Argentina en la final: los tucumanos festejaron con todo

El triunfo de la Scaloneta llevó más hinchas que nunca a plaza Independencia.

CANTOS QUE HERMANARON. De principio a fin, todos los presentes se unieron en más de una decena de cánticos para celebrar el triunfo de la Scaloneta. CANTOS QUE HERMANARON. De principio a fin, todos los presentes se unieron en más de una decena de cánticos para celebrar el triunfo de la Scaloneta. LA GACETA / DIEGO ARÁOZ

No existe un origen claro, pero todos sabemos que martes 13 significa mala suerte. No te cases ni te embarques. Y, en estas circunstancias, algunos hubieran agregado que mejor tampoco juegues un partido de fútbol. Pero contra todos los pronósticos cabuleros, ayer Argentina triunfó ante Croacia en la semifinal del Mundial. Y cuando el árbitro dio por terminado el juego, los tucumanos salieron a festejar como nunca antes el triunfo de la Scaloneta.

Pasadas las 18, por todos lados plaza Independencia empieza a llenarse. El silencio que reinó durante las dos horas anteriores pasó a ser un recuerdo; cornetas, vuvuzelas, tambores, bombas de estruendo, fuegos artificiales y, por supuesto, gritos y cánticos. La alegría se vive, se siente y se disfruta. Es que no es poca cosa: el sueño mundialista está más cerca de volverse una realidad. Y todos quieren celebrarlo, tanto, que la cantidad de gente que se ve supera la de todos los festejos anteriores.

Franco Romero fue de los primeros en llegar a la plaza. Con su camiseta argentina, corre sin cesar con una bandera en la espalda mientras agita otra muy grande; es que ese look -con las dos insignias patrias incluidas- es su cábala. “Lo vimos al partido en casa de Emilse, una compañera de trabajo. Y ni bien terminó nos vinimos -cuenta a LA GACETA-; al principio fue medio difícil... los croatas tuvieron la pelota casi los primeros 20 minutos. Recién con el tercer gol pudimos relajarnos; con dos no me conformaba”, comenta.

Experiencia completa

Entre canto y canto, muchos de los presentes charlan y especulan sobre la posible final. “Espero que sea con Marruecos”, reza Lourdes Muñoz. Ella llegó a la plaza con su sobrina Lola (49, que no suelta su bote de nieve. Feliz, la nena salpica y festeja con todos los que pasan a su alrededor. “A ella le encanta esto -comenta Lourdes-; lo vimos al frente y decidimos bajar a festejar. Es su primer mundial”.

La plaza se convierte, rápidamente, en una fiesta de familia. Hay personas de todas las edades, pero los que más destacan son los pequeños: muchos de ellos vivirán, por primera vez, una final mundialista. Pamela Corbalan llevó a su hijo Francisco (6) justamente para que pueda vivir una celebración así. “Fue un partido emocionante -dice-; con esto ya somos campeones. Y por eso vinimos; yo quería que él vea esto, es su primera vez”.

Por la misma razón están Wilfredo Acuña y su hija Luisa (7) en la plaza. “Es una alegría tremenda; ella está chocha. Lo vimos muy apasionados y súper nerviosos por lo que vivimos con Croacia -dice-; lo vimos todos acostados boca abajo y en la cama. Ahora nos toca seguir con la cábala para la final”.

“Es una emoción inmensa, porque esto significa compartir nuestra identidad, lo que somos: una iglesia, y nos alegramos con las mismas cosas que todos”, cuenta la religiosa Sandra Ruiz Mora, que fue -junto con otras hermanas- a alentar a la Selección. “Esto sirve para unirnos en lo que nos hace bien. Y por eso nos animamos a venir”, reflexiona.

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