueron viendo indicios de que podía haber pasado algo peor. “El operativo mostraba rarezas”

LA SALA DE JUICIO. Ayer el director general de Investigaciones describió toda su actuación durante la búsqueda de Espinoza. LA SALA DE JUICIO. Ayer el director general de Investigaciones describió toda su actuación durante la búsqueda de Espinoza. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO

“Según lo que decían los policías, en el lugar hubo una carrera cuadrera el día en que desapareció esta persona, sin embargo no pudimos establecer si esa carrera ocurrió o no ese día”, explicó el comisario mayor Jorge Dib, quien se desempeña como director general de Investigaciones y como tal participó de la pesquisa para esclarecer lo que había pasado con Luis Espinoza. El detalle que mencionó sobre las cuadreras fue de sumo interés para algunos de los defensores.

Espinoza fue asesinado de un disparo en el omóplato el 15 de mayo de 2020, cuando efectivos de la comisaría de Monteagudo intervinieron para -teóricamente- disolver una carrera cuadrera que se estaba corriendo en el paraje El Melcho (Simoca). Los autores del crimen trasladaron luego el cuerpo hasta Catamarca y lo arrojaron a un precipicio.

Por esos hechos fueron imputados nueve policías de la comisaría de Monteagudo, un vigía comunal de esa localidad y un joven que aspiraba a ingresar en la Fuerza.

“Teníamos esperanzas”

“Encontramos manchas pardorrojizas en el lugar. Además había varios signos para pensar que había algo anormal, es decir, el operativo que decían que había habido mostraba irregularidades. Era extraño que corten el paso y no dejen pasar a la gente si lo que se quería era tratar de encontrar a una persona que teóricamente había escapado”, explicó el comisario -que lleva 31 años de servicio- sobre los rastrillajes que comenzaron a hacerse en El Melcho. “Era notorio que había pasado algo extraño”, agregó.

Dib detalló que en principio pensaron que se trataba de un caso de una persona extraviada que podía aparecer al poco tiempo. “En los primeros rastrillajes teníamos la esperanza de que Espinoza fuera hallado con vida, quizás herido. Con el paso de los días y la falta de novedades el ex jefe de Policía Manuel Bernachi me sugiere que me apersone en los rastrillajes para colaborar con la investigación”, recordó.

Dib, que participó o acompañó varias de las medidas judiciales, mencionó además que estaban detrás de una pista importante cuando surgió la información de dónde habían arrojado el cuerpo. “Mucho antes del hallazgo habíamos buscado videos de seguridad. Una cámara sobre una ruta había visto pasar el auto de uno de los efectivos en dirección al lugar donde se encontró el cuerpo, en el límite con Catamarca”, detalló el director de Investigaciones. También subrayó que por las dificultades del terreno y las inclemencias del tiempo, le dieron intervención al Grupo Cero, la unidad especializada en rescates. “No cualquiera podía meterse en un terreno así. Les dijimos eso a los familiares de la víctima, pero en su desesperación por encontrar al ser querido algunos se arriesgaron también”, agregó.

Minutos antes de que Dib fuera llamado a declarar, el abogado Ernesto Baaclini, defensor del policía José Alberto Morales (quien sería el autor del mortal disparo), eligió LA GACETA para brindar adelantos sobre su teoría del crimen. “Hay un pacto de silencio entre los testigos policías; nadie averiguó nada sobre el móvil del hecho pero hablan de que habría habido autos y motos que entraron de la nada al lugar haciendo tiros”, sostuvo.

“Los policías (imputados) fueron a suspender una carrera. Hay información sobre quién las organizaba; de hecho el efectivo Wilson Gómez, el único que reconoció que le habían contado que hubo cuadreras, también reveló que tras un allanamiento secuestraron una gatera en la casa del organizador. Si esto no se cuenta queda como que los policías entraron haciendo tiros porque sí”, argumentó el profesional. Si bien el planteo fue hecho por Baaclini, se trata de una teoría de interés general para varios de los defensores.

Dib fue el segundo testigo en mencionar el tema de las cuadreras (aunque aclarando que era una versión dada por los uniformados), por eso los representantes de los imputados lo interrogaron. “Nunca pudimos corroborar si hubo carreras”, reiteró el testigo, y explicó que la pesquisa, que estaba en manos de la Fiscalía de Monteros avanzaba por otros caminos. “La investigación no estaba a mi cargo. Yo brindaba un apoyo”, añadió.

Otras medidas

Por último, Dib recordó que supervisó otras dos medidas. La primera fue el allanamiento a la comisaría de Monteagudo, donde el luminol dio positivo en el mástil del patio (allí habrían acostado el cuerpo de la víctima para atarlo y envolverlo en una bolsa). También en el allanamiento en la casa de René Eduardo Ardiles.

Por otro lado, también declararon ayer los efectivos que realizaron los allanamientos en las casas de los imputados Miriam González y Rubén Héctor Montenegro (subcomisario). El testigo a cargo de la segunda medida recordó que debió manejar el auto desde Simoca hasta Tribunales de Monteros vistiendo un traje especial para no dañar las evidencias. Viajó supervisado y luego le dejó el vehículo al personal de la Fiscalía.

Más sobre las pericias de ADN: los peritos también determinaron que en el lugar del crimen había sangre de Luis Espinoza

En la edición de ayer de nuestro diario se publicó sobre la declaración que brindó en el juicio el bioquímico especializado en genética del ECIF, Miguel Ángel Rubio Más. El perito detalló que había realizado dos comparaciones genéticas que aportaron coincidencias en cuanto al ADN. En la primera de ellas, corroboró que el cuerpo encontrado en Catamarca correspondía al de Luis Espinoza porque coincidía con los genes de sus hijos. Por otro lado, el especialista también analizó las muestras que le había enviado la perito de la Policía Científica, María del Valle Díaz. La efectiva había recogido mediante hisopados restos de sangre que había en un alambrado y sobre una planta en el paraje de El Melcho, donde se vio por última vez con vida a Luis. Esos restos genéticos también coincidían con el ADN de los hijos de la víctima y del cuerpo hallado.

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