El fútbol no tiene lógica. Es impredecible porque dentro de un campo de juego muchas veces los equipos se nivelan más allá de cualquier diferencia que puede haber en la previa. Eso es lo que lo hace lindo al deporte más popular del mundo y también, muchas veces, lo hace injusto.
Arabia Saudita demostró que el triunfo sobre Argentina en el debut no fue casualidad. Ya dejó de ser esa selección débil que se limitaba a soportar los embates rivales y a tratar de arañar algún punto. Ahora se planta, intenta imponer condiciones y hasta se le anima a cualquiera. Quedó demostrado el martes pasado en Lusail y ahora lo “sufrió” Polonia. Las comillas dejan al margen el sentido literal, porque los europeos transpiraron la gota gorda durante el juego, pero se llevaron una victoria tan injusta como importante; que, de paso, le vino como anillo al dedo a los dirigidos por Lionel Scaloni.
Polonia la pasó mal todo el partido. Pero dos jugadas le alcanzaron para sumar tres puntos que lo dejan como líder del grupo C, dependiendo de sí mismo para llegar a octavos de final. Ganó con un ataque furtivo en el primer tiempo y gracias a una falla en la salida saudí en el complemento.
El 2-0 no reflejó en absoluto lo que pasó en el estadio Ciudad de la Educación; porque Arabia repitió la receta del debut en la Copa: intensidad, roce físico, velocidad, mucha marca y salidas rápidas. Pero no estuvo fino en la definición (incluso falló un penal cuando el partido estaba 1-0) y lo pagó carísimo porque Piotr Zielinski y Robert Lewandowski no fallaron cuando tuvieron su oportunidad.
Mirando el duelo desde la perspectiva de Scaloni y compañía, el resultado está bien. Porque el 2-0 le permite a Argentina seguir en carrera, dependiendo de sí mismo para superar la primera fase (incluso como líder del grupo) y porque quedó muy claro que Polonia no es un gran equipo ni mucho menos.
Más allá de que su victoria deja a la Selección en desventaja con respecto a los europeos antes de salir a jugar la última fecha, el nivel que mostraron los dirigidos por Czesław Michniewicz es una señal de esperanza de cara al miércoles.
Arabia le manejó la pelota, los tiempos, los espacios, lo presionó, lo asfixió, lo puso contra las cuerdas y si hubiera estado más certero en la puntada final, le habría ganado el partido casi sin inconvenientes; porque tuvo casi media docena de situaciones claras.
De este duelo estuvieron pendientes Lionel Messi y sus compañeros antes de salir a jugarse la “vida” contra México. Porque el 2-0 polaco ayuda en parte a seguir soñando. Claro, ahora Argentina debe volver en sí y dar el piné; ese que todos sus hinchas están esperando y que es tan necesario para soñar en grande.