Una mujer cruza por primera vez los Andes en avión

APASIONADA. Bolland demostró que, al mando de una aeronave, ella era capaz de cualquier cosa. Ganó un avión en un apuesta. APASIONADA. Bolland demostró que, al mando de una aeronave, ella era capaz de cualquier cosa. Ganó un avión en un apuesta.

Adrienne Bolland, de 25 años, utilizó para llegar a Chile un Caudron G3. Temperaturas bajo cero

Alcanzar ciertos límites con sus aeronaves era una competencia intensa por aquellos años iniciáticos de la aviación mundial y por ende en nuestro país. Todavía estaba fresca la aventura frustrada del tucumano Benjamín Mantienzo de cruzar los Andes en avión y que lo llevó a la muerte a fines de mayo de 1919 cuando los fuertes vientos en contra hicieron que se agotara el combustible antes de tiempo. El cruce iba a ser de Mendoza hacia Chile que hasta ese momento no se había logrado aún.

Al año siguiente los dos compañeros de Matienzo Pedro Zanni y Antonio Parodi volvieron a intentarlo con éxito por parte de Parodi que en poco más de cuatro horas fue de Mendoza a Santiago de Chile y regresó. Era el 6 de marzo de 1920. Sin embargo no hubo que esperar mucho para que una mujer alcanzara ese mismo logro. Llegaron el primero de abril de 1921 cuando la piloto francesa, de 25 años, Adrienne Bolland se convirtió en la primera mujer en cruzar con su aeronave la Cordillera.

“Para las mujeres en la aviación es súper importante este aniversario porque nos permite destacar el rol de la mujer en la historia aeronáutica”, dijo Vanina Busniuk, presidenta de la Asociación de Mujeres en Aviación de Argentina (AMAA) al cumplirse el centenario de esa hazaña. “Estamos hablando de una mujer que cumplió varios récords mundiales porque fue la primera mujer en sobrevolar Los Andes, alcanzó el nivel de vuelo más alto registrado para una mujer (4.850) para la época y además fue la primera francesa en cruzar el Canal de la Mancha”, agregó Busniuk, piloto comercial oriunda de la localidad de Trelew.

Se conoce la hazaña

La noticia del cruce de Bolland fue publicada por nuestro diario el 2 de abril de 1921 y debe haber generado muchos recuerdos entre los tucumanos sobre el malogrado Matienzo en su intento de cruzar a Chile. El escueto cable señalaba que “La aviadora Adrienne Bolland, partió de Mendoza a las 6 y 32, llegando a Santiago de Chile a las 10, en excelentes condiciones” y agregaba que “Noticias procedentes de Mendoza dicen que la aviadora está decidida a proseguir su viaje al Perú y Bolivia, regresando luego a Mendoza por vía aérea, dentro de 15 días”.

Despegó desde Mendoza a bordo de un avión biplaza Caudron G3 sin ningún mapa o compás, y alcanzando una velocidad media de 50 km/h logró el cruce a través del Paso de la Cumbre, muy cercano al Cerro Aconcagua, el punto más alto de América, de 6.962 metros. Fue también la primera persona en usar esa ruta. Tuvo que soportar temperatura de hasta 26 grados bajo cero.

Elogios periodísticos

El logro fue destacado por nuestros colegas de un siglo atrás al expresar que “Los altos macizos de los Andes han vuelto a ser cruzados en vuelo, y, ahora, por una mujer. Excepcional, fuerte y bello es el gesto de Mademoisele Bolland, al llevar a feliz término la grandiosa empresa que a muchos hombres venció. El legendario cóndor, que en tan admirables estrofas nos cantara Olegario Andrade, se habrá sentido avergonzado, vencido en sus altos dominios por la intrepidez de esta amazona de los espacios y, con toda seguridad, al contemplar la aventura desde las nubes, habrá batido también sus alas en honor de esta grandeza femenina. ¿Es de sorprender la hazaña de la señorita Bolland? No; pero sí es de admirar”.

También el artículo destacaba que “en esta época de positivos triunfos feministas que están equiparando civil y socialmente a la mujer con el hombre, nuevos campos de acción subyugan y atraen a las hermosas hijas de Eva. Ya no es el arrojo, cualidad reservada exclusivamente para el sexo barbudo, ni a las mujeres les está vedado aureolarse con hazañas que emulan a las del mitológico Ícaro”.

Avión y apuesta

La vida de Bolland fue siempre esforzada. Adrienne fue catalogada por su familia como la rebelde del clan. Ella había decidido dar lugar a su impulso de volar más allá de la desaprobación de sus padres y del contexto histórico, ya que para las mujeres no estaba permitido ese tipo de actividades. Apenas conseguido su carnet de piloto fue contratada fue contratada por la Société des avions Caudron (Sociedad de Aviones Caudron) como piloto profesional. Con apenas 40 horas de vuelo realizó el cruce a los Andes.

El propio René Caudron fue quien le pidió personalmente a la joven que se uniera a su equipo luego de perder una apuesta con ella: le había dicho que una mujer no podía realizar nunca una famosa acrobacia aérea conocida como “looping the loop”. Ante esa afirmación, Bolland, que no tenía grandes recursos económicos y mucho menos podía pensar en juntar el dinero para comprarse un avión, le dijo que aceptaba el desafío a cambio de un biplano.

Tres días más tarde, la muchacha sorprendió al empresario al realizar esa difícil pirueta y éste, además de contratarla, cumplió con su promesa y le entregó el vehículo con el que realizó una gira por diferentes partes de Francia y, luego, de Sudamérica. Cuando llegó hasta Buenos Aires tuvo la idea de cruzar a Chile superando todas las dificultades que esa travesía implicaba, para así obtener el reconocimiento que finalmente le llegaría.

Volviendo a 1921 nuestro diario valoraba favorablemente la hazaña de piloto gala: “No hace mucho que les niñas palpitaban do emoción ante la figura de los vencedores del espacio. Hoy son los pechos masculinos que se sentirán oprimidos al conocer la epopéyica hazaña de Mademoiseile Bolland”.

Además se mostraba convencido de los beneficios que traería la participación de la mujer a todas las actividades: “¿Es conveniente a la humanidad que la mujer participe en las empresas arriesgadas que parecían patrimonio exclusivo de los hombres? Indudablemente que si sacamos a relucir los problemas fundamentales de la familia, mucha tela hay para cortar. La mujer, para el hogar, y el hombre para la página diaria, nos dirán los severos moralistas. Pero, lo excepcional, lo fuerte, lo bello, siempre será admirado así se trate de un héroe o de una heroína. Y excepcional, fuerte y bello, ha sido el vuelo de Bolland, atravesando las altas cumbres eternamente cubiertas de nieve. Por ello, la aplaudimos y la felicitamos”.

Figura a imitar

“La historia de Adrienne es una prueba de que las mujeres podemos desarrollar con gran destreza en las mismas actividades que durante mucho tiempo estuvieron destinados solo a los hombres”, subrayó la piloto Busniuk.

“Bolland se constituye así en un símbolo de lucha por la igualdad de los derechos y oportunidades y su legado nos señala el camino a seguir para un mundo con equidad e inclusión”, agregó.

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