Día de la Virgen: con la fe intacta

Miles de devotos de la Virgen María se acercaron al Santuario de la Virgen del Valle en La Reducción para pedirle ayuda y para agradecerle los favores recibidos. Muchos fueron a pie y varios llevaron carpas para pasar allí la toda la jornada

DE TODAS LAS EDADES. Familias enteras son devotas de la Virgen.  DE TODAS LAS EDADES. Familias enteras son devotas de la Virgen. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

Jueves por la mañana. Luis Romano está sentado en el parque del Santuario Nuestra Señora del Valle, en La Reducción, Lules. Tranquilo, toma algo fresco junto a su esposa y una prima. Él se siente en su propio hogar; es que casi toda su vida ha tenido una conexión especial con la “dueña de casa”... Una relación que cada 8 de diciembre (desde hace varias décadas) se renueva. “Yo he recibido un milagro de la Virgen. A los 13 años me caí en el cerro, en el Río Loro, y tuvieron que operarme de un golpe interno, muy grave. Le hice una promesa y, desde ahí, la visito todos los años. Jamás he faltado; a veces venimos aquí y a veces vamos a Catamarca”, narra a LA GACETA. Como él, hay miles de fieles que se acercaron al templo para rendirle tributo en su día, el que está reservado a la Inmaculada Concepción de María.

Durante los últimos días, cientos de miles de peregrinos han dejado sus casas para honrar y para homenajear a su “mamá” del cielo en todo el país. Y Tucumán no fue la excepción: algunos se desplazaron a pie hacia Catamarca, otros fueron a Concepción, y una gran parte de ellos visitó la Reducción. El miércoles por la tarde empezaron a montarse las primeras carpas al oratorio, y las comitivas de fieles continuaron llegando para los festejos en la madrugada y durante toda la jornada de ayer.

“Nosotros salimos desde el pie del cerro, en Yerba Buena. Empezamos a caminar cerca de las 22 del miércoles y llegamos a las cuatro de la mañana (de ayer). Armamos la carpa (porque sí, muchos hicieron noche en La Reducción) y dormimos un ratito”, cuenta Carlos Torres. “Vengo siempre, pero el año pasado hice una promesa por una sobrina, que estaba internada muy mal. Le pedí a la Virgen y se recuperó; y ahora vengo a cumplir y a agradecerle”, explica. Con él fue su amiga Beatriz Olea, que llevó a sus sobrinas de 16, 14 y 10 años. “Es muy emocionante, pero también estamos cansados”, interrumpe -entre risas- una de las chicas. “Es una muy linda experiencia, y vamos a seguir viniendo”, aseguran.

La fe mueve montañas

En La Reducción, la primera misa fue a la medianoche exacta. Luego hubo otras a las 3, a las 6, a las 9 y a las 11. Cuando llega LA GACETA, los que estuvieron en las primeras celebraciones ya hacen fila para retornar a la capital: la espera es de casi tres horas. Mientras tanto y pese al calor (a las 10 ya rozaba los 35 grados) los visitantes arriban sin parar. Adentro del predio Daniel Ángel Silva está con toda su familia preparando su altar. “Esta me la traje de Amaicha”, dice señalando la gran figura de la Virgen del Valle que los acompaña. “Todos los años venimos a agradecerle. Yo hice una promesa cuando mi hija se enfermó; estuvo muy grave, desde los cinco años. Viajamos a Buenos Aires, hubo que operarla varias veces. Yo le pedía mucho a la Virgen que la salve, porque mi hija casi se moría. Y ella nos ayudó. Así que venimos todos los años en familia a agradecerle”, afirma.

Pedir, agradecer y luego cumplir sin faltar. Esa es la ecuación. “Nosotros venimos por una promesa especial, por mis nietos, y venimos a pedir por la salud de mi familia y de todos los que creemos en la Virgen”, cuenta emocionada Claudia Abregú, que llegó acompañada desde La Toma, Tafí Viej. “Hay que cumplir las promesas; en casa podemos rezar, pero hay que venir. No es solo prender la velita y tenerla 24 horas prendida; hay que visitarla”, considera.

“Venimos a pedir a Dios y a Nuestra Señora para que se mejore la situación económica del país”, agrega su esposo Ernesto Villarubia, que de paso adelanta que ya están pensando en ir a Catamarca el año que viene.

“El amor a la Virgen es algo que se transmite de generación en generación. Porque a lo largo de la vida pasan todas esas enseñanzas, de creer en ella y en Dios... Es algo innato en nosotros; ella está con nosotros, y no se trata de venerarla solo hoy, sino todos los días, siempre”, considera Delina Bazán y amplía: “esta crisis de valores que vivimos hoy, hace que nos acerquemos a los espiritual... La Virgen te da un poco de paz”.

La necesidad también

Es increíble -dicen fieles oriundos de La Reducción- pero se ve cada vez más gente; ni la pandemia pudo con la devoción a la Virgen. Alrededor del Santuario hay montados puestos de comida, de ropa, de estampas y otros productos religiosos para recibir a los que llegan. Caminando, en bici, en auto, en colectivo... Son miles los creyentes que atraviesan durante toda la jornada La Reducción.

“Desde ayer (miércoles) a las 7 de la mañana estamos sirviendo. Hemos visto mucha más cantidad de gente que otros años; trajimos 400 panes caseros, tres veces más que en 2021 y aún así ya nos estamos quedando sin nada. Ya vamos preparando 10 ollas de 200 litros de mate cocido y 10 de 100 litros de agua caliente. Y todavía vamos a seguir hasta que se nos acabe todo”, comenta Liliana Monasterio, que recibe con un desayuno caliente a los peregrinos que llegan. “Lo que pasa es que hay mucha necesidad; no te alcanza nada, hay enfermedades, una pandemia... La gente necesita aferrarse a la fe”, reflexiona.

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